• Yorch y el dragón es una carta de amor a la CDMX y la versión punk del mito de San Jorge
CIUDAD DE MÉXICO.
El
escritor e ilustrador Bernardo Fernández Bef (Ciudad de México, 1972)
recupera el mito de San Jorge y el dragón en su libro Yorch y el dragón para
reconstruir una versión punk que funciona como una carta de amor a la Ciudad de
México y una reflexión sobre el bombardeo informativo en la sociedad
contemporánea.
El libro, que forma parte de la
colección Vientos del Pueblo del Fondo de Cultura Económica (FCE), plantea la
historia de un dragón que toma refresco de cola y llega a una ciudad gobernada
por políticos corruptos y policías alcohólicos, que secuestra a una joven punk
y es rescatada por un inesperado héroe en patineta.
La Ciudad de México es un espacio
donde sin ningún problema podría aparecer un dragón, así que en este relato
quise trazar la ruta clásica del héroe involuntario a partir de un chavo que
aparece en el lugar correcto y el momento oportuno para transformarse en héroe,
como supongo que le sucedió a los héroes medievales y míticos. Buscaba una
historia que partiera de la inconsciencia absoluta y lo hice en clave de chavos
punk, porque fue el contexto que conocí siendo muy joven”, detalla el autor en
entrevista.
Por el otro lado, “el relato es también una
reflexión sobre el bombardeo informativo que sucede en nuestro tiempo, el cual,
como dice Naief Yehya, todo bombardeo informativo tiene la intención de no
informar nada. Todo eso lo metí en una licuadora para hacer un cuento de hadas
en nuestro entorno urbano”.
¿Por qué se inclinó por el relato
fantástico y dejó el policiaco? “Hace mucho me di cuenta, y lo descubrí al
hacer novela policiaca, que la peor idea era jugarle carreritas a la realidad,
porque siempre voy a perder. Recuerdo que imaginaba una idea novedosa de algún
crimen para una novela policiaca y luego en el noticiero de las seis esa idea
era rebasada”.
La peor idea para un narrador es
echar carreritas con la inmediatez, porque la realidad es inasible y en un
contexto como el de la Ciudad de México o del país, se ha transformado en
una entelequia”.
El disparador creativo de esta
historia fue el asesinato de Paco Stanley, en 1999, cuando existió una
cobertura mediática escandalosa”, apunta el también autor de Azul cobalto y Uncle Bill.
El disparador fue el manejo de la
crisis que, me pareció muy torpe. Quizá fue una de las primeras veces que en
México tuvimos una cobertura de este tipo, en vivo, la cual me pareció
demencial. Ahora es muy común. También recordaba la persecución de O.J. Simpson
en Los Ángeles y, quizá, fue la primera vez que tuvimos algo similar aquí”,
abunda.
¿Qué pregunta se repetía al
imaginar esta historia? “La pregunta era cómo manejaríamos una crisis similar
en una situación desbordada en términos imaginativos, es decir, qué pasaría si
tomábamos el mito universal de San Jorge y el dragón… ¿qué pasaría si un dragón
secuestrara a una doncella? Y así nació esta reelaboración punk del mito de San
Jorge teniendo en mente el asunto de la cobertura mediática”.
Yo creo que no existen malas
ideas, sino malas maneras de contarlas. Considero que la mitad de mi trabajo es
tener ojos y orejas muy abiertas, porque donde menos lo imaginas salta una
buena historia. Incluso, tú puedes construir algo a partir de una historia
anodina o frívola y hacer literatura”, agrega.
¿Qué dice la ciudad de sus
habitantes? “Las ciudades nos definen y son el reflejo de nuestra cultura. Así
como los ojos son el reflejo del alma, éstas reflejan el alma de sus países y
sus culturas. Eso me fascina, porque soy un enamorado de la ciudad y por eso te
decía que este cuento es una carta de amor a la Ciudad de México y su
demencia”.
Yo no podría vivir en otro lado y
siempre que escucho a alguien decir que ya no soporta la ciudad, les digo que
me parece bien que se vayan y así nos quedamos los cuadernos de doble raya,
porque detrás de todo lo que he escrito siempre ha habido un sentido de la
estética urbana”, concluye.