• Aunque su edad afecta a su memoria más cercana, Agnes conserva la lucidez y se mueve con paso seguro
Budapest. La campeona olímpica de más edad
entre las que están vivas, la gimnasta húngara Agnes Keleti, celebrará su
cumpleaños 100 en su país natal con sorprendente vitalidad, luego de una vida
de éxodo marcada por el Holocausto y la gloria de los podios.
“Me siento bien: el truco es que no hay que
mirarse en el espejo”, ironizaba la venerable Keleti, nacida el 9 de enero de
1921, al recibir a la AFP en su apartamento de Budapest el pasado mes de
noviembre.
“Es así como me he conservado joven”, explica
en tono bromista esta ex medallista de oro mientras que pasa la mano por su melena
canosa.
Aunque su edad afecta a su memoria más
cercana, Agnes conserva la lucidez y se mueve con paso seguro, dibujando una
coreografía en medio de las fotos y de los recuerdos de sus numerosos viajes.
“Ya no me dejan hacer el ejercicio de
apertura de piernas”, bromea. “Mi enfermero cree que es pedir mucho a mi edad”,
afirma en tono confidencial.
Agnes muestra con orgullo un nuevo libro,
publicado con ocasión de sus 100 años, una vida que podría ser de película.
Keleti conquistó 10 medallas en gimnasia, la
mayoría luego de haber alcanzado los 30 años de edad ante adversarias
adolescentes. Cinco de ellas oros olímpicos en Helsinki (1952) y Melbourne
(1956).
“Practicaba deporte no porque me hiciese
bien, sino para ver el mundo”, explicaba en 2016.
Convocada por el equipo nacional en 1939, la
reina de la gimnasia logró su primer título en Hungría un año después. Pero no
tardó en verse privada de toda actividad deportiva por sus orígenes judíos.
Tras la ocupación de Hungría por la Alemania
nazi en marzo de 1944, escapó a la deportación hacia un campo de concentración
al conseguir documentación falsa y hacerse pasar por una joven mujer de la
limpieza cristiana, Piroska Juhasz.
“Seguí viva gracias a Piroska, con quien
intercambié la ropa y papeles, e imitando su forma de hablar”, detalló Keleti,
que corría a me-nudo para mantenerse en forma en el campo donde se escondía.
Su padre y otros miembros de su familia
fueron asesinados en Auschwitz, mientras su madre y su hermano se salvaron
gracias al diplomático sueco Raoul Wallenberg.
Agnes Keleti migró a Australia en 1957, un
año después del levantamiento antisoviético en Hungría, antes de instalarse en
Israel, donde se casó con un profesor de educación física húngaro, Robert Biro,
con quien tuvo dos hijos.
Luego de su retirada deportiva, trabajó como
profesora de educación física y entrenó a la selección de Israel. Pero su
regreso a Hungría no se produjo hasta 1983, para un Mundial. Se instaló
definitivamente en el país magiar en 2015.
“Valió la pena hacer algo que mereciese la
pena en la vida. Siento escalofríos cuando veo todos los artículos escritos
sobre mí”, reconoce.