• El argentino inventa en Sinfín una sociedad en la que es posible ser inmortal y vivir en una computadora
CIUDAD DE MÉXICO.
“Estamos en un momento en
que no conseguimos imaginar el futuro de nuestras sociedades”, afirma el
escritor argentino Martín Caparrós (1957). “Más bien, le tememos al futuro,
porque enfrentamos la amenaza de la catástrofe ecológica, de ciertos regímenes
políticos o de la miseria; pero no logramos armar una idea apetecible de futuro”.
Ante esto, Caparrós decidió crear un futuro singular
en Sinfín (Literatura
Random House), su libro más reciente, en el que une sus dotes de novelista y
cronista para dar vida a cómo será la humanidad en 2070, una distopía que
orbita alrededor de la gran obsesión del hombre: la inmortalidad.
Imagine un mundo dominado por China, en el que el desarrollo
científico y tecnológico permite ofrecer a todos, los que puedan pagar, el
invento Tsian (Paraíso),
una especie de inmortalidad virtual en la que la mente puede vivir para siempre
en una computadora sin perder su identidad. A partir de esto, el narrador hurga
en temas como la migración, la decadencia de las religiones y el cambio
climático.
“La historia de la civilización es la historia de la lucha
contra ese proceso natural del envejecimiento y la muerte. Buena parte de las
construcciones culturales que hemos hecho es pelear contra lo inevitable de ese
proceso natural. Lo que trato de inventar en Sinfín es otra
manera tecnológica, adaptada a estos tiempos, de pelear contra lo inevitable de
la muerte.
“Pero tampoco es algo nuevo. Ya hay gente que está
trabajando seriamente en soluciones como ésta, que parecen un poco delirantes;
pero hay personas que se están gastando millones en conseguir soluciones de
este tipo. Hay dos tendencias, la inversión para conservar el cuerpo, con
trasplantes de órganos y terapias completas; y los que están estudiando
traspasar nuestra mente a máquinas”, comenta en entrevista.
El cronista detalla que “la aportación de la novela es que
estas mentes, una vez traspasadas a una máquina, no soportan interactuar con el
mundo real y, por lo tanto, hay que aislarlas. Y a alguien se le ocurre armar
un mundo de realidad virtual para cada una, como un paraíso a la medida para
cada mente”.
Respecto a la fe, señala que en el mundo de Sinfín “hay
una lucha entre las dos religiones monoteístas que quedan, pero al final se
unen en contra de esas técnicas de vida después de la muerte, porque les están
quitando el ‘mercado’”.
Aunque piensa que esta realidad puede pasar antes de lo que
imaginamos. “En la pandemia se puede ver una pérdida muy fuerte del papel de lo
religioso. Una peste de estas dimensiones siempre fue la ocasión para acercarse
a la religión. Pero esta vez no sucedió así.
“El 6 de abril de 2020 se decretó el cierre de las iglesias.
Dejamos de mirar a la religión para que nos salve y volteamos hacia la ciencia.
Pero la ciencia no soporta la fe, es algo en lo que no podemos creer, porque es
ensayo y error, es equivocación, es búsqueda. Lo contrario a la fe, que es una
garantía absoluta”, dice.
El novelista añade que fijó el desarrollo de la historia en
el año 2070, porque “quise una época en que mucha de la gente joven de ahora
aún esté viva. No es un futuro tan lejano, es un tiempo que uno puede imaginar.
Es una novela de sociedad-ficción”.
Dice que el humor y la ironía distinguen esta propuesta. “Me
la pasé muy bien escribiendo Sinfín. Sobre todo, cuando narro cómo cada cliente
empieza a modelar la forma en que vivirá eternamente, hacen sus pedidos en la
realidad virtual, fue como inventar vidas eternas sobre encargo”.
Sobre qué pediría él para su vida eterna virtual, Caparrós
asegura que no está seguro. “Hay un personaje que solicita una vida donde haya
fallos, porque da la sensación de que estas vidas virtuales son demasiado
perfectas, insoportables. Yo querría una vida que fallara un poco, para poder
solucionar cosas, enfrentar los problemas y buscar soluciones”.
El también ensayista explica que decidió combinar la crónica
y la ficción para romper estructuras. “La crónica suele ser lo que resulta de
apropiarse de mecanismos narrativos de la ficción para contar una realidad. Y
me propuse hacer lo contrario, apropiarme de los mecanismos narrativos para
conocer la realidad y contar una ficción. Hago una crónica de lo que aún no
sucede. Al contrario de la novela de no ficción, propongo una ficción de no
novela. Darle la vuelta al mecanismo. Es la base literaria de Sinfín”.
Caparrós adelanta que acaba de terminar un libro que es un
intento de contar y entender qué es América Latina. “Hace mucho que no miramos
en qué se ha convertido la región. Es un intento laborioso de entender cómo es
en este momento. Es un cruce de crónica y ensayo. E incluye crónicas sobre las
grandes ciudades, que echan luz sobre varios problemas”.