• Los escritores Salman Rushdie y Javier Cercas dialogaron sobre El poder de las historias y el desarraigo como elemento inspirador de su oficio
CIUDAD DE MÉXICO.
Un escritor no puede ser
cobarde, debe ir al fondo, “a las raíces del mundo”; tiene que dejar el miedo
en su casa, porque, si no, se ha equivocado de oficio, coincidieron ayer el
indo-británico Salman Rushdie (1947) y el español Javier Cercas (1962).
“Si vas a abordar la literatura con miedo, simplemente no lo
hagas. La literatura viene de un tipo de intrepidez. No soy particularmente
valiente en mi vida diaria; pero en la página no puedes no serlo, no hay otro
modo de ser”, comentó Rushdie.
Los escritores reflexionaron sobre El poder de las historias
en un diálogo virtual en el marco de la 34 Feria Internacional del Libro de
Guadalajara, moderado por la periodista argentina Patricia Kolesnicov, en una
de las actividades estelares de este encuentro que hoy se clausura.
“Como escritor tienes que decir lo que tienes que decir y
después esperar que la gente responda y lo agradezca. La autocensura es la
muerte de la literatura. Javier y yo estamos demasiado viejos para cancelar”,
agregó el autor de Los versos satánicos.
Cercas añadió que nadie puede prever los efectos que tendrá
un libro, en referencia a las amenazas que ha recibido Rushdie por parte de los
fundamentalistas musulmanes o a las críticas hacia sus propios libros con
fuerte contenido político. “Yo me considero razonablemente cobarde, pero como
escritor no puedo serlo. Un escritor cobarde se ha equivocado de oficio”.
Apasionados, irreverentes y risueños, ambos narradores
abordaron temas como la utilidad de la literatura, el poder de la ironía, cómo
los libros pueden cambiar la visión del mundo que tienen los lectores, los
caminos de la ficción y la historia y el papel que tuvieron el desarraigo y la
religión en su decisión de ser escritores.
“Siempre me resistí a la idea de que la literatura fuera
útil. No estoy seguro de ello. Pero creo que sí permite a las personas
aferrarse a lo que es real, a lo que es el mundo que vivimos, la literatura es
una forma de controlarlo y renovar el sentido que tenemos de lo que es real”,
explicó Rushdie.
“Yo también crecí con un gran escepticismo hacia la idea de
que la literatura fuera útil”, añadió Cercas. “Cuando era joven, creía que la
literatura era un juego sofisticado, intelectual, placentero. Hoy estoy seguro
de que es útil, a los escritores nos cuesta trabajo decirlo.
“Claro que hay que definir en qué consiste lo útil; pero
para entender la realidad lo es, para entender el placer también. La literatura
es útil siempre y cuando no se proponga serlo, si se lo propone se convierte en
propaganda o pedagogía. Esa es la paradoja. La literatura es antes que nada un
placer, pero también es una forma de conocimiento de los demás y de nosotros
mismos”, indicó el autor de Soldados de Salamina.
Ambos piensan que la literatura no sirve para detener la
pandemia, por ejemplo, o para cambiar el mundo como lo hace la política. “Pero
eso no significa que no sea útil o no cambie el mundo. Los lectores sabemos que
hay libros que nos han transformado. Lo que modifica es la percepción que
tienen los lectores del mundo”, asegura Cercas.
Antídoto contra el desarraigo
Rushdie y Cercas también estuvieron de acuerdo en la
importancia del humor y la ironía en la literatura. “Puede haber una novela sin
humor, pero no sin ironía. Los fanáticos odian la alegría, el humor; pero,
sobre todo, la ironía, por eso odian las novelas, porque éstas muestran que la
realidad es poliédrica, que las verdades pueden ser contradictorias”, aseguró
el español.
“Me resulta difícil abrazar la voz que carece de humor. Hay
grandes escritores cuyo trabajo no tiene humor y me parecen difíciles. Hay algo
radical en el humor, algo que no acepta el mundo como es y puede jugar con él.
Y las personas autoritarias siempre lo detestan, el humor es algo que la
autoridad no puede soportar”, narró Rushdie.
El autor de Hijos de la medianoche habló también del
papel que jugó el desarraigo en su decisión de convertirse en escritor. “Crecí
en Bombay y tuve una infancia feliz, amé la ciudad que fue mi hogar. Elegí ir a
la escuela a Inglaterra. No es que no fuera feliz en mi casa, sino que un
espíritu en mí quería ir a otro lado. Cuando me fui, mis padres vendieron
nuestra casa sin consultarme, claro yo tenía 14 años, pero nunca se los
perdoné. De pronto, el lugar seguro que conocía íntimamente ya no estaba ahí.
Algo que me hizo ser escritor fue recuperar las cosas que se habían perdido.
Hice un acto de recuperación”.
Cercas, por su parte, se definió como un desarraigado. “Nací
en un pueblo pequeño y mi familia se trasladó al norte, me sentí desprotegido,
huérfano. Pero también experimenté un desarraigo espiritual, porque vengo de
una familia muy católica, pero a los 14 años me enamoré y perdí la fe; ahí
pensé en ser escritor. La literatura fue una especie de sustituto de la
religión, una especie de antídoto contra el desarraigo”.
Señalaron que la pandemia no nos hará mejores. “Yo creo que
no vamos a aprender nada, seremos igual de estúpidos y ni siquiera saldrán
grandes obras literarias de este momento”, zanjó Cercas.
“Una de las cosas que descubrimos es que está bien no ser
sociables, no necesitamos correr con todos todo el tiempo, las personas que
queremos son pocas. La gente ordinaria sólo deseamos regresar a la normalidad,
queremos nuestra vida de vuelta, poder ir a los restaurantes y de vacaciones.
Para mí, la belleza de la literatura es que llega a la verdad por muchas
puertas distintas”, concluyó Rushdie.