• Rubén Muñoz • Al filo de la navaja.
En al menos un par de ocasiones
le habíamos advertido que no podría contra aquel viejo lobo de la izquierda
llamado Víctor Castro Cosío. Pero en ese entonces pudo más la cerrazón, la terquedad
y la soberbia de El Mentirillas, quien pretendió minimizar al maestro, y sin
medir consecuencias le lanzó un reto.
Así fue. Lo retó abiertamente
desde mediados de octubre de 2019 cuando en un arranque de prepotencia, y en
claro contubernio con Leonel Cota, Rubén Muñoz hizo aquel despido masivo
de funcionarias y funcionarios de la administración municipal que
preside. Marcando así un fuerte distanciamiento con Víctor Castro Cosió,
entonces delegado de Bienestar.
En efecto, esto
sucedió por aquellos tiempos cuando apenas acababa de pasar el
proceso de elección de consejeros de Morena. Y esa vez, sin mediar palabras ni
medir consecuencias y sin pretender ver más allá de sus
narices, Rubén Muñoz en su calidad de alcalde procedió al
cese fulminante de una parte de su personal administrativo.
Y lo hizo porque sabía que toda
esa gente simpatizaba con el proyecto político futurista de Víctor
Castro Cosío. Que dicho sea de paso, le dije entonces que cometía un gran error
y que lo más correcto e inteligente hubiese sido intercambiar impresiones y
negociar con el Profe. Pero prefirió escuchar las recomendaciones de Leonel
Cota y actuar en consecuencia, sin importar con lo que topara.
Fueron entonces un total de nueve
personas: cinco mujeres y cuatro hombres a los que simplemente corrió de la
administración municipal. Fue en efecto un torpeza. Pues lo hizo sin darles una
coherente explicación. Aunque para el alcalde, ese despido de
personal tuvo una exculpación, sin sustento y fuera de las formas de la política
cuando solamente se concretó a decir que se trataba, según él, de: “el firme
objetivo de ofrecerle a la ciudadanía mejores resultados”. ¡Por supuesto que
una gran estupidez!
Y tomando en cuenta que toda
acción tiene una reacción, inmediamente después vendrían otros procedimientos,
como aquel donde se interpuso una formal solicitud de expulsión del partido
MORENA de Rubén Gregorio Muñoz Álvarez. La cual se hizo ante la Comisión
Nacional de Honestidad y Justicia del propio partido, iniciándose entonces un
procedimiento sancionador ante esa instancia de justicia partidaria interna.
Es más, en una parte de ese
documento que obra en mi poder, David Moyrón Quiroz, quien habría de ser
comisionado por sus demás compañeras y compañeros para interponer la solicitud
de expulsión, deja claramente establecido: “los militantes auténticos del
partido MORENA no debemos permitir el atropello de nuestros
derechos, mucho menos el haber llevado al poder a personas que nunca asumieron
con honorabilidad las causas de nuestro movimiento y que solo se sumaron a este
en 2018 para saciar sus intereses personalísimos como es el caso de Rubén Muñoz
y demás socios”.
“Confiamos en la Comisión de
Honestidad y Justicia del partido que fundamos y militamos, y en la
verticalidad de su presidente Héctor Díaz-Polanco para recibir un trato justo
en esta solicitud y totalmente apegado a las normas jurídicas que rigen nuestro
sistema de partidos”, dice otra parte del documento, que añade: “nosotros
creemos que nos asiste la razón y que además hay pruebas y hechos notorios del
comportamiento totalmente ajeno a los postulados de MORENA del alcalde Rubén
Gregorio Muñoz Álvarez”.
Por cierto que en ese entonces,
Rubén Muñoz se concretó a decirse respetuoso de quienes exigen su expulsión, a
lo cual astutamente solo se concretó a decir: “están ejerciendo un derecho que
tienen los compañeros. Para mí es muy respetable, son diferencias que van al
orden de los políticos y tenemos que dejarlos”.
En síntesis, habría sido un craso
error cuando de antemano sabía perfectamente que Víctor Castro Cosío, ya
sembraba en grandes extensiones de terrenos de la izquierda mientras entonaba
canciones de protesta, en tanto que El Mentirillas, apenas dormía plácidamente
en su cuna al son de canciones priistas.
Por supuesto que a quienes
conocemos a este personaje no nos extrañan esos tumbos y bandazos que
acostumbra dar a diestra y siniestra pues la realidad es que existen actores
como el caso de Rubén Muñoz, que están muy acostumbrados construir redes de
perversidades aun cuando al final de cuentas se enredan en ellas y después no
encuentran la salida.
Hoy las pruebas saltan a la vista
cuando de nada le valieron los pataleos y berrinches, y a estas
alturas solamente se concreta a decir: “tras la decisión de Morena donde no fui
favorecido, habré de seguir al frente de la alcaldía de La Paz, un gran
compromiso que la ciudadanía me brindó y que seguiremos honrando… agradezco a
quienes nos brindaron su apoyo y confianza, pero en esta ocasión no fuimos los
elegidos para esta coordinación, pero seguiremos en Morena, como fiel soldado
de la cuarta transformación que encabeza Andrés Manuel López Obrador”.
Y finalmente lo le queda otra
alternativa que aceptar: “por supuesto que estaremos trabajando con Víctor
Castro”.
Luego entonces, cuando
se siente al filo de la navaja Rubén debe saber que la traición envilece a
quien la practica y lesiona a quien la recibe, y que para lograr la
reconciliación, debe tejer muy finito y dejar de escuchar los cantos de las
sirenas.
Y es que Víctor Castro Cosío
podrá ser bonachón y dicharachero, pero no idiota y olvidadizo como para
olvidar una afrenta como aquella.
Cuestión de tiempo.