• Mujeres
Basándome solamente en las modernas exigencias que a modo de
sentencia ha emitido el Instituto Nacional Electoral, por segunda ocasión
iniciaré mi entrega de hoy diciendo que ante todo, no debo meterme muy
profundo, --por el respeto que me merecen las mujeres--- en ese muy
cuestionable laberinto de la misoginia.
Y menos aún lo haré en
estos tiempos cuando la mujer, derivado de esa cruenta lucha, y tesón, ellas están logrando no solamente acortar esa
ignominiosa brecha de la desigualdad entre hombres y
mujeres, sino que tras su persistencia han ocupado espacios que, --dicho sea
con toda honestidad-- debieron haber
ocupado desde que la humanidad existe.
Dicho lo anterior, haré
referencia tácitamente a este tema –muy crucial-- que por supuesto tiene que
ver con la paridad de género, donde, a manera de inicio reiteraré que jamás
debió haber existido absolutamente nada que en cuanto a igualdad pudiera
ubicarse entre el hombre y la mujer, cuando tanto uno como la otra ha demostrado
ser poseedor tanto de entereza y capacidad, como de
inteligencia y sensibilidad.
Luego entonces coincido en que la paridad de género tiene que ver
con la participación y representación equilibrada de mujeres y hombres en los
puestos de poder y de toma de decisiones en todas las esferas de la vida, tanto
política, como económica y social. Por lo tanto este elemental principio que
empieza a cobrar vida, debe ser actualmente considerado como un indicador para
medir la calidad democrática de un país.
Pero, pese a todo lo que
se diga, en estos momentos sobre este particular, pudiera
ser muy cuestionable que la citada institución
electoral, --es decir el INE--, simplemente de la noche a la mañana, es decir
de sopetazo, y sin decir agua va, imponga criterios
tan importantes como los descritos cuando sabe perfectamente que en cuanto a
política y preferencias electorales, el camino andado por parte de las mujeres hasta el momento, es relativamente muy
corto frente al que han andado los hombres.
Es muy cierto, la paridad permite que más mujeres lleguen, se
posesionen y tomen el mando. Y cuando eso sucede, tal como señalan diversos
estudios realizados, en la mayoría de los casos se produce un impacto positivo
en el tipo de políticas, temas y soluciones que tienen que ver con el progreso
o fracaso de un país, toda vez que paridad, significa que todas las personas,
sin distingo alguno tenemos los mismos derechos y deberes frente al Estado y la
sociedad en su conjunto.
Incluso he de anexar aquí
que no se puede hablar de mujeres dictadoras, cuando por el contrario, en
infinidad de países se insiste sobre hombres que hasta han cometido
crímenes de lesa humanidad derivados de sus insanas posturas dictatoriales.
¿Será acaso porque son pocas las que han arribado al poder…? Honestamente no lo
creo, porque la mujer es poseedora de más nobleza y mayor sensibilidad.
Y volviendo al tema, esos
criterios aprobados por el INE debieron haberse dado a conocer mucho tiempo
antes, y no cuando el proceso electoral ya esté a la vuelta
de la esquina como en este caso, toda vez que si el criterio se aplica con
anticipación, todos los partidos políticos se hubiesen preparado y por ende
varias mujeres estuvieran listas para entrar en la contienda, en este caso por
las gubernaturas las 15 entidades que renovaran al ejecutivo local el próximo
año.
Y es que sin lugar a dudas
que habrá estados del país donde existan mujeres con la aceptación suficiente
para contender, pero se da el caso de que en Baja California Sur la lista de
mujeres es corta, y si bien es cierto un partido cuenta con la mujer idónea
para participar, el resto de los partidos se encuentra en desigualdad para
competir, y es justamente uno de los errores garrafales que cometió el INE.
Claro que no es punto
discutible el hecho de que tras las
aprobaciones realizadas por el Instituto Nacional Electoral en cuanto a los
criterios de paridad para Gubernaturas, con conocimiento de causa se afirmó que
es momento de atender la deuda histórica que se tiene con las mujeres.
Repito eso es
indiscutible. Y más aún cuando ellas, representan
nada menos que más del 50 por ciento de la Lista Nominal; por lo que nadie
sería capaz de contradecir el gran compromiso que adquieren todos los actores
políticos y la sociedad en general a favor de la paridad de género.
Efectivamente, el INE estima que para hablar de una auténtica
paridad, se tendría que postular exclusivamente a mujeres en las 15 entidades
que renuevan al Ejecutivo Local el próximo año; aun cuando sin embargo, afirmó
que esa institución, actúa de forma responsable adoptando medidas históricas
graduales y responsables, por lo cual, deja abierta la posibilidad de que sean
los partidos políticos quienes tomen sus propias decisiones al respecto.
Entonces, si el INE está dispuesto a dar “la posibilidad de que se adopten
medidas históricas graduales”, bien pudiera esperar al posterior proceso
electoral para exigir la participación de la mujer en cuanto a las
gubernaturas.
Es muy cierto que con el
arribo del siglo XXI se cumple el tiempo de allanar el camino para el
reconocimiento y el ejercicio efectivo de los derechos políticos de las
mujeres, lo que había constituido una clara manifestación de violencia política
en su contra, lo que a la vez ha impedido su participación en condiciones de
igualdad y equidad, lo que marca la pauta para el Estado mexicano atienda no
sólo la deuda histórica que tiene en el ejercicio de sus derechos
político-electorales, sino que garantice la
paridad en los cargos unipersonales como es con las Gubernaturas.
Pero reitero, en estos
momentos, y en el caso específico de Baja California Sur, el camino andado por
ejemplo por algunos hombres como lo pudieran ser un Víctor Castro Cosió, un
Francisco Pelayo Covarrubias, un Alfredo Porras Domínguez, un Ricardo Barroso Agramont, un Isidro Jordán
Moyron, un Isaías González Cuevas, y un Álvaro de la Peña Angulo, entre varios
más, no tiene comparación por el andado por ejemplo por: María Guadalupe
Saldaña Cisneros, Ana Ruth García Grande, Jesús Armida Castro Guzmán, Etc.
Y menos por alguien como
Lucía Trasviña, quien sin merecimiento alguno y solo por azares del destino
llegó a dónde está. Y quien entre sus arranques de ilusiones y delirios, ya
pretende ubicarse entre las posibles para gobernar
nuestro estado.
Cuestión de tiempo.