• La narradora y periodista vasca considera una desventaja que su propio idioma, el euskera, no esté normalizado y no pueda llegar a todo su país, pero también destaca orgullosa cómo vive y escribe en dos lenguas.
Ciudad de México. La narradora y periodista vasca Karmele Jaio
escribe sobre la incomunicación en las familias, de los silencios que se
producen y que muchas veces transmiten más que las palabras. Su novela La casa del
padre, que ganó el Premio Euskadi de Literatura en euskera hace
unos meses, fue presentada este martes en la Feria Internacional del Libro
(FIL) de Guadalajara.
Mi novela está ambientada en el País Vasco,
con los problemas que hay aquí; aparece el tema de la violencia, pero lo
fantástico de la literatura es que estás contando una historia ubicada en un
sitio que puede no tener nada que ver con la vida de un lector o una lectora
que puede estar en México, pero estás hablando de temas universales, dijo en
entrevista con La Jornada.
Jaio (Vitoria, 1970) explica que al
final estás hablando de las relaciones humanas, de muchas cosas y dificultades
que nos encontramos en la vida. Asuntos universales que cualquier persona, sea
de México, España u otro sitio, puede ver su propia experien-cia ahí.
El jurado de la edición 26 del Premio Euskadi
destaca que en la narración galardonada se denuncia el heteropatriarcado,
revela en un atractivo lenguaje poético las diferencias, contradicciones y
dolores que muestran tanto la familia como la sociedad y las relaciones de
pareja.
El texto está contado a tres voces, con dos
mujeres y un hombre: un escritor que está bloqueado, su mujer y su hermana. “Me
ha interesado separarlas y darle espacio a cada una, sobre todo porque se hace
una reflexión sobre el lugar desde el que mira el mundo cada persona.
No miramos desde un lugar neutral
A veces tenemos la fantasía de que miramos,
hablamos y escribimos desde un lugar neutral. Cada persona está mirando el
mundo desde un lugar diferente. En el lugar desde el que miramos confluyen
muchos factores: dónde hayas nacido, la época, el género.
Karmele Jaio refiere que es un poquito
la historia de cómo de generación en generación se va trasmitiendo ese lugar en
el mundo. El protagonista Ismael reflexiona en toda la novela; es una toma de
conciencia de desde dónde se está mirando el mundo y sobre el modelo de
masculinidad que se ha aprendido.
El personaje debe asumir el cuidado de su
padre, lo cual va a ser la excusa para que vea de cerca cómo ha aprendido
a ser hombre, qué expectativas tienen para él por serlo y cómo siente que no
las ha cumplido.
En tanto, su pareja reflexiona
sobre todas las renuncias que ha hecho durante su vida. Ella también
escribe, pero no ha llegado a escritora porque ha tenido que abandonar muchas
cosas. La novela cuenta que todo lo que hacemos en la vida, desde lo más
público hasta lo más íntimo, está condicionado por unos mandatos sociales, por
unos patrones culturales, por unos roles que se nos asignan desde pequeños y
pequeñas y todo eso nos está marcando nuestra forma de mirar el mundo.
La escritura literaria también es un tema del
título. “Hombres y mujeres se hacen preguntas sobre quién da prestigio ahora y
quién decide cuáles son los temas importantes. Además, se hace una reflexión
sobre cómo en los procesos de creación apare-cen las palabras ‘de verdad’. En
el libro se dice de las palabras de plomo, las que tienen peso. ¿Cómo aparecen
verdades en el proceso de escritura que al propio autor o autora ni siquiera le
gustan?”
Karmele Jaio apunta sobre sus dos idiomas:
“Mis obras, tanto ésta como las anteriores, siempre las he escrito
originalmente en euskera, y cuando he terminado el texto, las traduzco al
español. Yo vivo en dos lenguas, en euskera y en español; entonces, las dos son
mis lenguas. Cuando tengo que traducir una narración necesito hacerlo yo porque
es como una rescritura, es decir, averiguar cómo contarla en español. No es una
traducción completamente literal.
“No hay lenguas pequeñas ni grandes, lo que
pasa es que unas son más utilizadas y otras menos, pero es verdad que estás en
desventaja por el hecho de que tu propia lengua no esté normalizada, y hace que
no puedas llegar a todo tu país. Eso es una dificultad, pero, por otro lado,
nos aporta algo relacionado con lo que dice el libro: un lugar desde el cual
mirar el mundo.
La literatura precisamente habla de temas
universales, pero desde un lugar muy específico, y esa es su aportación: que te
cuenta algo desde un lugar muy concreto, y nosotros lo hacemos desde nuestra
propia lengua, no puede ser de otra manera.
Jaio relata que en su más reciente libro,
inició la versión al español mientras no terminaba el original en
euskera. Es la primera vez que he estado traduciendo al mismo tiempo que
estaba escribiendo, cuando el texto estaba todavía vivo. Ha sido una
experiencia diferente, como escribir dos libros a la vez.