• Los Ángeles FC es uno de los clubes de más reciente creación en la MLS (2014), Vela llegó en 2017 y de inmediato se posicionó en lugar estelar
La ira se tiene que sacar, porque si no,
envenena. Así lo han hecho los hermanos Carlos y Alejandro Vela, oriundos de
Cancún. Contestatarios y rebeldes como muy pocos futbolistas mexicanos… Si la
inconformidad viene de uno del montón, no pasa nada, sin embargo, cuando Carlos
Vela hace o dice, la detonación emite vibraciones de cierto alcance.
El caso de Carlos es increíble. Jamás jugó en
la Primera División mexicana, fue campeón del Mundo Sub-17 en Perú y tras un
castigo de seis meses con el Tri en 2011, ha tenido que ser cortejado por
diversos técnicos de la selección; se ha dado el lujo de desdeñarlos una y otra
vez, y hoy, en el marco de la Concachampions, surge con inusitado fervor para
mancillar el orgullo de poderosos equipos de la Liga Mx.
El sábado en la noche comandó las acciones
para eliminar al América –con todo y marrullería de Memo Ochoa–,
igual que hizo con el León y con Cruz Azul, y tras encajar el gol del empate,
soltó un fúrico clamor: “¡Ahí está, hijos de pu…!” Participó en los otros dos
tantos que finiquitaron al equipo del Miguel Piojo Herrera,
quien en el medio tiempo se inmiscuyó en una gresca y quedó con un ojo rojo al
recibir un puñetazo, así como tarjeta del mismo color.
Pero, ¿por qué tanta furia de Carlos Vela?
Hace unos meses Alejandro, quien no tuvo tanta fortuna o talento como su
hermano menor, militaba con los Venados de Yucatán en la recta final de una
trayectoria de 16 años que incluyó varias entradas al quirófano y para él fue
un golpe tremendo la decisión de los directivos de desaparecer de un plumazo el
Ascenso. Sin más, mataron las ilusiones de cientos de futbolistas.
Alejandro fue de los pocos que levantaron la
voz contra su tocayo, de apellido Irarragorri, quien afirmaba que los clubes
del circuito de Ascenso se encaminaban hacia severos problemas económicos. “Que
no se haga wey”, replicó el mayor de los Vela, y afirmó que el aparente rescate
financiero “no fue más que una compra de votos para evitar que uno de sus
equipos descienda”, en obvia alusión al Atlas.
Reprochó que pocos meses atrás la Federación
Mexicana de Futbol había certificado –es decir, dio el visto bueno para
ascender– a más de la mitad de los clubes de la Liga de Plata, para luego
echarse para atrás y decir que no cubrían los requisitos exigidos. “Si se
aplicara (el drástico cuaderno de cargos) a equipos de primera tampoco
pasarían”, sostuvo, y los acusó de jugar con la inversión de decenas de
empresarios de ese circuito.
Carlos, desde la MLS, escribió en redes
sociales: “Mi apoyo para todas las personas que están sufriendo con esta muy
mala decisión, pero sobre todo con mi hermano. #Sin Ascenso no hay desarrollo
#Todos somos Ascenso”.
Alejandro, quien militó en equipos como
Jaguares, Cruz Azul, Necaxa y Minnesota (MLS), y actual director deportivo del
Cancún FC, dijo que Carlos está informado de todo lo que pasa acá y cada vez se
felicita más por no aterrizar en la Liga Mx. “Por algo no ha querido jugar en
México; hay cosas y formas que no son las ideales para un futbolista y él ha
tenido la fortuna de llegar a Estados Unidos, donde lo valoran y está feliz”.
Los Ángeles FC es uno de los clubes de más
reciente creación en la MLS (2014), Vela llegó en 2017 y de inmediato se
posicionó en lugar estelar con ese duelo que entabló con Zlatan Ibrahimovic, ex
del Galaxy. Hoy ya está en la gran final de la Concachampions con
ánimo de vencer a unos Tigres que deberán echar mano de todo su arsenal para
frenar a los de Bob Bradley y devolver la lógica a un torneo que ha sido
ampliamente dominado por equipos mexicanos.
Tigres está obligado a responder a la
exigencia de brillar por fin en el plano internacional, así sea en la zona de
Concacaf. Pase lo que pase el martes en encuentro definitivo, Carlos Vela
seguirá siendo ese extraño futbolista que en su apogeo dejó Europa para ir a la
MLS y que prefiere “mil veces” ver un partido de la NBA que uno de futbol…
Gerardo Tata Martino
ya puede quedarse esperando, pues decir que no le rogará y no lo esperará
siempre fue una forma disimulada de buscarlo.