• En esta nueva versión optaron por un relato más brutal, realista, humano, poético y cercano al cine de Pasolini
CIUDAD
DE MÉXICO.
La Odisea es
un clásico de la literatura universal y algo sucede con este tipo de libros que
debemos traducir continuamente, porque según cambia el presente también cambia
la sensibilidad del relato y sus posibles lecturas”, afirma Miguel Brieva,
ilustrador de una versión renovada del relato épico que ha sido atribuido a
Homero.
En esta nueva revisión, que
cuenta con la traducción de Carmen Estrada, afirma a Excélsior,
“hemos aspirado a hacer una versión lo más fiel históricamente posible a los
tiempos en los que se narra La Odisea, que es la época de la Grecia arcaica y no
de la Grecia clásica”.
¿Qué podría comentar sobre la
traducción?, se le pregunta. “Es una traducción verdaderamente accesible para
todo el mundo, porque se ha puesto cuidado en eso. Pero en ningún momento, en
aras de esa accesibilidad, se traiciona a la obra original”.
Esto significa que sí se apuesta
por un lenguaje fiel al original que mantiene el tono de la escritura épica
griega antigua, pero sin agregar barreras o complicaciones gratuitas, abunda.
Muchas traducciones académicas
tienen más de un siglo y ya acarrean consigo palabras que están en desuso, con
lo cual la alejan del lector promedio, porque a veces hay una tentación, por
parte del académico, en aras de darle esa sonoridad antigua y de utilizar
recursos lingüísticos que a su vez son antiguos dentro de la lengua
castellana”, explica.
¿Qué tipo de traducción
encontraremos en esta versión?, se le pregunta. “Carmen Estrada ha hecho un
esfuerzo por llevar el relato a la actualidad, pero siempre con una premisa muy
clara: fiel al original y conservar el tono de la narrativa épica griega que,
constantemente, está haciendo uso de muletillas lingüísticas, como cuando habla
de las broncíneas lanzas.
Con esa serie de frases
formulares que ellos originalmente usaban porque era una manera de hacer que la
oralidad fuera más fluida, puesto que estos relatos comenzaron siendo orales y,
con el tiempo, han formado parte del estilo y de la elocuencia de esta
literatura retórica”.
En cuanto al trazo del libro,
aclara que todo el tiempo se desmarcó de la idea hollywoodense que persiste en
torno a los personajes.
La traductora y yo teníamos claro
que si debiéramos elegir entre dos referentes estéticos, uno sería la idea de
Hollywood, que tiende a presentar un estereotipo de la Grecia clásica, el cual
ya comentamos antes, donde los personajes son guapísimos, perfectos y blancos,
con una narrativa que fuerza la espectacularidad y las batallas son excesivas”.
Pero frente a ese referente
cinematográfico, dice, “optamos por un lugar opuesto: el cine de Pier Paolo
Pasolini, quien tiene películas como Edipo Rey (1967) o Medea (1969),
con un tipo de representación más humana, realista y poética, mesurada y
brutal.
¿No es muy complejo recrear una
época así? “Es difícil saberlo, pero nos hemos ido a los vestigios arqueológicos,
a las pinturas que se tienen en las vasijas griegas y a todo lo que pudiera
acercarnos a esa época”.
Y en ese sentido es el cine de
Pasolini y también el del cineasta griego Michael Cacoyannis, quien tiene una
película muy poderosa llamada Ifigenia, que se ubica justo al comienzo de la guerra
de Troya, cuando el rey Agamenón quiere partir con sus tropas”, comenta.