• El narrador y periodista, fascinado por esta ave nocturna, integró una colección de mil 400 objetos, adquiridos en distintos países; el Museo del Escritor, otro de sus sueños, tendrá su sede cerca de Teotihuacan
Ciudad de México.- Sabiduría,
inteligencia, justicia, buena suerte, vigilia. Por todos estos significados, el
búho le fascinaba al escritor y periodista cultural René Avilés Fabila
(1940-2016), por lo que convirtió a esta ave rapaz en protagonista de una
singular colección de objetos que adquirió con ansia durante los últimos 30
años de su vida.
El cuentista y novelista, que hoy
cumpliría 80 años, y su esposa, Rosario Casco, compraban artesanías con la
figura de este animal nocturno en todos los países y ciudades mexicanas que
visitaban, por lo que lograron integrar un acervo de mil 400 búhos de diversos
materiales, tamaños, colores y estilos.
Era una verdadera obsesión.
Apenas llegábamos a las plazas o a las tiendas y parecía que el búho nos
llamaba, lo encontrábamos rápido”, recuerda Casco, viuda del autor de Los juegos (1967)
y Réquiem
por un suicida (1993), quien ha decidido vender la colección
completa en 300 mil pesos.
En entrevista con Excélsior,
periódico donde el ensayista colaboró desde 1965 hasta su muerte, la doctora en
Economía detalla que el primer búho se lo regaló a René el periodista Jorge
Meléndez y que, a partir de ahí, ellos adquirieron el 90 por ciento de la
colección, aunque muchos fueron obsequios.
Tenemos búhos de vidrio, latón,
madera, cerámica, papel, tela, cuero. Y los fuimos comprando en países como
Francia, Italia, China, Rusia, Corea, Grecia, Turquía, España, Bélgica,
Inglaterra, Estados Unidos, Chile, Colombia, Guatemala, Argentina y México. Es
impresionante cómo gusta esta ave en todas las culturas. Eso le gustaba mucho a
René”, agrega.
Explica que la pasión por
coleccionar esta ave nació a raíz de que el narrador dirigió el suplemento
dominical El
Búho, que se publicó en Excélsior del 15 de septiembre de 1985 al 10
de enero de 1999, con un logotipo diseñado por el escultor Sebastián y la
colaboración de cien artistas plásticos, que dieron vida a unas 250 obras, con
las que posteriormente se integró la exposición Los búhos de El
Búho.
La presidenta de la Fundación
René Avilés Fabila no recuerda cuál fue el primer búho que adquirieron, pero sí
tiene presente que su esposo era capaz de encargar a un artesano de Oaxaca la
confección de un ave y esperar hasta un año a que se la entregaran.
Nos contagió de su fascinación a
todos. Por ejemplo, Sebastián, que era sobre todo escultor, llegó a pintar con
sus manos, no usaba pincel, unos 50 búhos, que ahora forman parte del acervo
pictórico de la Fundación”, narra.
Casco indica que hace tres años
abrió una página en internet (arteraf.com), en la que se puede conocer completo
tanto el acervo de pinturas como de artesanías.
Además de estas colecciones, el
integrante de la generación de La Onda dio vida al Museo del Escritor, que
reúne un total de mil 500 piezas de 250 escritores, entre objetos personales,
muebles, cartas, libros dedicados, fotografías, caricaturas y documentos de
autores de diversos países. Su sueño era encontrarle una sede, pero, tras años
de búsqueda, esto no fue posible.
Ahora, su viuda acaba de donar
este acervo al Club Rotario de México, que instalará el museo en un edificio
construido ex
profeso, ubicado enfrente de la zona arqueológica de Teotihuacan, y
hoy a mediodía firmarán el acta compromiso en la Fundación Avilés Fabila.
Estoy feliz, pues es lo que él
quería: donarlo de manera gratuita, pero que tuviera una sede amplia, que
compartiera un espacio con su biblioteca de 30 mil ejemplares y que se pudieran
ofrecer diversas actividades culturales”, añade.
La promotora dice que la idea es
que el Museo del Escritor empiece a funcionar en abril próximo y espera sea
visitado por quienes acuden a la zona prehispánica.
De esta forma, el público podrá
conocer por fin piezas como el saco, la boina, el escritorio, la máquina de
escribir mecánica y el teléfono del narrador Edmundo Valadés; la mesa de la
sala de juntas del mítico Centro Mexicano de Escritores, donde sesionaron en su
momento creadores de la talla de Francisco Monterde, Juan Rulfo, Jorge
Ibargüengoitia y Juan José Arreola; así como obras autografiadas, en primeras
ediciones, de Mario Vargas Llosa, Pablo Neruda, Carlos Fuentes, Rubén Bonifaz
Nuño, José Vasconcelos, Edgard Allan Poe, Alejo Carpentier, Ernesto Sábato y
Julio Cortázar.
Destaca que el museo integrará
una pequeña sala dedicada a Avilés Fabila, con sus objetos de trabajo, “para
que sus lectores no lo olviden”.