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Hoy es sábado, 23 de noviembre de 2024

Los llamados del búho; René Avilés Fabila

• El narrador y periodista, fascinado por esta ave nocturna, integró una colección de mil 400 objetos, adquiridos en distintos países; el Museo del Escritor, otro de sus sueños, tendrá su sede cerca de Teotihuacan

Los llamados del búho; René Avilés Fabila

Ciudad de México.- Sabiduría, inteligencia, justicia, buena suerte, vigilia. Por todos estos significados, el búho le fascinaba al escritor y periodista cultural René Avilés Fabila (1940-2016), por lo que convirtió a esta ave rapaz en protagonista de una singular colección de objetos que adquirió con ansia durante los últimos 30 años de su vida.

El cuentista y novelista, que hoy cumpliría 80 años, y su esposa, Rosario Casco, compraban artesanías con la figura de este animal nocturno en todos los países y ciudades mexicanas que visitaban, por lo que lograron integrar un acervo de mil 400 búhos de diversos materiales, tamaños, colores y estilos.

Era una verdadera obsesión. Apenas llegábamos a las plazas o a las tiendas y parecía que el búho nos llamaba, lo encontrábamos rápido”, recuerda Casco, viuda del autor de Los juegos (1967) y Réquiem por un suicida (1993), quien ha decidido vender la colección completa en 300 mil pesos.

En entrevista con Excélsior, periódico donde el ensayista colaboró desde 1965 hasta su muerte, la doctora en Economía detalla que el primer búho se lo regaló a René el periodista Jorge Meléndez y que, a partir de ahí, ellos adquirieron el 90 por ciento de la colección, aunque muchos fueron obsequios.

Tenemos búhos de vidrio, latón, madera, cerámica, papel, tela, cuero. Y los fuimos comprando en países como Francia, Italia, China, Rusia, Corea, Grecia, Turquía, España, Bélgica, Inglaterra, Estados Unidos, Chile, Colombia, Guatemala, Argentina y México. Es impresionante cómo gusta esta ave en todas las culturas. Eso le gustaba mucho a René”, agrega.

Explica que la pasión por coleccionar esta ave nació a raíz de que el narrador dirigió el suplemento dominical El Búho, que se publicó en Excélsior del 15 de septiembre de 1985 al 10 de enero de 1999, con un logotipo diseñado por el escultor Sebastián y la colaboración de cien artistas plásticos, que dieron vida a unas 250 obras, con las que posteriormente se integró la exposición Los búhos de El Búho.

La presidenta de la Fundación René Avilés Fabila no recuerda cuál fue el primer búho que adquirieron, pero sí tiene presente que su esposo era capaz de encargar a un artesano de Oaxaca la confección de un ave y esperar hasta un año a que se la entregaran.

Nos contagió de su fascinación a todos. Por ejemplo, Sebastián, que era sobre todo escultor, llegó a pintar con sus manos, no usaba pincel, unos 50 búhos, que ahora forman parte del acervo pictórico de la Fundación”, narra.

Casco indica que hace tres años abrió una página en internet (arteraf.com), en la que se puede conocer completo tanto el acervo de pinturas como de artesanías.

Además de estas colecciones, el integrante de la generación de La Onda dio vida al Museo del Escritor, que reúne un total de mil 500 piezas de 250 escritores, entre objetos personales, muebles, cartas, libros dedicados, fotografías, caricaturas y documentos de autores de diversos países. Su sueño era encontrarle una sede, pero, tras años de búsqueda, esto no fue posible.

Ahora, su viuda acaba de donar este acervo al Club Rotario de México, que instalará el museo en un edificio construido ex profeso, ubicado enfrente de la zona arqueológica de Teotihuacan, y hoy a mediodía firmarán el acta compromiso en la Fundación Avilés Fabila.

Estoy feliz, pues es lo que él quería: donarlo de manera gratuita, pero que tuviera una sede amplia, que compartiera un espacio con su biblioteca de 30 mil ejemplares y que se pudieran ofrecer diversas actividades culturales”, añade.

La promotora dice que la idea es que el Museo del Escritor empiece a funcionar en abril próximo y espera sea visitado por quienes acuden a la zona prehispánica.

De esta forma, el público podrá conocer por fin piezas como el saco, la boina, el escritorio, la máquina de escribir mecánica y el teléfono del narrador Edmundo Valadés; la mesa de la sala de juntas del mítico Centro Mexicano de Escritores, donde sesionaron en su momento creadores de la talla de Francisco Monterde, Juan Rulfo, Jorge Ibargüengoitia y Juan José Arreola; así como obras autografiadas, en primeras ediciones, de Mario Vargas Llosa, Pablo Neruda, Carlos Fuentes, Rubén Bonifaz Nuño, José Vasconcelos, Edgard Allan Poe, Alejo Carpentier, Ernesto Sábato y Julio Cortázar.

Destaca que el museo integrará una pequeña sala dedicada a Avilés Fabila, con sus objetos de trabajo, “para que sus lectores no lo olviden”.