• La obra narra lo sucedido a migrantes y espías alemanes en un campo de concentración en Perote, México
CIUDAD DE MÉXICO.
Un
campo de concentración en México, un grupo de espías alemanes, políticos
corruptos y un dios mexica ávido de sangre son los elementos que sostienen la
trama de Sangre
helada, la más reciente novela de F.G. Haghenbeck (Ciudad de
México, 1965), en la que combina un hecho histórico como el
refugio de migrantes alemanes en México y la mitología prehispánica que inunda
al Cofre de Perote, lo que da como resultado un thriller histórico
que irrumpe con la imagen del dios Xipe Tótec devorando la cabeza de un
político mexicano.
La historia inicia 1943, cuando
migrantes alemanes fueron confinados en México en el marco de la
Segunda Guerra Mundial en la Fortaleza de San Carlos, en Perote, Veracruz. Se
les acusa de espías y no se les permitirá salir sino hasta terminado el
conflicto bélico.
El hecho es real, advierte el
escritor, y se entreteje en una historia con personajes recluidos y pobladores
de Perote que deberán unir fuerzas para evitar el despertar de un dios mexica a
manos de una mujer llamada Marina, quien renueva la narrativa de la Malinche.
¿Por qué eligió como punto de
arranque un campo de concentración en Perote? “Porque es un hecho extraño y
maravilloso que han tratado de acallar las instituciones, al menos los
gobiernos pasados, dado que era una mala imagen para México.
Además, porque me afecta
directamente, pues por mi apellido sabrán que algunos parientes andaban por
allá. Así que la historia comenzó con ese campo de concentración o campo de
emigrados ubicado en Perote, pero me fui más por lo fantástico, apoyado en una
investigación de un historiador de la Universidad Veracruzana que da cuenta del
tema. Me pareció interesante ver cómo sobrevivían en ese poblado. Además, es
inquietante que hubiera familias completas y que muchas fueran a Chiapas en las
cafetaleras”.
¿Por qué narrar desde la ficción y el horror un
hecho histórico? “Tenía ganas de regresar al género de horror, con el cual
puedes hablar a través de metáforas de otros tipos de horrores, más humanos,
como la discriminación y la corrupción de México. El horror nos puede hablar de
cosas a manera de metáfora. Este horror te sirve para hablar de otros terribles
eventos que hubo en México, porque de pronto no nos gusta que nos lo digan a la
cara y sirve para platicar y revelar esos eventos”.
¿La presencia de Xipe Tótec es
una reconciliación de los hombres con su pasado? “Lo veo como una criatura
externa. Además, desde siempre he visto un gran paralelismo entre el panteón de
dioses prehispánicos y el panteón de los dioses cosmológicos que hay en la
literatura de H.P. Lovecraft, porque en ambos se hablaba de dioses amorales que
no se preocupaban por lo humano, que son omnipotentes, que sólo existen y
engullían sangre y corazones de vírgenes cuando así lo deseaban, aunque no soy
el primero que
lo dice”.
Y agrega: “Más que un reencuentro
quería crear una metáfora. Porque en el México de 1943 había un sentimiento
antiextranjero, como miedo a lo extranjero. Entonces se creía que los alemanes
vendrían a poner bombas, mientras que el dios prehispánico es muy nuestro y
cercano. Y esto nos muestra que le tenemos miedo a los de afuera, cuando el mal
y el terror más implacable lo tenemos dentro con este Señor Desollado. Era un
poco esa metáfora”.
Haghenbeck explica que los
nombres que aparecen en esta novela son ficticios, “aunque cada uno está basado
en personajes reales. Por ejemplo, el barón Karl von Graft, conocido como el Chacal de Múnich está
inspirado en dos espías que vivieron en México, quienes fueron cercanos al
presidente Miguel Alemán Valdés, y la familia Federmann se inspiró en una
familia cafetalera de Chiapas.
El Monje Gris, que era un polaco extraño, 90 por
ciento es real y lo construí a partir de la prensa roja de 1943. Era un asesino
serial capturado en esa época, así como el ingeniero (Lázaro) Cárdenas, pues
olvidamos que después de ser presidente, fue el secretario de Guerra que llevó
el tema de la Segunda Guerra Mundial. También por ahí aparece Walt Disney,
entre otros”, añadió.
¿En qué contexto se dio esa
deportación selectiva? “El gobierno de Estados Unidos les pidió a Cárdenas y a
Miguel Alemán, entonces secretario de Gobernación, concentrar a esos alemanes
en un lugar. Pero México ha sido un país corrupto –ése sí es un monstruo–,
donde si no tenías lana o no dabas mordida… te metían al campo de
concentración. En caso contrario te dejaban libre. Así que los espías
verdaderos estaban libres e, incluso, uno de éstos era la amante de Miguel
Alemán, llamada Hilda Kruger, que es parte de nuestra historia y tenemos que
aceptarla con todos sus fantasmas”.
¿En realidad hubo un campo de
concentración en Perote? “Fue distinto a lo que conocemos, era más laxo, como
en Estados Unidos, pero sí eran lugares donde se concentraba gente. Fue real,
aunque no hubo genocidio como en los campos nazis. De esa época me impresiona
el aparato corrupto y la facilidad con que les quitaban sus tierras y los
metían a la cárcel por el hecho de tener un apellido extranjero.
Y abunda: “Hay cartas y denuncias
terribles. La corrupción estaba a todo lo que daba, pero lo que más admiro es
la capacidad que tuvieron esas personas de reinventarse y en menos de una
década habían recuperado lo perdido; ellos son un buen ejemplo de cómo asumir
una crisis”.
¿Qué sucedió con los
sobrevivientes? “Los dejaron libres, algunos regresaron a Chiapas y otros se
fueron a Puebla, donde permanece la comunidad más grande fuera de Alemania”.