• Reforzar lazos y cooperación conjunta cuando esté la vacuna anti-Covid, entre sus encomiendas
Ciudad de México. A días de ganar los comicios
presidenciales en Argentina (octubre 2019), Alberto Fernández viajó a México y
se abrazó con su amigo Andrés Manuel López Obrador. En el encuentro, celebrado
el 5 de noviembre, el presidente electo agradeció los esfuerzos del anfitrión
para apoyar al país que Mauricio Macri había sepultado en la debacle financiera
más abrumadora de todas sus debacles financieras (2015-19).
Distantes en la geografía, hermanados en la
historia, la relación argen-mex volvió a renacer. “Con López
Obrador –declaró Fernández a los medios– tenemos una visión común sobre los
desafíos que enfrenta América Latina”. ¿Palabras?… Algo más que palabras.
Días después, el 11 de noviembre, López
Obrador respondió a un llamado urgente de Alberto. Con prontitud, el Presidente
de México envió a Bolivia un avión con el fin de salvar la vida del presidente
Evo Morales, derrocado por un feroz golpe de Estado. Piloteado por el general
Miguel Eduardo Hernández, coronel Felipe Jarquín y capitán Julio César Sánchez,
oficiales de la Fuerza Aérea, el vuelo sorteó las amenazas de Jair Bolsonaro si
la nave ingresaba en el espacio aéreo de Brasil, junto con la negativa del
presidente de Ecuador, Lenín Moreno, y el de Perú, Martín Vizcarra, quienes
prohibieron el reabastecimiento del avión en sus territorios.
Luego, tras tomar posesión, el presidente
argentino se volcó a la delicada tarea de escoger a su representante en México.
El señalado fue Carlos Alfonso Tomada (Buenos Aires, 1948), ex ministro de
Trabajo de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner (2003-15).
En el sillón de Manuel Ugarte
–Mi infancia transcurrió cruzada por México
–confiesa Tomada en entrevista con La Jornada–. “Mi madre era socialista y
profesora de historia. Y mi padre, peronista, muy lector. La revolución, la
época de Cárdenas, eran temas recurrentes los domingos a la mañana, acompañados
de música clásica, boleros y corridos mexicanos. Así, cuando me dijeron ‘te vas
a México’, no lo podía creer. Sentí una mezcla de orgullo y alegría. No podía
haber habido mejor lugar ni mayor distinción.
–Y ahora ocupa el sillón de Manuel Ugarte.
–El sillón me queda grande. De los
embajadores argentinos en México, Ugarte fue el más relevante por lo que
representa en el pensamiento latinoamericano, desde una perspectiva que lo
llevó del socialismo a ser embajador de Perón (1946-48).
–De los 40 y pico de ministros que circularon
en el gobierno de los Kirchner, usted fue el único que se mantuvo 12 años y
medio en un cargo particularmente complejo, atendiendo el interés de los
trabajadores y el de los empresarios. Cuéntenos el resultado.
–Antes que nada, debo decir que fui parte de
tres equipos de gobierno, con ideales que hoy se expresan en el pensamiento del
presidente Alberto Fernández: primero los últimos para llegar juntos.
Durante nuestra gestión, el empleo registrado creció 91 por ciento. La tasa de
empleo no registrado afectaba a casi 50 por ciento de los asalariados, y la
bajamos a poco más de 30. La desocupación se redujo de 20 a 6.6 por ciento y se
crearon 5.8 millones de puestos de trabajo declarados en el sistema de
seguridad social.
–¿Cuáles fórmulas mágicas encontraron para
alcanzar tales objetivos?
–Nada de magia. Si un proyecto económico
renuncia a la inclusión social y carece de voluntad política, se convierte en
abstracción. Con el Plan de Regularización del Trabajo se fiscalizaron cerca de
1.4 millones de establecimientos, que incluyeron más de 4 millones de
trabajadores. La cobertura se incrementó 100 por ciento, y los trabajadores
cubiertos aumentaron 88 por ciento. En materia de negociación colectiva se pasó
de homologar 200 convenios básicamente de empresas, hasta registrar en 2014
cerca de 2 mil acuerdos de actividad y de empresa. Pero no quiero abrumarlo con
números que los organismos técnicos especializados han reconocido.
–Sin embargo, en 2015 las derechas ganaron
las elecciones, y a velocidad de vértigo pegaron un giro de 180 grados a las
conquistas sociales del kirchnerismo.
–Perdimos por un punto, y cuatro años después…
fracasaron. Creo que las derechas argentinas deben reflexionar en qué país y en
qué mundo pretenden vivir, entendiendo que democracia y concentración de la
riqueza son términos excluyentes que, incluso y más allá de las ideologías,
perjudican los intereses de las pequeñas y medianas empresas.
–¿Ha imaginado usted el camino a seguir en
medio de la pandemia global en curso, y con el poder real de las derechas
incólume?
–Reitero: inclusión social y voluntad
política. La democracia no es favorable a las derechas. De ahí la virulencia de
los medios, que a veces supera a las más odiosas palabras de los dirigentes
derechistas. Las derechas insisten en asumirse como defensoras de la república,
de las instituciones, y cuando llegan al gobierno no respetan el juego democrático.
–¿Cómo cree que será el mundo de la
pospandemia?
–Sería poco serio afirmar algo
categóricamente. Aunque estoy seguro de que será un mundo distinto porque los
trabajadores, que han sido víctimas de esta suerte de doble pandemia, la
neoliberal y la sanitaria, no están dispuestos a sufrir más ajustes. La
pandemia revalorizó el sentido del trabajo, la centralidad del trabajo. Cuando
no hay trabajo todo se derrumba, todo se cae.
Tareas en México
–¿Qué momento atraviesan las relaciones entre
Argentina y México?
–Un momento estimulante y extraordinario, con
grados de empatía y de acercamiento como pocas veces ha ocurrido a nivel
gubernamental. Ambos gobiernos gozan de un gran reconocimiento internacional
por parte de los principales jugadores de la escena mundial. En todos los
terrenos hay razones que nos permiten ser optimistas. Fuera de reforzar
vínculos políticos y el intercambio comercial, las instrucciones que traigo del
presidente Fernández y el canciller Felipe Solá contemplan múltiples proyectos.
El más importante, la cooperación conjunta cuando tengamos la vacuna contra el
Covid-19. Luego, la agencia satelital, el impulso a la democracia
parlamentaria, y las relaciones culturales para que México esté más cerca de
Argentina, y Argentina más cerca de México.
–Los argenmex aseguran que el kilo de yerba mate
cuesta menos en México que en su país.
–Paso. Me quedo con el inigualable café de
Oaxaca y Veracruz.