• La seguridad en la Casa Rosada estuvo amenazada. Fanáticos de 'El Diez' acudieron en masa para agradecerle que los hizo "delirar de alegría"
Buenos Aires. Como siempre sucedió en su vida,
la dolorosa despedida del nuestro eterno Diego Maradona estuvo
rodeada de tumultos e incidentes y algunas desesperadas acciones que pusieron
en grave peligro, por momentos, la seguridad de la Casa Rosada (de gobierno)
donde se velaron los restos del ídolo más grande del futbol argentino y quizá
del mundo que hoy lo llora.
Sucedió cuando un grupo de
hinchas, acostumbrados a la violencia en los partidos, encabezaron una acción
rápida de varios centenares de seguidores que habían permanecido durante toda
la noche en los alrededores de Plaza de Mayo para lograr estar entre los
primeros que desfilarían ante el féretro para despedir a Maradona, derribaron
las vallas y luego saltaron sobre las rejas que rodean a la sede gubernamental
ingresando al interior.
Allí estaban, junto a los
familiares de Maradona, el presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta
Cristina Fernández de Kirchner, funcionarios y otros dirigentes de futbol
creando un momento de extrema tensión, una difícil situación, que también
paralizó a todos.
Poco después y mientras los
policías que custodiaban el interior de la Casa Rosada intentaban controlar al
grupo que ocupó el patio central de La Palmera, y algunos pasillos de las
oficinas, se decidió trasladar el ataúd cubierto con una bandera argentina y
sobre el que el presidente Fernández también colocó pañuelos blancos de las
Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, junto con flores, camisetas y otros
recuerdos que dejaron los que pudieron llegar a despedirlo y lo llevaron al
Salón de los Pueblos Originarios. También se trasladaron a un lugar más seguro
los altos funcionarios y familiares.
Miembros de seguridad lanzaron gas pimienta
para disuadir a los que intentaban seguir saltando las rejas y a los que estaban
dentro. Fueron escenas alarmantes. La contención era difícil dentro de la Casa
Rosada, ya que hasta esos momentos las multitudes que estaban no sólo en la
Plaza de Mayo, sino en las avenidas de Mayo y la 9 de julio intentando llegar
al velatorio, habían permanecido cantando y gritando consignas, no sólo
futboleras sino otras que demostraban el profundo amor de los seguidores del
ídolo.
Repentinamente llegaron policías de la Ciudad
de Buenos Aires, en motos y armados para la represión, y actuaron sin ninguna
necesidad con extrema e injustificada violencia, disparando balas de goma,
gases lacrimógenos y otros. También realizaron disparos disuasivos que
atronaban el lugar y más grave aún policías de civil, que fueron parte de la
represión, pero también de generar ellos mismos más disturbios. Esto evidenció
las miserias de una oposición derechista sin reglas.
El sueño de miles que querían simplemente
despedir a Diego se cortaba de repente. También reporteros y fotógrafos fueron
reprimidos y algunos resultaron heridos. Las imágenes sorprendieron a todos y
los gritos del pueblo reclamando tranquilidad a las fuerzas y acusando al
opositor jefe de gobierno de la ciudad, el derechista Horacio Rodríguez
Larreta, por esta situación, se elevaban sobre las sirenas.
Vinimos a despedir a nuestro Diego como
cuando lo hicimos con nuestro (ex presidente) Néstor Kirchner y nos están
reprimiendo violentamente, denunciaron los más jóvenes a gritos, entre una
multitud que desafió la pandemia, las restricciones y cuidados y manifestó al
mejor estilo futbolero, con canciones y llantos, su gran reconocimiento al
jugador, al que sentían como un compañero de lucha.
Todo quedó filmado, los heridos por balas de
goma, los detenidos, incluso los agentes encubiertos que golpearon a los periodistas.
Fueron momentos de extrema tensión y de asombro e indignación.
Inédito momento, que comenzó a ceder cuando
el ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro, exigió a Larreta y Diego
Santilli (jefe de gobierno y vicejefe de la Ciudad de Buenos Aires) que frenen
ya esta locura, que lleva adelante la policía de la ciudad. Este homenaje
popular no puede terminar en represión y corridas a quienes vienen a despedir a
Maradona.
En la Subsecretaría de Intervención Federal
del Ministerio de Seguridad se explicó que de ninguna manera hubiéramos
dado indicaciones de despejar o reprimir; recién nos comunicamos con las
autoridades de la ciudad para solicitarle que no se produzcan más desbandes.
En medio de toda esta serie de escenas
caóticas, en el funeral masivo del jugador más grande de todos los tiempos de
Argentina, se introdujo lamentablemente la cuña de una dura campaña política
opositora. A su manera, ese sector político al que Maradona criticó en los
términos fuertes, como sabía hacerlo, tuvo su oscura participación en el
funeral, ocupando el lugar que le correspondía en esta escena lamentable.
Las imágenes fueron dolorosas, pero cuando
finalmente el vehículo que transportaba el féretro y las flores salió de la
Casa Rosada, la multitud se había calmado y agitaba la bandera argentina, y
también había italianas, wipalas y grandes fotografías del Maradona joven, el
que hizo delirar de alegría a este pueblo y en especial a los más humildes, a
los que entendía sin necesidad de palabras. Hubo una frase unitaria y repetida
miles de veces: lo amamos porque nos dio alegrías en la niñez, en la
juventud y en la vejez, para muchos fue la única gran alegría de sus vidas
difíciles.
Descansa junto a sus padres
Analizando la situación vivida quedó una
preocupación y seguramente habrá decisiones en los próximos días. Hubo reclamos
de los manifestantes a la familia de Maradona y su decisión de adelantar el
sepelio y trasladar el féretro a Bella Vista, a 35 kilómetros de esta capital
en la provincia de Buenos Aires, donde están los restos de los padres de Diego.
Miles reclamaban que el velatorio continuara uno o dos días más, porque se
habían movilizado desde lugares lejanos para despedirse de quien según la
mayoría les había dado los mayores momentos de alegría. Uno de los
carteles que se salvó de la represión tenía pintada una frase de
Maradona: yo crecí en un barrio privado... privado de luz, de agua, de
teléfono.
La noche de este jueves seguían en las calles
centenares de admiradores que persisten en su despedida alrededor de Plaza de
Mayo, pero también en distintos lugares y barrios donde se levantan los que
llaman altares del amor. En uno de ellos cuelgan recortes de todos los
diarios del mundo.