• Los colonos de este lugar celebran, por décimo año consecutivo, la colocación de altares de muertos en lugares emblemáticos, como museos, centros culturales y plazas; por covid-19, habrá también actividades virtuales
CIUDAD DE MÉXICO.
Cien ofrendas en una década. En San Ángel, la tradición del Día de
Muertos se ha convertido en una iniciativa comunitaria, en la que año con año
se involucran directores de museos, promotores de centros culturales,
galeristas, administradores de plazas comerciales, algunos restaurantes y los
vecinos; éstos han sido pieza clave para reposicionar a este barrio como una
zona de monumentos históricos y patrimonio tangible e intangible de la Ciudad
de México, como ha sido declarada.
Celebramos diez años de
este importante esfuerzo, un trabajo participativo, para consolidar una de las
tradiciones más arraigadas en la cultura mexicana, a partir de un programa de
actividades artísticas y de formación que cada vez es más rico e imaginativo”,
afirma Fátima Cabañas.
La integrante de la Unión
de Colonos de San Ángel, San Ángel Inn y Tlacopac comenta en entrevista que en
2010 decidieron participar de una manera más activa, apoyando en la difusión y
en conseguir apoyos en especie, porque “sentíamos que está tradición se estaba
olvidando y hoy las ofrendas de muertos son muy visitadas”.
Explica que “el proyecto
pasó de ser una exposición de ofrendas a un verdadero festival, donde se llevan
a cabo talleres, conciertos, charlas, presentaciones de libros, recorridos por
los cinco museos ubicados en el área y ceremonias tradicionales”.
La comunicóloga agrega que,
a pesar de lo atípico de este 2020, debido a la pandemia, no quisieron dejar de
festejar esta tradición y sus primeros diez años de labor comunitaria, por lo
que se han organizado en siete recintos tanto ofrendas presenciales, “que se
llevarán a cabo con estrictas medidas sanitarias”, como virtuales, entre otras
actividades.
Señala que comenzaron a
colaborar con los museos con el Altar de Dolores de Semana Santa. “Después
vinieron las ofrendas, que han sido muy bien recibidas. Cada espacio monta el
altar conservando su propia vocación, ya sea de estilo tradicional, conceptual,
con grupos indígenas o con arte virreinal”.
Ahora, detalla, participan
los museos Casa del Risco del Centro Cultural Isidro Fabela, el de El Carmen,
el Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, el de Arte Carrillo Gil y el
Soumaya de Plaza Loreto, así como el Instituto Nacional de Estudios Históricos
de las Revoluciones de México (INEHRM) y el Centro Comercial y Cultural Plaza
Loreto.
Muchos no pudieron unirse
este año, como El Cardenal y la Galería Toca Madera, pero sabemos que apoyan
que San Ángel sea un lugar único que conserve sus tradiciones”, indica.
Cabañas aclara que las
ofrendas de muertos de los museos están dedicadas a artistas o personajes
importantes. “Así, el público conoce su vida y obra de una forma más cálida y
emotiva”.
LAS OFRENDAS
Entre la oferta presencial
destaca el Museo de El Carmen, que presenta la exposición Xólotl,
compañero del más allá y una ofrenda en honor del artista
plástico Manuel Felguérez (1928-2020), quien murió en junio pasado víctima del
covid-19, y del personal de salud que falleció trabajando. Se exhiben también algunas
esculturas de Felguérez.
En el Museo Casa del Risco,
la fuente del patio sirve de base para la ofrenda que rinde homenaje al
fundador del recinto: don Isidro Fabela (1882-1964). En las salas interiores,
después de la muestra La magnolia iracunda, se ubica la ofrenda dedicada a
Aurora Reyes (1908-1985), la primera muralista mexicana.
El dibujante, pintor y
escultor Juan Soriano (1920-2006) inspira la ofrenda del Museo Soumaya de Plaza
Loreto. Y la Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo dedica su altar al
arquitecto Juan O’Gorman (1905-1982), en el marco del 115 aniversario de su
nacimiento.
Y, como parte de las
actividades virtuales, el INEHRM ofrece Irse para volver: Día de Muertos, un video que recorre
los vínculos religioso y pagano, festivo y doloroso, cultural y místico, entre
los mexicanos y la muerte.
El Carrillo Gil ha abierto
un micrositio para que los colaboradores del museo compartan imágenes y textos
dedicados a sus compañeros y familiares muertos por el covid-19; además de
cápsulas históricas de las ofrendas emblemáticas.
Y la Unión de Colonos,
fundada en 1993, organizó una muestra retrospectiva con imágenes de las 100
ofrendas de la última década y suben un video diario.
La idea es difundir esta
tradición para que la gente se sienta orgullosa de su identidad”, asegura
Fátima Cabañas. “Esta labor cultural es una forma de defender nuestro
patrimonio y luchar contra la voracidad de autoridades y desarrolladores que
amenazan con alterarlo”, concluye.
La mesa restaurada: Memoria y
reencuentro, realizada en colaboración
con el artista francés Jean Paul Gaultier (1952), el enfant
terrible de la moda, y Mis juderos son las ofrendas de muertos que
exhiben la Casa Azul Museo Frida Kahlo y el Museo Diego Rivera Anahuacalli,
respectivamente.
El altar de la Casa Azul es
una instalación en la que dialogan “la mirada amorosa” de Gaultier hacia México
y su admiración por la pintora Frida Kahlo y el virtuosismo de los artistas
tradicionales de Guanajuato. Todo, en torno a la obra La
mesa herida, que Kahlo pintó en 1940.
Además, apunta un
comunicado, en el recinto se exponen dos piezas de alta costura de
Gaultier: El
corset negro y el Vestido morado con corbata; estas obras son parte de
la colección que el diseñador le dedicó a Kahlo en 1998.
Y Mis
juderos es un tributo a los artistas mexicanos de la
cartonería, cuyo trabajo Diego y Frida apreciaron, coleccionaron y admiraron.
Una creación original de Karla Niño de Rivera, está montada en el espacio del
Anahuacalli que representa al Inframundo, recordando a los artistas Carmen
Caballero y Pedro Linares.
Esta ofrenda, con papel
picado de Casa de la Cruz en Veracruz, honra a los seres queridos fallecidos,
así como a personas anónimas, inmigrantes y a los afectados por la actual
pandemia.