• Tiene gran atractivo ver la lucha entre Pumas, Cruz Azul, Tigres, Monterrey y América
Ciudad de México
El aderezo –una
sobredosis de emoción y morbo– llega en la recta final del torneo, cuando
al más puro estilo mexicano se busca a contrarreloj reparar el daño por los
puntos dejados en el camino, ya sea por desidia, indolencia o ineptitud. Ahí
van todos en tropel, afanados por traspasar la angosta puerta hacia el recinto
de los cuatro primeros, los que van a exentar el repechaje al lado del rey
León, único equipo que hizo los deberes a tiempo.
Tiene gran atractivo ver la
lucha entre Pumas, Cruz Azul, Tigres, Monterrey y América. Los regios ya se
desperezan, afilan las garras y muestran el colmillo retorcido, saben de su
potencial, pero sobre todo conocen a ciegas el camino de la liguilla. Para
ellos empezó lo bueno, lo demás era cosa de ir al trote; no había razón para
desgastarse, sólo debían avanzar mirando de soslayo a la liebre puntera.
En la penúltima fecha los
Pumas no lograron aprovechar los apremios del Rebaño que más que
sagrado parece endemoniado, con bajas por Covid y jugadores urgidos de un
exorcismo que les saque del alma las ansias locas de lanzarse de cabeza a los
placeres frívolos, porque ni el Rey Midas, Víctor Vucetich, ni los duros
reglamentos que impuso el directivo Ricardo Peláez los alejan de las
tentaciones.
Chivas parece un cómico kindergarden.
Apenas en agosto, tras ser exhibidos Uriel Antuna y Alexis Vega –enfiestados
con banda, canciones y botellas–, el capitán Jesús Molina asumió el rol de
tutor y prometió ser más cabrón con sus ovejas descarriadas. Hoy
puede decir que fracasó en esa misión y admitir que cada quien es responsable
de sus actos y de su falta de profesionalismo.
Haber separado a Dieter
Villalpando, José Juan Vázquez, Eduardo López y Alexis Peña fue atinado. El
escarmiento resultó un aguijonazo para el plantel rojiblanco, que saltó a la
cancha de CU con ánimo de lavar su percudida imagen y ¡a punto estuvo de
llevarse los tres puntos! Los dirigidos por Andrés Lillini mostraron una pésima
defensa, como ha sido a lo largo del certamen, aspecto que resalta aún más la figura
del portero Alfredo Talavera.
Tuzos y Chivas, ubicados por ahora en séptimo y
octavo lugar, se perfilan para ser los primeros perjudicados con el trasnochado
invento del repechaje. Cruz Azul volvió a las andadas: si Jonathan Rodríguez no
carbura, La Máquina se apaga y es una incógnita hacia lo que viene. Todo se
definirá en una última jornada de foto-finish, en choque entre celestes y
auriazules, Monterrey debe vencer a domicilio al Guadalajara; América lo mismo
frente a Bravos, y a Tigres le espera un flan ante Atlas.
El repechaje es una oda a la
mediocridad. Mazatlán, por increíble que parezca, con 33.3 por ciento de
efectividad tiene remotas ilusiones de entrar a la repesca y ser campeón. Pero,
a pesar de la goleada al San Luis, necesita ganar ante Santos, y que Bravos y
Puebla caigan frente al América y San Luis, respectivamente. Hoy sólo cuatro
equipos están eliminados: Xolos, Atlas, Querétaro y los potosinos.
El Guardianes ha sido un
torneo aciago para los estrategas, con siete cesados. Las directivas de los
equipos de media tabla hacia abajo no invierten en refuerzos, pero con descaro
exigen resultados. Un desgastado Memo Vázquez se desdibujó, perdió
clase y con amargura la emprendió contra sus dirigidos, dijo que de haber
podido hubiera hecho 11 cambios ante Mazatlán. Horas después fue echado del
timón.
La realidad demuestra que los
equipos que están en la parte alta son los comandados por técnicos que
recibieron un voto de confianza, quizás no en este torneo, sino en anteriores,
y gracias a ello han logrado regularidad y resultados. En el calamitoso 2020,
sin descenso y con la nueva normalidad de brotes del coronavirus en una y otra
plantilla, hacía falta más respaldo al timonel y menos huecos homenajes para
intentar quedar bien frente al público.
A la espera de la lista del
seleccionador Gerardo Martino rumbo a los partidos en Austria ante Corea del
Sur y Japón, destaca el detalle de los equipos ingleses Tottenham y
Wolverhampton –donde es todo un ídolo Raúl Jiménez– adoptando la tradicional y
colorida costumbre mexicana de instalar un altar de muertos.