• En Demasiado odio, su nuevo libro, la escritora y socióloga mexicana desmenuza a un país roto por la violencia
Ciudad de México
Han transcurrido siete meses desde que se
decretó la emergencia sanitaria, pero muchos años más, décadas, desde que
México comenzó a padecer las consecuencias de la violencia del crimen
organizado.
“Querida Beatriz, México no es para ti,
México ya no es para nadie. Por favor piénsalo bien, por favor ¡no se te ocurra
venir!”, se lee en el incipit de la más reciente novela de Sara Sefchovich,
Demasiado odio, secuela —y no— de Demasiado amor, publicada en 1990 y llevada
al cine por Ernesto Rimoch, con Karina Gidi y Ari Telch como estelares.
“No sé si sea una forma de alejar a mis
demonios, de exorcizar a los fantasmas, o una manera de convivir con ellos y
tratar de comprenderlos. Es todo al mismo tiempo, porque cuando uno vive, trata
de hacerlo de la mejor manera y se adapta lo mejor que puede a todo lo que se
debe adaptar, llámese violencia, pandemia, amor, economía. Si no te puedes
adaptar, no puedes vivir. Es más bien un llamado: aquí estamos y es necesario
ver cómo le hacemos para vivir lo mejor posible dentro de lo que hay”, explica
la escritora cuando se le pregunta por el sustrato de esta historia en la que
Beatriz decide volver a México, un país muy distinto a como lo recuerda.
“En el mundo que es hoy, ella tendrá
recuerdos del otro país que conoció y será la persona que puede ser 25 años
después, con los cambios de los que, a veces, nos damos cuenta, además de
aquellos de los que muchas veces no nos damos cuenta, porque son imperceptibles
y sólo nos queda adaptarnos a lo que es la vida. De hecho, es una historia de
amor: una historia de amor que sucede hoy y que sólo podría suceder en la
actualidad, aunque no podamos reconocerla. Para la protagonista, es su
normalidad. Tú sabes cosas que ella no tiene por qué saber: nació en este
mundo, como sucede con la sobrina de Beatriz, y la ficción se construye sobre
ese mundo que ahora es real, como vas construyendo la educación de tu hija.
Vivimos el mundo que nos tocó”.
Demasiado amor (Océano) narra el regreso de
Beatriz a nuestro país, que no es el que dejó sino otro mucho más oscuro,
reflejo del paso del tiempo y de una realidad a la que resulta indispensable
adaptarse.
“Quienes hayan leído la primera novela se
darán cuenta que es la misma protagonista, pero 25 años después. Es una novela
independiente, en la que Beatriz vive sus propias vivencias y su propio
momento. Beatriz no es nostálgica, no extraña el pasado, no piensa que el
pasado fuera mejor que hoy. Quiso seguir haciendo sus caminos, sus viajes, pero
sin extrañar aquellos días”, dice Sefchovich.
Sobre cuándo decidió emprender esta secuela
de la exitosa Demasiado amor, dice: “A mi vida, Beatriz regresó hace más o
menos cinco años y me dijo: quiero conocer qué está pasando ahora, volver a
hacer esos viajes, tener más historias de amor; ya no quiero estar encerrada
como estaba. Empezó a perseguirme y yo la alejaba, hasta que un día me ganó la
partida y empezamos a contar la historia de esa Beatriz que se vuelve a subir a
un avión para viajar por México y tener una historia de amor”.
Maestra en Sociología y doctora en Historia,
Sara Sefchovich es autora de libros como La suerte de la consorte: las esposas
de los gobernantes de México; País de mentiras: la distancia entre el discurso
y la realidad en la cultura mexicana o El cielo completo: mujeres escribiendo,
leyendo.
Durante dos años, cuenta la escritora, se
dedicó por completo a Demasiado odio, escuchando a Beatriz, tratando de ver el
mundo como ella lo veía, y escribiéndolo así, sin dejarse llevar por cuestiones
académicas o sociológicas: “A pesar de los cambios en el mundo, hay formas de
vivir el amor, de tener afectos, encontrar gusto y tener esperanza, no siempre
de manera dulce. No es una novela romántica en el sentido tradicional, es una
novela dura, fuerte, de lo que podría ser la vida hoy. Beatriz no la inventa,
no la construye... La vive tal como es, como se puede vivir hoy en México o en
el mundo”.
Por ello, el amor es central en la novela. A
veces la esperanza y, muchas otras, la desesperanza. No es porque la
protagonista o los personajes de esta ficción así lo decidan, sino porque así
sucede en la vida real: “lo que van viviendo genera sus sensaciones y, a veces,
son de felicidad y esperanza y otras no”.
La novela refleja la realidad en la que
estamos inmersos, pero Sara Sefchovich advierte que siempre la imaginó como una
ficción: no buscó hacer un ensayo sociológico, ni establecer comparaciones con
el pasado, sino escribir a partir de las experiencias actuales, sin hacer
cuestionamientos que salieran de las posibilidades de la ficción.
“Algunas personas construyen novelas desde lo
estrictamente autobiográfico. Yo no, mejor escribir novelas donde los
personajes tienen mucho que ver con el mundo que los rodea, con la sociedad a
la que pertenecen. No se trata de un ensayo, ni de una novela de compromiso,
sino de una ficción que se crea a partir de lo que es posible en este momento,
en este país y en este mundo”.