• El también periodista dijo que se siente contento con el reconocimiento, porque no es fácil la poesía. En América Latina hay voces fabulosas, y a escala de habla hispana también
Monterrey, NL., El poeta Margarito Cuéllar Zárate (San Luis
Potosí, 1956) ganó este viernes el Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón
Jiménez, que convoca y otorga la Diputación de Huelva, España, por su
poemario Nadie,
salvo el mundo, que se lee con alegría, pues une sabiamente
poesía y narratividad, argumentó el jurado.
El escritor, quien vive en Nuevo León desde
1973, fue elegido de forma unánime de un total de 960 obras presentadas al
concurso. El premio consta de 12 mil euros y la publicación de la obra.
Los poetas Juana Castro, Manuel Rico y Dante
Medina consideraron que la obra de Cuéllar es universal, con diversas
lecturas, a diferentes niveles, que puede ser gustada por toda clase de
lectores, y que integra, en sus pretensiones, las dos orillas de la lengua
castellana: España y la América hispanoparlante.
En el libro premiado, añaden, hay
humanismo, belleza, dolor, valores. Naturaleza, música, familia. Y hay memoria
y evocaciones. También metapoesía, reflexión sobre el propio hecho poético.
Recrea el lenguaje y lo transforma y renueva, algo que constituye la primera
función de este género literario. Los términos hijar, hijaria, y sobre todo
matria, son sólo una muestra de ello, recoge el acta del premio.
Talacha constante
Para Cuéllar Zárate, quien estudió periodismo
en la Universidad Autónoma de Nuevo León, la poesía es una talacha
constante y la prueba son las veces que anheló ser ganador de este premio.
Gracias a la pandemia, finalmente pude
participar, pues este premio lo he intentado unas dos veces; por lo que quieras
se me pasó enviar el libro este año, la convocatoria venció en marzo, pero
luego, debido al nuevo coronavirus, por ley, los españoles estuvieron obligados
a ampliar los tiempos de sus programas, entonces lo mandé en junio, explicó el
poeta a La
Jornada.
La noticia del triunfo llegó en dos llamadas
que, por la diferencia de horarios entre España y México, despertaron a
Cuéllar, aunque no logró contestar ninguna de ellas.
“A las cuatro de la mañana sonó el celular
primero, luego el teléfono fijo, lo cual es raro, pero no pudimos contestar
ninguno, estaba medio dormido, medio zombie, y me quedé con la duda hasta las
siete, que llegó un correo electrónico del presidente de la Fundación Juan
Ramón Jiménez.
Ahí empezó esta locura que a veces nos
reserva la poesía; es un albur permanente la poesía y ser poeta; ahora nos tocó
cosechar este fruto, contó.
El escritor, siempre al margen de los
reflectores, pero sin dejar de lado el oficio, reitera que se siente contento
con este reconocimiento, porque no es fácil la poesía; hay mucha gente
escribiendo. En América Latina hay voces excelentes, fabulosas, y a escala de
habla hispana también. La verdad estoy muy contento de que esto sucediera y que
haya sido por unanimidad.
En su poemario galardonado, Cuéllar habla de
la matria, “la
patria femenina, violentada, rota; esa es la parte central. También toca
aspectos que tienen que ver con la familia, con los abuelos, con la patria,
pero nombrada como mujer, como matria, la patria como casa, la casa familiar, la
casa cuando se rompe, no el vínculo familiar, sino que hay que hacer vida
aparte; todas las casas están ahí presentes, y también la casa de la matria, con
esta atmósfera enardecida y violenta que hemos tenido en los años recientes”.
El poeta recalca que el texto ganador fue
trabajado como una artesanía: invirtió tiempo y dedicación constante.
Es un libro en el que confiaba, aunque ya lo
había presentado por aquí, en uno que otro concurso en México, y lo fui
trabajando, porque, finalmente, el poema es como una artesanía: una pieza que
trabajas y trabajas, con el riesgo de que desaparezca de tanto hacerlo, como
cuando se talla la madera o algún metal, pero yo confiaba en este trabajo.
Cuéllar Zárate es también periodista y cuando
se le pregunta de dónde es, dice que de muchas partes, pues nació en
Ciudad del Maíz, San Luis Potosí, en 1956, vivió un tiempo en Tamaulipas y,
finalmente, fijó su residencia en Monterrey, Nuevo León, en 1973, donde ha
coordinado talleres literarios.
Nadie, salvo el mundo, crea ambientes o clímax nuevos, que recuerdan
a las creaciones del realismo mágico. Algo que se refuerza con la inclusión de
algunos poemas fechados en distintos años de la década pasada, lo que puede
crear una/otra historia paralela a la de los poemas centrales. Es un gran
libro, lleno de luz y de memoria, añadió el jurado.
También se anunció que la próxima edición del
premio pasará de ser Hispanoamericano a Iberoamericano, para dar cabida a
la producción en lengua portuguesa, y que a partir de este año, además de la
edición en papel, se hará una edición digital que se lanzará el mismo día que
la versión impresa, una medida que demuestra que un premio con 40 años de
historia está vivo y se adapta al signo de los tiempos.