• Se conmemora el 117 aniversario del Teatro Juárez
CIUDAD DE MÉXICO.
Estafas,
trata de personas, entierros clandestinos y asesinatos conforman el universo
que recrea la novela Las muertas (1977), de Jorge Ibargüengoitia
(1928-1983), que ahora, adaptada y dirigida por Luis Martín Solís, se estrena
como una lectura dramatizada con canto y coreografía en Guanajuato, lugar donde
ocurrió la historia original.
Esta obra de uno de los
escritores más importantes y singulares del siglo XX, nacido en Guanajuato, es
la ficción de un caso real, el de las Poquianchis, sobrenombre de las hermanas proxenetas y
asesinas seriales activas entre 1945 y 1964.
Sabemos que la trata de personas,
las desapariciones y los feminicidios, sobre todo la violencia contra las
mujeres, es un tema vigente y urgente”, asegura Solís en entrevista con Excélsior. “Lo
que nos cuenta la novela es casi un kínder si lo comparamos con lo que ocurre
hoy, 40 años después. En ese suceso fueron 90 las muertas, pero ahora son
miles”.
El director de escena lamenta que
la violencia sea “una realidad a la que nos acostumbramos y si no te toca de
cerca parece que no existe. Esta pieza nos invita a reflexionar sobre qué está
pasando con este país, por qué todo está fuera de control”.
Las muertas se desarrolla, detalla, entre León, San
Cristóbal y San Francisco del Rincón (San Pancho), y en Purísima enterraban los
cuerpos de las prostitutas. “Estamos en el lugar del ajo de la novela”, dice,
tras evocar la violencia que impera en Guanajuato.
El creador, también
guanajuatense, quien recibió este encargo de Cristina Vázquez, la productora de
la empresa Contenidos Artísticos, dice que lo que más le gusta de
Ibargüengoitia es su capacidad para retratar con humor la vida por el lado que
más duele.
Es interesante que una de las
historias que conmovieron al país en su momento, la de las Poquianchis, esté
reflejada con esta actualidad. Cala hondo, sobre todo por el humor tan negro y
la ironía del autor. Es una novela negra increíble, es un modelo del género.
Los personajes y las situaciones están elaboradas con una maestría tremenda”,
indica.
Respecto a la adaptación, Solís
explica que se habla tanto de la novela como de la vida del autor. “La teatralizamos,
no damos datos solamente, sino que tratamos de jugar con el texto para que las
nuevas generaciones conozcan al escritor más importante del estado”.
Destaca que logró hacer una buena
síntesis de la obra. “Me costó sangre. No se desarrolla toda, pero el público
se enterará de qué trata de principio a fin. Hice un apretón de tuerca para
irnos a los hechos principales.
Introduje la música que se tocaba
en las rocolas de los burdeles. El mismo Ibargüengoitia va poniendo algunas de
las canciones y otras tienen que ver más con ese universo de cantina”, agrega.
ESCENAS DE LANDRÚ
Quien ha montado ópera, musicales, danza y
espectáculos multimedia añade que, como datos biográficos de Ibargüengoitia,
pondrá dos escenas de Landrú, de Alfonso
Reyes. “Al escribir una crítica devastadora sobre ese montaje, la cúpula
literaria se le echó encima, le hicieron la vida imposible, y Jorge decide
dejar el teatro y la crítica teatral”.
Narra que esta obra “se montó sólo dos veces en la
Ciudad de México, en los años 60 y 80, dirigida por Juan José Gurrola. Pero en
Guanajuato, el compositor Rafael Elizondo, Luis Rivero y el coreógrafo Carlos
Gaona hicieron tres veces Landrú. Ahora volverá a
sonar. Es interesante porque tiene que ver con un asesino serial, un
feminicida”.
El reparto de Las muertas está
integrado por las actrices Mariana Gajá, Marissa Saavedra y Maru Jones, y la
bailarina y coreógrafa Pryska Vargas. “Se trata de mujeres de gran solvencia
escénica, que lo mismo hacen personajes femeninos que masculinos a lo largo de
la obra. Además, tener un reparto femenino le da más sentido al montaje”,
apunta.
De hecho, toda la realización de
la obra fue diferente. Planeamos y nos pusimos de acuerdo sobre las situaciones
y los personajes a través de la plataforma Zoom. Los días de ensayo presencial
utilizamos cubrebocas. Y, en el escenario, instalamos pequeñas islas, cuidando
que no haya proximidad entre los actores, a pesar del movimiento”.