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Hoy es jueves, 21 de noviembre de 2024

En privado

• Coaligados • Tiempos de Unidad


Si las dirigencias priistas sudcalifornianas piensan realmente con inteligencia, deberán llegar a la conclusión que los inobjetables triunfos que se obtuvieron recientemente en Hidalgo y Coahuila, de ninguna manera les recomiendan que echen las campanas al vuelo. Y mucho menos que se avienten la cola al hombro para esperar sentados las mieles del triunfo que pudiera traerles el 2021.  

Por el contrario, habrán de llegar a la conclusión de que son tiempos de mayor responsabilidad, y que ha llegado el momento de proclamar ya no tanto unidad, sino concordancia, para llegar fortalecidos al 6 de junio, y para ello deberán hacer un alto en el camino a fin de reflexionar sobre lo que ha pasado y lo que vendrá.

Y no es para menos, cuando  esa coalición integrada aquí por el PAN, el PRI, el PRD, el PRS y el PH, hasta el momento, no es propiamente una garantía de triunfo, Y para ello en lo ´particular les he de  reiterar que de frente, tienen ante sí un monstruo de mil cabezas llamado Morena, que de cualquier manera es su enemigo a vencer.  

Y es que, muy a pesar de lo que digan sus oponentes en su intento de minimizar los hechos, el triunfo, --también inobjetable-- obtenido por Morena en Baja California Sur aquel domingo 1 de julio de 2018, aún pesa en el ánimo de dirigentes y afiliados a todos esos partidos,  e inclusive, ese proceso sigue invadiendo el ambiente de toda sudcaliforniana. Por lo cual –Morena--, hasta el momento no deja de ser considerado un partido incuestionablemente duro, y  muy difícil de combatir.

Por tanto, para simpatizantes, afiliados y sobre todo quienes ya fungieron como candidatos aquí en nuestro estado de los tres Partidos nacionales que forman esa alianza, les ha llegado el tiempo de dejar atrás revanchismos, roces, diferencias, inconformidades. Y les ha llegado  el momento de  olvidar denuestos, agravios,   descréditos, injurias, afrentas. Y en el caso concreto de aquellos que aspiran a la gubernatura, entre todos, deberán pronunciarse por uno solo, que por consecuencia habrá de ser el  candidato común.

De la misma manera, deben saber que es momento de pensar que la verdadera batalla está por comenzar, sin descartar que en esta contienda interna los oponentes han  de estar y permanecer afuera, y que por consiguiente  al interior, --al menos entre ellos mismos--, no debe haber ni vencedores ni vencidos.

Ahora bien, deben saber tanto los dirigentes de partidos como los candidatos ---sean quienes sean-- , que el pueblo aún está allí, de pie,  firme, esperando la semilla del progreso  para sembrar en los surcos de la esperanza. Que el pueblo aún está allí en espera de consuelo a sus dolencias, en espera de respuestas a sus preguntas, y que aún sigue allí sosteniendo estoicamente el ataúd de  aquel ser querido que murió de inanición en la espera de un mañana mejor.

Vamos,  en un intento de esclarecer un poco mi comentario de hoy, he  de recomendar que en el caso de los aspirantes  a la gubernatura,  mucho antes de dar inicio a esas campañas proselitistas que ya están provocando desencuentros entre algunos de los afiliados panistas, lo mismo que de priistas y perredistas, deben sentarse primero a dialogar serenamente, tomando en cuenta que todos y cada uno de ellos creen ser los que tienen el derecho a la candidatura,  y la realidad es que no es así.

Luego entonces,  sin que sobre la mesa haya  diferencias, disconformidades, reyertas, o sentimientos encontrados, tanto  Carlos Rochín Álvarez, del PAN, como  Gabriela Cisneros, del PRI, y  Noé de la Rosa Escalante del PRD,  lo mismo que  Jesús Montoya Turrillas, del PH, y Pilar Eduardo Carballo Ruiz del PRS, deben sentarse a intercambiar impresiones, ya no tanto sobre las estrategias a seguir desde ese bloque opositor, sino para que previamente formalicen una carta compromiso tendiente a realizar una encuesta ciudadana con respecto a quién será el candidato a la gubernatura. Porque quiérase o no, allí está, y allí estará  lo mayormente cuestionable para que esa alianza tenga buen fin.

Claro que todo esto se debe hacer con la anuencia y la firma de los cinco aspirantes,  y ya una vez que se hayan obtenido los resultados de esa encuesta previa, tanto Francisco Pelayo Covarrubias, como  Ricardo Barroso Agramont, Isidro Jordán Moyron, Isaías González Cuevas, y  Álvaro de la Peña Angulo, deben aceptar, por un lado los acuerdos formalizados, y por otro lado aceptar la decisión de la ciudadanía.

Así, una vez llenados estos requisitos, entre todos, ya sean dirigentes de partidos y aspirantes, deberán acuerpar a quien resulte candidato y otorgarle todo su apoyo. Porque de lo contrario, al provocar desconciertos y rivalidades, estarán abonando al divisionismo, lo que –por consecuencia- no es nada aconsejable,  y  lo único que estarían haciendo es quitar escollos en  el camino para que transiten libremente los candidatos de enfrente. En este caso el candidato de Morena.

Además, es del todo indiscutible que si lo analizan inteligentemente, con actuaciones o decisiones erróneas, estarán  conduciendo irremediablemente a la alianza a la derrota. Lo que por consiguiente,  ninguno de ellos quiere.

En síntesis,  tanto a los dirigentes de los cinco partidos coaligados,  lo mimo que a los cinco aspirantes a la gubernatura, les ha llegado el momento de actuar con serenidad y criterio, de pensar con la cabeza y no con las vísceras.

En pocas palabras, les ha llegado el momento de  actuar con mucha madurez y mucha civilidad.

Pero sobre todo, --repito--, con profunda inteligencia.

Cuestión de tiempo.