• Partidos Políticos • Desbandadas
Si tomamos en cuenta que toda
acción provoca una reacción, y si en realidad pretenden marchar unidos, de
ahora en adelante tanto el PAN, el PRI y el PRD, como el PRS y el Humanista,
deberán caminar con pies de plomo para evitar cualquier roce que en un momento
dado provoque desacuerdos y tras ello, una desbandada entre ellos.
Y es que se antoja muy difícil
que lobos y ovejas convivan en armonía. Y más aún cuando, --como en este
caso--, aún faltan ocho meses para que se lleven a cabo las elecciones.
Ocho largos meses durante los cuales esos cinco partidos antagónicos se verán
obligados a compartir acuerdos, planes, y sobre todo secretos estratégicos, si
es que realmente desean obtener el triunfo.
De igual manera todos esos
partidos, y lógicamente entre ellos mismos, deberán dejar por un lado los
golpes bajos, las divisiones internas, el engaño, las simulaciones y las
negociaciones en lo oscurito. Y por el contrario se verán obligados, ---al menos
por esta ocasión— a dar paso a la cordura, a la sensatez y sobre todo a la
honestidad.
Pero sobre todas las cosas,
deberán ponderar perfectamente sobre quién será el candidato a la gubernatura.
Porque sin duda es lo que en estos momentos se observa como lo más importante e
inquietante tanto para ellos como partidos políticos en lo particular, como
para el pueblo en general que –quiérase o no-- en estos momentos permanece a la
expectativa, más todavía si tomamos en cuenta que hoy por hoy, la gente se
pronuncia por la gente, es decir por el candidato o la candidata, mas no
por los partidos.
Porque, pese a lo que pudieran
opinar los dirigentes del resto de partidos políticos que se apuntan en esa
coalición, habríamos de asegurar que el candidato ´para ese bloque opositor
tendrá que surgir ya sea del PAN o del PRI. Simplemente porque los restantes
partidos no tienen cuadros suficientes para contender.
De ahí que los que se apuntan
con posibilidades de competir, son solamente cinco: Isidro Jordán Moyrón,
Ricardo Barroso Agramont, Francisco Pelayo Covarrubias, Álvaro de
la Peña Angulo, así como Isaías González Cuevas. Dos del PRI, tres del
PAN.
Y ya será al interior de cada
uno de los partidos mencionados de donde, sus dirigentes deberán tener mucho
tacto e inteligencia para dar el visto bueno respecto a quién será el elegido.
Porque –por supuesto— partir de allí será de donde podrían dar inicio las
desbandadas, que siempre traen consigo terribles consecuencias.
¿Por qué? Simplemente porque
cuando no se da la elección adecuada es cuando justamente al interior de los
partidos surgen los enfrentamientos; y es cuando ---por consecuencia---
una elección se pierde irremediablemente. Casos de prueba los hay muchos, y
aquí haré el recuento de algunos:
El caso más duro, y lo sabe
todo el pueblo sudcaliforniano, fue aquel que se dio al interior del Partido
Revolucionario Institucional nada menos que entre Leonel Cota, Antonio
Manríquez y José Antonio Valdivia y que a decir verdad, causó uno de los desastres
más grandes en la historia de ese partido a nivel estatal.
Después vendría la muy
aceptable irritación de Sergio Polanco, por no ser tomado en cuenta por el PRl
como candidato a la presidencia municipal de La Paz, luego de haber realizado
un por demás exitoso y extenuante trabajo. Sin olvidar la molestia de Felipe
Prado, quien fuera considerado un excelente candidato para la alcaldía de
Mulegé, lo mismo que de Jorge Armando López para la presidencia municipal de
Loreto.
Y ´para concluir con el tricolor,
he de decir que por aquellos años también se dio la deserción de José Manuel
Rojas Aguilar tras muchos años de priista navegar con la bandera del PRI Y
haber obtenido un indiscutible triunfo como alcalde de Mulegé.
Ahora bien, en lo que respecta
al Partido Acción Nacional, también en su interior se cuecen habas, cuyos
descontentos vienen desde cuando se desplaza a Oscar Higuera para que
Armando Martínez Vega siga tranquilamente con su trabajo en busca de la
alcaldía de La Paz que después –claro--, ganaría.
Enseguida surgiría un grupo de
panistas que, frente a las oficinas del CDE de ese partido protestarían
lanzando consignas por las “manos sucias que se están metiendo y enlodando el
proceso de selección de candidatos”, donde uno de los protagonistas sería nada
menos que Herminio Corral, exdirigente del albiazul.
Emergería también el
descontento de Miriam Muñoz Vargas, quien subrayaría las incongruencias de ese
partido por su proceder con la ideología, con la doctrina, y con todo aquello
que la identificaba con el panismo, y tras ello, esta damita dijo entonces que
allí les dejaría 23 años de militancia.
Ahora bien, en el Humanista no
todo es miel sobre hojuelas, porque a decir verdad, fue este partido al que le
tocó pagar el más grande precio de su novatez. Y eso se comprobó cuando intentó
registrar a Armando Yee como candidato a gobernador del Estado, pues justamente
oir esos tiempos en las oficinas del Instituto Estatal Electoral no hubo
cabida para tantos gritos, madrazos y empujones, a tal grado, que fue
necesaria la presencia de la policía.
Así es que creo sin temor a
equivocarme que si en realidad desean llegar a puerto seguro, aun en medio de
este mar de tempestades, los capitanes de cada embarcación –llámense dirigentes
de partidos-- deben sostener firme el timón para mantener rumbo, y actuar no
solamente con mucha prudencia, sino con mucha hipocresía.
Porque de no ser así, los
desencuentros inesperados, las indeseables desbandadas, lo mismo que las
cuestionables estampidas, estarán a la vuelta de la esquina y podrían
convertirse en el pase de salida para muchos molestos desertores.
Entonces todo el trabajo
realizado por ese bloque opositor se vendría estrepitosamente por tierra, y por
consecuencia, sus integrantes estarían cada vez más lejos de la victoria y más
cerca de la derrota. Cuestión de tiempo.