La Paz, Baja California Sur. A veces hay cosas que parecen las mismas de siempre, pero son diferentes. En este sentido se expresó Samantha González, del Observatorio de Derechos Informáticos y Digitales (ODID), quien considera que el peligro de trasladar las viejas prácticas del acoso escolar al ámbito de lo digital está en su viralidad, es decir, que los actos de violencia y humillación se reproduzcan de manera masiva desbordando el ámbito de lo escolar e impactando de manera muy distinta la dignidad de las víctimas.

Entrevistada sobre el nuevo valor que tiene la educación en el respeto a los derechos digitales en una “nueva realidad”, donde las clases no son presenciales y son mediadas por plataformas que permiten la educación a distancia, la promotora de los derechos digitales expresó que en las aulas virtuales se siguen dando las mismas formas de violencia escolar, pero con el factor añadido de que éstas no se quedan dentro de los muros del salón de clases.

“En las aulas virtuales hay muchísimas formas de violencia, pero algunas son una reejecución de situaciones de violencia que ya existían. Por ejemplo, el bullying siempre ha existido, siempre hay personas que viven violencia por parte de otros compañeros de clase, y ahora lo único que sucede es que se dan en plataformas digitales, pero al suceder en un ámbito digital es más fácil que esto se vuelva masivo”, explicó.

“Ya no es una burla que se queda en un salón de clases con un grupo de compañeros, sino que trasciende debido a que las redes sociales aportan un canal de comunicación que permite viralizar contenidos, que permiten llegar a más personas en un periodo muy corto”, añadió.

Otro aspecto difícil de trabajar en materia de seguridad digital, es “hacer comprender a profesores, personal docente, mamás y papás que las personas menores, en el entorno digital, son un sector muy vulnerable”, expresó Samantha González.

“Hasta un meme se puede entender como acoso digital”, expresó, al reiterar que “la violencia digital en el entorno virtual es violencia real”, que afecta instancias que forman ya parte de nuestra personalidad y dañan la dignidad de las víctimas. Quienes, si bien no lo hacen como la violencia física, sí tienen el efecto de ser indelebles, que pueden repetirse hasta el cansancio y es muy difícil su eliminación en el entorno digital.

Samantha González expresó que alumnos y padres de familia deben, en primera instancia, acudir a las autoridades educativas, para comunicar lo que está sucediendo en los procesos educativos y que se apliquen los protocolos que están preestablecidos. Aun así, y debido a que los espacios digitales de aprendizaje están más allá de lo escolar, “cada caso es distinto”, apuntó.

No hay una fórmula para ofrecer a todos los casos, por lo que “lo más recomendable es buscar asesoría especializada”, como la que ofrece el ODID, que da seguimiento a procesos de denuncia bajo acuerdos de confidencialidad y ofreciendo herramientas de acuerdo al proceso de denuncia.