• El investigador reflexiona sobre la identidad mexicana y las estatuas de bronce
CIUDAD
DE MÉXICO.
Hernán
Cortés es el padre de la nación porque fue quien agrupó a los pueblos indígenas
en torno a una causa y, posteriormente, a una lengua, dice a Excélsior el
investigador Antonio Cordero Galindo, autor de Hernán Cortés o nuestra voluntad de no ser,
un ensayo provocador que reflexiona sobre la identidad mexicana, el misticismo
exacerbado del mundo prehispánico y la pertinencia de esculturas de bronce.
De inicio tenemos que comprender
que es falsa la idea de que Hernán Cortés fue un conquistador ambicioso que
destruyó una maravillosa civilización y una forma de vida mítica, que dirigió a
un puñado de bandidos cuya intención fue enriquecerse y regresar a España con
su botín”, afirma en el marco de las conmemoraciones por el 500 aniversario de
la consumación de la Conquista que se realizarán en 2021.
Y, de paso, todo mexicano tendría
que hacer una exploración sobre el mundo mexica más allá de la leyenda y la
visión romántica de su imperio, dado que ellos también ejercieron el poder y el
exterminio, al convertir las matanzas en fiestas de muerte indígena donde
perecían miles de personas.
Tan sólo en la principal
celebración de la ciudad sagrada de Cholula, cada año se sacrificaban seis mil
víctimas a los dioses, lo que revela el carácter sanguinario de la religión de
Huitzilopochtli, mientras que en el tiempo de Ahuízotl se llegaron a inmolar
hasta 20 mil cautivos”, apunta el académico.
Y lamenta que en pleno siglo XXI
el mexicano mantenga un halo de orfandad.
El mexicano tiene las
características de un huérfano porque desconoce, al menos, la mitad de lo que
es. Si tomamos como nuestra maternidad simbólica la parte indígena, que podría
estar representada por la Malinche, la negamos y la denigramos; y, por el otro
lado, tenemos velada y olvidada la parte hispana. Entonces, ¿quiénes somos y
con qué nos quedamos?”, advierte.
De ahí la importancia de revelar
virtudes y defectos de ambas vertientes, y analizarlas tal como son. Dejemos
que descansen los personajes históricos y dediquémonos a nosotros, para lo cual
tendríamos que hacer conciencia de lo que somos. No olvidemos que la Conquista
de hoy es el descubrimiento de nosotros mismos”, asevera.
GUERRA
CIVIL
Cordero también habla sobre la
manera como fue removida la escultura de Cristóbal Colón en Paseo de la
Reforma.
No fue la forma adecuada. Retirar
la estatua antes del debate me parece inapropiado, aunque lo importante es
sacar el tema a debate. Eso está bien. Porque todo personaje histórico debe
estar sujeto a un análisis y reinterpretación de los hechos, pero primero debió
convocarse a especialistas e historiadores para hacer este análisis y luego decidir.
No soy un investigador al que le caiga muy bien Colón, pero tampoco lo habría
quitado de un espacio público”, asevera.
¿Qué sucede con las estatuas de
Cortés? “Lo tenemos olvidado, oculto y velado. No hay un solo monumento público
que le podamos enseñar a nuestros hijos para decirles lo que hizo ese hombre y
que el muchacho haga su propia indagación. No podemos descubrir a alguien que
ni siquiera vemos”.
Así que deberíamos tener un
monumento a Cortés para reflexionarlo. ¿Qué pasa en nuestra mente para que ni
siquiera podamos tenerlo expuesto?, y en eso hago énfasis en este libro, sobre
las consecuencias de su olvido”.
¿Por qué insiste en revisar las
dimensiones del sacrificio en el mundo prehispánico? “Porque no se habla de eso
y es una narrativa muy conveniente de los gobiernos. Poco a poco el símbolo
cortesiano fue perdiendo prestigio hasta ser un antimito y, al mismo tiempo, se
sobrevaloró la parte indígena que sí tiene muchas cualidades, pero tampoco
podemos inclinarnos por inventar y sobrevalorar”.
¿Cuál es la idea? “Tomar lo bueno
de ambas partes, pero sin elegir una por encima de la otra”.
¿Persiste una añoranza por el
pasado? “Es una añoranza inventada. Deberíamos empezar a valorar la realidad y
tomar en cuenta que el 99.4% de las poblaciones indígenas de ese momento vivía
sometida a los mexicas, y que la Conquista, en realidad, fue la guerra civil de
los pueblos indígenas”.
Los mexicas vivían su esplendor,
pero a costa de los demás. Así que los indígenas utilizaron ese liderazgo de
Cortés y su estrategia militar para liberarse del pueblo mexica. Si lo
valoramos desde esa perspectiva cambia mucho la opinión”, explica.
¿Era Cortés un hombre inculto?
“El imaginario colectivo tiene esa idea, de que sólo vinieron ladrones o
segundones muertos de hambre, pero la aventura de la Conquista de América fue
hecha por hombres preparados. No eran millonarios, aunque la mayoría de
capitanes eran ilustrados, sabían leer y escribir. Cortés sabía latín y no era
sanguinario. Incluso, las primeras medidas que tomó fueron para proteger al
indígena conquistado. Claro, era un hombre con defectos, vicios y excesos, pero
fue un personaje extraordinario para la media de su tiempo”.
Finalmente, Cordero insiste en
definir a Cortés como el padre de la nación mexicana, ya que no sólo aportó la
lengua, sino que sentó las bases del concepto de nación, definió el territorio,
impulsó la organización social y un conjunto de leyes hasta entonces
inexistentes.
Nos guste o no, Cortés fue quien
dio el banderazo de nuestra nacionalidad. Tenemos que reconocerlo y después
podremos distinguir entre nación y patria, donde Miguel Hidalgo fue el padre de
la Independencia, pero antes de tener patria debimos ser nación y esas ésta
surgió en 1521, con esos españoles comandados por Cortés” concluye.