• El también traductor fue reconocido por la Caniem con el premio Juan Pablos 2020 al Mérito Editorial
CIUDAD DE MÉXICO.
La
edición es al mismo tiempo “un trabajo solitario y solidario”, porque exige “la
concentración absoluta en una sola tarea, que es parte de una cadena en la que interviene
mucha gente”, considera Joaquín Díez-Canedo Flores (1955).
Es una mediación y una
tecnología. La tarea del editor es producir ese objeto llamado libro, ya sea
impreso o electrónico, hacerlo algo útil, manejable y atractivo y ponerlo al
alcance del mayor número de personas”, dice en entrevista con Excélsior.
Con una trayectoria de más de 35
años, tanto en editoriales privadas como públicas, el editor y traductor fue
reconocido ayer por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana
(Caniem) con el Premio Juan Pablos 2020 al Mérito Editorial, el máximo galardón
que se entrega a los editores mexicanos.
El Consejo Directivo de la Caniem
detalla que se premió a Díez-Canedo Flores por “su labor al frente de empresas
editoriales ligadas al ámbito de la cultura impresa, que ha sido prolífica y
exitosa a lo largo de su vida profesional. Adicionalmente a sus cualidades en
el ámbito editorial, su ética y dedicación, que ha sido muy importante y
destacada para beneficio de nuestra industria”.
Con estudios de Física realizados
en la UNAM, el hijo del legendario editor Joaquín Díez-Canedo Manteca
(1917-1999), fundador del sello Joaquín Mortiz, que publicó a los autores que
serían el canon literario de la segunda mitad del siglo XX, reconoce que el
mundo del libro no fue su vocación inicial.
Andaba encaminado por otro lado.
Pero las circunstancias, mi insuficiente
disciplina y probablemente mi poca cabeza para las matemáticas me llevaron
hacia la edición; esa otra cosa que sabía hacer, porque mi padre me había dado,
para ganar algún dinero, galeras a corregir, algún dictamen, una portada. Tenía
familiaridad con el trabajo editorial”, explica.
Destaca que “siempre me han gustado los procesos de
diseño, los tipos, los formatos, los papeles, los materiales. Pero, sobre todo,
me ha fascinado la conversación con los autores alrededor de sus libros; ha
sido un privilegio tener contacto con creadores de todos los órdenes e
intereses, desde gente muy joven hasta consagrados”.
El editor de escritores como Octavio Paz, Alberto
Ruy Sánchez, Ikram Antaki, Leonardo da Jandra, Jorge Volpi o Mónica Lavín
comenta que una de las enseñanzas de su padre que más valora es el amor y el
cuidado por los detalles.
Técnicamente hay que estar siempre muy al día. Me
tocó, por ejemplo, toda la evolución de la edición tipográfica. Revisé desde
galeras de linotipo, pasando por la fotocomposición, los primeros bosquejos en
computadora, el procesamiento de imágenes, hasta ahora con todas las
plataformas de libros electrónicos. Esta tecnología de la edición ha
transformado el oficio”, indica.
También es fundamental, prosigue, no perder de
vista la complejidad de la red del libro. “Se debe tener siempre buenas
relaciones con los libreros, otros editores, proveedores de servicios,
impresores, los free-lance; es una red muy grande que
hay que tener presente. Pero lo más importante es el respeto a los autores y a
sus obras”.
Y evoca una anécdota con Salvador Elizondo que le
hizo darse cuenta de “la cantidad de detalles que hay que cuidar y la ilusión
que un autor tiene con que su obra salga bien”.
Narra que, hacia 1989 o 1990, trabajaba con
Elizondo en una edición de Farabeuf, la primera
fuera de la serie El Volador de Joaquín Mortiz, y que, por un pegado no óptimo
del libro, el novelista se decepcionó y se enojó; a pesar de que él había
escogido un papel especial y un diseño agradable. “Fue muy triste”.
UN CURRÍCULUM AMPLIADO
Díez-Canedo Flores ha estado al frente de sellos
como Joaquín Mortiz, Clío, Grupo Patria Cultural, el Fondo de Cultura Económica,
la editorial de la Universidad Veracruzana, la Comisión Nacional de Libros de
Texto Gratuitos y Fomento Editorial de la UNAM, entre otros.
Es muy distinta una editorial privada de una
pública, hay una diferencia radical. Primero, por el origen de los fondos que
manejas; como sello privado, tus cuentas son financieras, deben darle
viabilidad económica a la empresa y permitirle crecer. Mientras que, en las
públicas, el reto es lograr una rentabilidad cultural y social”.
El editor confiesa que ha tenido el gusanito de
crear su propio sello. “Pero soy muy timorato en términos empresariales.
Tampoco he tenido mucho dinero. Soy consciente de que para ser viable
económicamente tienes que partir de cierta visión crítica de la realidad. Hay
muchas editoriales pequeñas o medianas valiosas, que aportan mucho, pero nunca
consiguen despegar. Es difícil”.
Trabajador free-lance desde
hace año y medio, Joaquín Díez-Canedo desconoce el panorama de la industria
editorial mexicana tras la pausa que implicó la pandemia. “No estoy muy al día
en cifras. Me sorprendió ver un reporte de Estados Unidos diciendo que han
vendido seis por ciento más que el año pasado; pero su estructura de
distribución es más sólida, más desarrollada. Aquí, no sé. Los editores se han
quejado de que bajaron las ventas, somos de por sí quejosos, pero desconozco.
Es un tropiezo, sin duda. Pero las personas tuvieron más tiempo de leer. Habrá
que ver los balances”.
Detalla que ha estado escribiendo lo que llama su
currículum ampliado. “Es para recordar un poco las cosas que he hecho, la gente
que he conocido, los libros que han pasado por mis manos, lo que ha sido mi
vida pública”.
La entrega del Premio Juan Pablos 2020, galardón
que su padre también recibió en 1983, se llevará a cabo el 12 de noviembre, y
se transmitirá a través de las redes sociales de la Caniem.