• Así lo explicó el arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Rubén Manzanilla, encargado de los salvamentos, quien informó que llevan contabilizados poco más de 200 restos de mamuts
Ciudad de México. El área que ocupan, hasta el momento, los
hallazgos paleontológicos en la zona donde se construye el nuevo aeropuerto
internacional Felipe Ángeles, en Santa Lucía, estado de México, representa
apenas uno por ciento de la extensión total que tendrá la magna obra, es decir,
“hay 99 por ciento del terreno que no se ha tocado o donde no se ha encontrado
evidencia arqueológica”.
Así lo explicó a La
Jornada el arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH) Rubén Manzanilla, encargado de los salvamentos, quien informó
que llevan contabilizados poco más de 200 restos de mamuts, además de piezas
óseas de camélidos, felinos, lobos, perezosos e incluso conejos prehistóricos.
No se está arrasando con nada, al contrario,
puntualizó, “las obras del aeropuerto nos han permitido rescatar información de
interés académico en una zona (el noroeste de la cuenca de México) muy afectada
por los desarrollos inmobiliarios.
“No imaginamos lo que hay bajo las unidades
habitacionales, o lo que hubo, pues no sabemos qué se perdió, pero suponemos
que fue bastante información porque en su momento no se avisó, pero tenemos
referencias de que en los pueblos de Xaltocan y Los Reyes, cada vez que se hace
algún tipo de excavación, aparecen huesos de mamut.
“Por eso esta obra (del aeropuerto) está
permitiendo un conocimiento controlado acerca del medio ambiente y los procesos
de vida de la megafauna del Pleistoceno, qué especies había, por qué se
murieron, información que de otra manera se estaría perdiendo”.
Manzanilla aseguró que la Secretaría de la
Defensa Nacional se ha comprometido a construir un museo que tendrá un
reservorio de esa colección osteológica, “la cual es ya, por la cantidad de
piezas, la mayor del país y quizá la más grande de América Latina.
“En esa gran bodega estará todo el material
osteológico que se está recuperando, con una sección para la restauración e
investigación, un espacio lo suficientemente amplio para que trabajen ahí
durante años paleontólogos nacionales y extranjeros”.
Además, añadió, los lugares donde no se
levantarán edificios y estructuras del aeropuerto “quedarán como reserva
paleontológica, al igual que todas las áreas verdes, pues muy probablemente en
el subsuelo habrá restos de megafauna”.
No es cementerio
El arqueólogo insistió en que el contexto en
que especialistas del INAH realizan el salvamento es una parte muy pequeña de
toda una región donde se sabe que existen más restos paleontológicos, y aclaró
que “no se trata de un cementerio de mamuts”, como se ha malinformado.
“La misma cantidad de mamuts se pueden
encontrar saliendo del aeropuerto, en los poblados de Los Reyes Acozac,
Tultepec, Tultitlán, Cuautitlán, Coacalco, Ecatepec o en la propia Ciudad de
México, siguiendo la ribera de lo que eran los lagos de la cuenca de México.
Estamos haciendo salvamentos muy puntuales
dentro de un área de 4 mil hectáreas, lo cual no quiere decir que estamos
pelando toda esa extensión: sólo donde se detecta la fauna hacemos el
salvamento correspondiente”.
Palentólogos, vulcanólogos y expertos en ADN
antiguo, en química molecular y en la composición y naturaleza del suelo en su
relación con el entorno, son los especialistas que acompañan a los arqueólogos
del INAH en el rescate “para que no sea sólo sacar los huesos y guardarlos,
sino para que comiencen a aportar información académica de relevancia”.
Manzanilla señaló que desde que comenzó la
construcción del aeropuerto, en abril de 2019, han explorado 194 puntos del
terreno.
Además de los restos de los mamuts, en el
límite suroeste de la base aérea de Santa Lucía trabajan en el hallazgo de una
aldea prehispánica de pescadores, “conformada por nueve concentraciones, que
fue habitada por personas de una cultura que ha sido poco estudiada o
comprendida: los coyotlatelcos.
“Cuando Teotihuacan, por cuestiones
políticas, fue incendiada y abandonada, llegó al valle de México gente que
venía del Bajío, parte de Guanajuato, de Querétaro, y otomíes de la parte sur
de Hidalgo. Ellos hacían un tipo de cerámica muy particular, que se encontró en
Azcapotzalco en un lugar llamado Coyotlatelco. Por eso se les nombró así, pero
no se sabe en realidad cómo se llamaban ellos ni si eran un solo grupo o
varios.
“Por eso es muy interesante también este
hallazgo, pues encontramos mazorcas de maíz calcinadas, las pesas de las redes
con las que pescaban y las agujas de hueso con las que las tejían, así como 18
enterramientos humanos”.
Hay zonas de construcción del aeropuerto de
muchas hectáreas “donde no aparece nada, y lugares en los que, en un pequeño
espacio se concentran algunos hallazgos aislados. Eso es lo que está pasando,
es decir, no hay un tapete de huesos de mamut bajo Santa Lucía ni un gran
cementerio de esos animales. Lo que va a dejarnos el aeropuerto es una gran
colección paleontológica para el futuro”, concluyó el arqueólogo.