• En Spectrografías, el fotógrafo catalán desvela los secretos entre el acero y el concreto en tomas a largo plazo
CIUDAD
DE MÉXICO.
El
fotógrafo Tomás Casademunt (Barcelona, 1967) desnuda la arquitectura mexicana
en 15 impactos visuales que revelan los secretos de la mitología entre el acero
y el concreto en la muestra Spectrografías, que abrió ayer al público en el Centro
de la Imagen, donde existen dos palabras que definen la muestra: intuición e
incertidumbre.
Sus instantáneas son creaciones a
largo plazo que reflejan la importancia del tiempo, del espacio y
explora la transformación del paisaje urbano de la Ciudad de México a partir de
figuras afantasmadas que parecen suspendidas en el aire.
Esta serie empezó hace 14 años,
fotografiando edificios en construcción en la CDMX, y, de un modo, nos muestra
lo que pasa efectivamente por sobreexponer una misma placa en reiteradas
ocasiones a lo largo del tiempo que dura una construcción, entre dos y cuatro
años”, dice Casademunt. en entrevista con Excélsior.
Este trabajo es una investigación
en torno al espacio y al tiempo, para la cual inventó una técnica para lograr
una impresión repetida sin que se pierda la definición de la imagen, “la cual
tiene la facultad, a través de la fotografía, de resumir un largo proceso en un
impacto visual. Eso es sumamente inquietante y lo llamé spectrografías”.
Dicho proyecto lo ha obligado a
construir sus cámaras fotográficas. “En principio les llamé radiografías, por
esa facultad de transparentar los muros, pero me parecía más adecuado spectrografías, un
guiño a la técnica astronómica que se denomina espectrografía, que tiene la
facultad de deducir la composición química, la masa y la temperatura de los planetas
remotos a través de las líneas espectrales que se generan con el paso de la luz
por un prisma”.
En este sentido, afirma, “me
parecía un buen símil para estas spectrografías, que son fotografías que he tomado
desde edificios aledaños, para lo cual me sitúo a cierta distancia del predio
que voy a fotografiar, pero cuando posiciono la cámara en el predio… no hay
absolutamente nada”.
Este trabajo que requiere años
“se fundamenta en la intuición que he ido forjando a través de estas series
donde he ido alargando el tiempo y prolongando con la intuición. Por eso me
pareció adecuado basarme en esas líneas espectrales, porque es más lo que no
vemos que lo que vemos”.
Spectrografías tiene muchas lecturas. Una de ellas es
reflexionar en torno a la celeridad con que se transforma el paisaje urbano.
Este corte que he hecho es de apenas 14 años y muchos de estos edificios están
en Reforma, en la zona centro de la Ciudad de México, que ha cambiado a una
velocidad pasmosa”.
Ése es el sentido que poder verse
en piezas como Cetram 4 Caminos, Estadio Harp Helú 1 y 2, Marina 1, Reforma 27, Reserva escondida, Summit Santa Fe 2, Puerta Tlatelolco 2, Toreo 1,
Torre BBVA y Torre Virreyes, entre otras.
En éstas alcanzamos a ver una
serie de pistas de la ciudad, más allá del edificio, y si uno se fija bien hay
otras pistas inesperadas que van apareciendo y se van incorporando al paisaje
urbano”
Pero Casademunt advierte que hay
otras lecturas.
Mi experimentación parte de la
arquitectura, pero hay otros niveles de lectura interesantes, quizá de mayor
profundidad, como es el componente espiritual en todas ellas. Porque cada una
tiene que ver con la creatividad del arquitecto, con el empuje del constructor,
con el desafío y el compromiso de los albañiles, héroes anónimos que en
estas spectrografías nos
recuerdan que también ha costado vidas, así que hay vidas que han quedado ahí
dentro”, dice.
Y aunque insiste en que su
inclinación por la arquitectura no es reciente, como se puede ver en su
trabajo Mitla y
la serie Maya
Puuc, donde captó sitios arqueológicos que buscan cierta
espiritualidad a partir de su exploración por la luz de la Luna,
Spectrografías es
parte de un viaje alucinante que trabaja a ciegas, porque ha puesto su cámara
antes de que hubiera algo por fotografiar y todo el proceso, más que científico
y controlado, tiene que ver con el desafío de esa intuición e incertidumbre,
“donde lo más probable es que no saliera nada”, confiesa.
Así cada fotografía es una
revelación que va más allá de su propósito. “Lo más importante es que todo este
trabajo es emocionante y que lo he vivido en directo cada vez que se ha acabado
un proceso de construcción y he revelado una placa. Y aunque estuviera
preparado para el fracaso –porque es uno de los componentes que siempre asumo
en mis trabajos– ha sido grato encontrar un regalo, una revelación de cosas que
en verdad se escapan a mi juicio racional y que capitaliza la plata como
elemento de transmisión de esos fotones y estímulos fotoeléctricos. Por esa
razón, sigo trabajando con película”, señala.
Cómo definiría esos impactos
visuales?, se le pregunta. “En el caso de la serie Maya Puuc era
un largometraje de una hora, pero aquí hablamos de procesos de tres o cuatro
años, aunque sea selectivo, pero resumidos en un impacto visual que es
escalofriante y desconcertante, porque nosotros no podemos ver así”.
Y abunda: “Esto me lleva a hacer
una lectura espiritual de lo que interviene ahí dentro de la épica de la
construcción, de las muertes que implica, de lo rápido que vamos y de la
lectura que
podemos establecer en cuanto a nuestra propia existencia”.
Y así, este proyecto, inspirado
en las técnicas del siglo pasado se autodefine como un fotógrafo de lenta
cocción, que no tiene prisa por terminar una fotografía, sino que contempla el
estado de gracia de esas imágenes fantasmagóricas.