• El embajador de México ante la ONU habla en entrevista sobre la pandemia y sus efectos a nivel mundial
Ciudad de México. En el mundo inmerso en la pandemia del
Covid-19, frente a la posibilidad de contar con una vacuna capaz de permitir a
la humanidad resistir el poder devastador del virus, “se libra una guerra entre
dos polos”, advierte el embajador de México ante las Naciones Unidas, Juan
Ramón de la Fuente. “Por un lado el paradigma mercantil, con los nacionalismos
que han surgido de manera muy clara en Estados Unidos, pero también China,
Rusia y la Unión Europea. Ellos libran una lucha política, ya que el país que
logre sacar primero la vacuna tendrá una innegable preponderancia hegemónica a
nivel global.”
En esta batalla, hasta ahora, el criterio de
los gobiernos más poderosos, el del acaparamiento, “está ganando terreno”,
admite De la Fuente.
Como contrapeso, agrega el diplomático,
médico siquiatra y ex secretario de Salud, “el impulso de la Organización
Mundial de la Salud y todo el sistema de la ONU, junto con un grupo de países que
somos de renta media, pugnamos por otra posibilidad: la equidad en el acceso y
en la distribución universal de la vacuna”. Pero, reconoce, “estos fondos aún
no son suficientes”.
Dentro de 10 días (22 de septiembre) se
inaugurará la 75 Asamblea General de la ONU en Nueva York con un formato
inédito, en el que la presencia de los jefes de Estado que anualmente
desfilaban por la sala será virtual, los discursos y debates solo se
materializarán en las pantallas y todas las intervenciones estarán atravesadas
por un solo tema: la pandemia, tanto en su dimensión de salud como en la
económica y el impacto en los objetivos del organismo.
Aunque no hay en la agenda de debates un
punto específico sobre el Covid, asegura De la Fuente que el 90 por ciento de
las actividades y eventos estará atravesado por ese tema. Y por el estira y
afloje de la discusión en torno a quién controlará la posibilidad de inmunizar
a la humanidad contra el virus SarsCov2. “De alguna manera esto es una guerra.
Desde nuestra órbita lo que estamos tratando de hacer es que no prevalezcan los
intereses hegemónicos políticos y económicos por encima del bien común. Si la
vacuna se convierte en un instrumento que quede en manos de un país o de un
grupo de países te puedes imaginar las consecuencias”.
--¿Cuáles serían?
--Que con criterios muy discrecionales se
definiera la distribución de la vacuna. Y el primer criterio sería el dinero,
quien lo tiene y quién no. El fondo Covax, que hemos creado, ha dicho algo muy
sensato. Los países de renta alta deben pagar su propia vacuna, los países que
somos de renta media tienen recursos para pagarla y deben tener mecanismos de
financiamiento si lo requieren. Pero los países de renta baja no tienen
posibilidades económicas. ¿Qué hacemos, los dejamos fuera? Ahí es donde entra
en juego el multilateralismo.
Covax es el fondo creado por la Iniciativa de
Aceleración (ACT) que ha implementado la OMS para que la vacuna sea de acceso
universal y equitativo desde su lanzamiento. Es la organización paraguas y es
operado por las alianzas que han sido convocadas, la GAVI de la Fundación Gates
y la Colición Contra las Epidemias (CEPI).
“Son organismos con mucha experiencia en
vacunación en los países más pobres. El Gavi, de origen privao, filantrópico y
en alianza con compañías farmacéuticas (creado por la Fundación Melinda y Bill
Gates) tiene más de 20 años de experiencia. Han han apoyado la vacunación de
700 millones de niños y se estima que ha logrado prevenir con ello cerca de 13
millones de muertes prematuras”.
“Muchísimo dinero en juego”
De la Fuente apunta que para echar a andar la
iniciativa Covax “fue muy importante la resolución que pasó México a la
Asamblea General, que ha sido la única resolución especifica para determinar
que las vacunas sean un bien público global”.
--¿Quién va ganando esta batalla? Con el
acaparamiento de futuras vacunas mediante compras adelantadas a los
laboratorios más avanzados en la experimentación por parte de los países más
ricos parecería que la alternativa del multilateralismo para el acceso
universal y equitativo está en franca desventaja.
--Sí, hay que admitir que los gobiernos que
están gastando muchísimo dinero en las compras por adelantado están ganando
terreno. Han hecho pre compras millonarias de productos que son prometedores
pero que, ojo, no están terminados.
“Solamente en el sistema de Naciones Unidas
teníamos hasta la semana pasada conocimiento de 135 proyectos de vacuna en Fase
Preclínica, 18 en Fase Uno, que está probando básicamente la seguridad y las
dosis, 12 en Fase Dos, preclínica y siete en Fase Tres. Esto da una idea de la
intensidad del movimiento que hay por una parte en el ámbito científico y por
otra parte en el ámbito comercial. Desde el punto de vista sanitario hay una
gran necesidad de que esto suceda porque puede ser la salida a la pandemia.
Pero también hay muchísimo dinero en juego.
“En los fondos solidarios que se han reunido
a través de los mecanismos que puso en marcha la OMS ya hay mucho dinero, hasta
ahora nadie ha logrado reunir el monto necesario para garantizar los miles de
millones de dosis que se van a necesitar.
“En el fondo, el debate es que hay países que
piensan que este problema global solo se puede resolver con soluciones globales
y otros que piensan que las soluciones nacionales y locales son suficientes.
Esto no lo compartimos”.
Farmacéuticas, lucro o solidaridad
--Este debate pone a la industria
farmacéutica frente a una disyuntiva. Históricamente este sector privado, que
es muy poderoso, ha puesto el lucro por encima de las consideraciones humanistas.
--Esto ha sido así. Si me preguntas si hay un
caso en la historia de la industria en la que se comportó de una manera
diferente, sí lo hay: la experiencia de Gavi, que convocó a un número
importante de farmacéuticas para campañas de vacunación masiva para niños de
países muy pobres con reducciones de precio muy importantes. En este sector
privado con fines filantrópicos sí parece haber una cierta capacidad de
comprometerse con un esquema más solidario. Eso me permite mantener cierta
dosis de optimismo.
--¿De qué tamaño es el hoyo que va a dejar el
retiro de las contribuciones estadounidenses, que anunció su salida de la OMS
en julio?
--Muy grande. EU es el mayor contribuyente
del organismo, con un 15 por ciento del total del presupuesto (alrededor de 450
millones de dólares anuales). Pero en el cortísimo plazo no va a tener efecto
porque su salida de la OMS solo se formalizaría hasta de julio de 2021. Además,
se atraviesan las elecciones de noviembre. El candidato demócrata Joe Biden no
ha hecho un planteramiento definitivo sobre lo que haría frente a la OMS pero
por la tradición de su partido, creo que no concretaría su salida.
--¿Podrá el COVAX reunir los fondos
suficientes para no dejar sin vacunar a poblaciones de los países más pobres?
--Yo diría que va a tener recursos necesarios
para cubrir parte del hueco que deja Estados Unidos pero no los suficientes.
Tendremos los recursos necesarios para sentarnos a la mesa y decir nosotros
queremos tantos millones de dosis para distribuirlos mediante nuestros
mecanismos multilaterales.
“Hay que generar los contrapesos al hecho
inegable de que va a haber acaparamiento. Por ejemplo, México está impulsando
esta idea para que quede en algún documento de los que se están negociando para
la resolución de la Asamblea General: que las primeras dosis de vacunas, una
vez que estas se aprueben, vayan al personal de salud independientemente del
país. Las primeros millones de dosis tienen que ir para quienes nos están
cuidando en todo el mundo.
“Puede parecer obvio que es una propuesta
necesaria pero no todos están de acuerdo. Ahí es donde se ven los contrastes
entre una posición humanista, solidaria, con las posiciones más mercantilistas
y nacionalistas”.