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Hoy es sábado, 23 de noviembre de 2024

Revelan secretos del acervo de la fotógrafa e investigadora Ruth Lechuga

• Para conmemorar el centenario del nacimiento de la fotógrafa ponen 350 de sus obras en línea

Revelan secretos del acervo de la fotógrafa e investigadora Ruth Lechuga

CIUDAD DE MÉXICO.

Para celebrar el centenario de la fotógrafa, coleccionista e investigadora austriaca Ruth Lechuga –cuyo nombre original fue Ruth Deutsch Reiss (1920-2004)–, la fundación Ajaraca ha puesto en línea un proyecto digital con 350 fotografías para revelar y difundir parte de los hallazgos visuales que realizó la artista visual durante medio siglo de trabajo, durante su recorrido a lo largo de 428 comunidades indígenas y mestizas de México, dando como resultado un fondo de más de 25 mil negativos que resguardan y conservan.

El acervo de Ruth Lechuga goza de una gran riqueza histórica y cultural porque contiene un registro amplio de arquitectura, arqueología, vida cotidiana, fiestas tradicionales y arte popular de muchas comunidades del país. Ella viajó por México entre 1940 y 1990, así que en la fundación resguardamos este registro fotográfico de más de 50 años”, detalló en entrevista Brenda Chávez Molotla, directora de la fundación.

Detalló que los más de 25 mil negativos sólo son una parte del acervo de negativos en el que la fundación ha trabajado durante cerca de 14 años, “donde hemos concentrado la mayor parte de nuestros esfuerzos. Sin embargo, el acervo tiene 68 mil piezas entre negativos, transparencias e impresiones en gran formato, hojas de contacto, negativos a color y en blanco y negro”.

Además, detalló que recientemente recibieron un lote con cerca de 17 mil imágenes adicionales que pertenece a la obra de Ruth, el cual permaneció resguardado un tiempo en el Museo Franz Mayer. “En principio no teníamos este archivo, pero ahora debemos integrarlo al inventario y hacer un trabajo de catalogación y digitalización, ya que también incluye negativos, transparencias e impresiones, con instantáneas personales y también de su obra”.

¿Cómo opera en este momento esta fundación?, se le preguntó. “Como una asociación civil, así que siempre batallamos con el dinero y con los presupuestos para los proyectos, buscando donativos, apoyos y becas. Obviamente, la situación sanitaria nos ha complicado un poco más esta labor, así que estamos llevando a cabo algunas alternativas para mantenernos frente a esta crisis”.

Para lograrlo, explicó, han implementado una campaña de donativos que podrían significar la pervivencia de la fundación, “porque ahorita estamos en una situación crítica financieramente”. Además, tenemos una campaña de venta de 10 fotografías de mediano y gran formato que son representativas del archivo y una serie de talleres”.

MIRADA Y REGISTRO

Sobre el inventario del acervo ya clasificado, la fundación ha dividido el contenido fotográfico en 11 temas que incluyen arquitectura, arqueología, fiestas tradicionales, fiestas cívicas, rituales, paisajes, arte popular, retratos, vida cotidiana, la labor de Ruth, y una especie de acervo personal, con el cual se puede tener una idea de las dimensiones y características del universo de temas que le interesaron a la fotógrafa.

Ejemplos del acervo se pueden apreciar en la galería de la fundación en el sitio http://bit.ly/3cE42ZT, donde aparecen personajes únicos, como el vendedor de milagritos, perteneciente a la cultura popoloca que proviene de Otatitlán, Veracruz, en una imagen que Lechuga captó en 1976.

También aparece la imagen del busto de Cocijo, el dios de la lluvia, ubicado en el friso lateral de unas escalinatas del sitio Lambityeco, Oaxaca, que muestra los detalles del tocado, las anteojeras, la nariguera y las fauces, en 1971.

La fachada del templo de Santa Ana Tepejillo en Petlalcingo, Puebla, hacia 1976, donde revela los signos de la devastación a causa de los sismos, así como la erosión en su portada y su patio exterior.

O la procesión reunida en el atrio de la iglesia de San Mateo, de San Mateo Mexicaltzingo, que se apresta para presenciar las escenas de la vida de Jesús, donde se observa a un público que recurre a sombreros, gorros, mascadas y sombrillas para protegerse del sol, en 1960.

Una de las más dramáticas es la que capturó a una artesana otomí en 1969, quien elabora el papel amate afuera de su casa que podría ser definida como una humilde choza que no soportaría una lluvia torrencial mientras Lechuga nos remonta a la época prehispánica para recordarnos el papel que tenía el amatl, es decir, aquel papel que era utilizado para la elaboración de códices.

Aunque también abundan las tejedoras de Pinotepa, Oaxaca; los danzantes y constructores de castillos con fuegos artificiales, de Guerrero; danzantes tlaxcaltecas o fotografías de la Semana Santa en el mundo cora, así como carnavales y distintas fiestas patronales.

Por último, Chávez Molotla recordó que Ruth Lechuga nunca se definió como fotógrafa y menos como artista visual, “porque para ella sólo se trataba de una herramienta que le permitía registrar lo que le interesaba y lo que veía en sus viajes. Sin embargo, muchos no coincidimos con ella en ese sentido, porque su obra es estética y muy valiosa”.

Si observamos sus fotografías se aprecia, a simple vista, un trabajo visual interesante, con fotografías bien capturadas, porque tenía un ojo y una gran sensibilidad que se nota en cada registro de fiestas, procesos artesanales, talleres, materiales, necesidades de los artesanos y sus saberes, con lo cual confeccionó un archivo minucioso y de gran valía”.

Además, “Ruth tenía una mirada muy antropológica, lo cual le confirió un valor adicional a este registro de las comunidades indígenas, rituales, espacios y templos que hoy en día no pueden conocerse ni visitarse, o al menos no con la misma libertad que ella tuvo en su momento”, concluyó Chávez Molotla.