• Para conmemorar el centenario del nacimiento de la fotógrafa ponen 350 de sus obras en línea
CIUDAD DE MÉXICO.
Para
celebrar el centenario de la fotógrafa, coleccionista e investigadora
austriaca Ruth Lechuga –cuyo nombre original fue Ruth Deutsch Reiss (1920-2004)–,
la fundación Ajaraca ha puesto en línea un proyecto digital con 350 fotografías
para revelar y difundir parte de los hallazgos visuales que realizó la artista
visual durante medio siglo de trabajo, durante su recorrido a lo largo de 428
comunidades indígenas y mestizas de México, dando como resultado un fondo de
más de 25 mil negativos que resguardan y conservan.
El acervo de Ruth Lechuga goza de
una gran riqueza histórica y cultural porque contiene un registro amplio de
arquitectura, arqueología, vida cotidiana, fiestas tradicionales y arte popular
de muchas comunidades del país. Ella viajó por México entre 1940 y 1990, así
que en la fundación resguardamos este registro fotográfico de más de 50 años”,
detalló en entrevista Brenda Chávez Molotla, directora de la fundación.
Detalló que los más de 25 mil
negativos sólo son una parte del acervo de negativos en el que la fundación ha
trabajado durante cerca de 14 años, “donde hemos concentrado la mayor parte de
nuestros esfuerzos. Sin embargo, el acervo tiene 68 mil piezas entre negativos,
transparencias e impresiones en gran formato, hojas de contacto, negativos a
color y en blanco y negro”.
Además, detalló que recientemente
recibieron un lote con cerca de 17 mil imágenes adicionales que pertenece a la
obra de Ruth, el cual permaneció resguardado un tiempo en el Museo Franz Mayer.
“En principio no teníamos este archivo, pero ahora debemos integrarlo al
inventario y hacer un trabajo de catalogación y digitalización, ya que también
incluye negativos, transparencias e impresiones, con instantáneas personales y
también de su obra”.
¿Cómo opera en este momento esta
fundación?, se le preguntó. “Como una asociación civil, así que siempre
batallamos con el dinero y con los presupuestos para los proyectos, buscando
donativos, apoyos y becas. Obviamente, la situación sanitaria nos ha complicado
un poco más esta labor, así que estamos llevando a cabo algunas alternativas
para mantenernos frente a esta crisis”.
Para lograrlo, explicó, han
implementado una campaña de donativos que podrían significar la pervivencia de
la fundación, “porque ahorita estamos en una situación crítica
financieramente”. Además, tenemos una campaña de venta de 10 fotografías de
mediano y gran formato que son representativas del archivo y una serie de
talleres”.
Sobre el inventario del acervo ya
clasificado, la fundación ha dividido el contenido fotográfico en 11 temas que
incluyen arquitectura, arqueología, fiestas tradicionales, fiestas cívicas,
rituales, paisajes, arte popular, retratos, vida cotidiana, la labor de Ruth, y
una especie de acervo personal, con el cual se puede tener una idea de las
dimensiones y características del universo de temas que le interesaron a la
fotógrafa.
Ejemplos del acervo se pueden
apreciar en la galería
de la fundación en el sitio http://bit.ly/3cE42ZT, donde aparecen personajes únicos, como el
vendedor de milagritos, perteneciente a la cultura popoloca que proviene de
Otatitlán, Veracruz, en una imagen que Lechuga captó en 1976.
También aparece la imagen del
busto de Cocijo, el dios de la lluvia, ubicado en el friso lateral de unas
escalinatas del sitio Lambityeco, Oaxaca, que muestra los detalles del tocado,
las anteojeras, la nariguera y las fauces, en 1971.
La fachada del templo de Santa
Ana Tepejillo en Petlalcingo, Puebla, hacia 1976, donde revela los signos de la
devastación a causa de los sismos, así como la erosión en su portada y su patio
exterior.
O la procesión reunida en el
atrio de la iglesia de San Mateo, de San Mateo Mexicaltzingo, que se apresta
para presenciar las escenas de la vida de Jesús, donde se observa a un público
que recurre a sombreros, gorros, mascadas y sombrillas para protegerse del sol,
en 1960.
Una de las más dramáticas es la
que capturó a una artesana otomí en 1969, quien elabora el papel amate afuera
de su casa que podría ser definida como una humilde choza que no soportaría una
lluvia torrencial mientras Lechuga nos remonta a la época prehispánica para
recordarnos el papel que tenía el amatl, es decir, aquel papel que era
utilizado para la elaboración de códices.
Aunque también abundan las
tejedoras de Pinotepa, Oaxaca; los danzantes y constructores de castillos con
fuegos artificiales, de Guerrero; danzantes tlaxcaltecas o fotografías de la
Semana Santa en el mundo cora, así como carnavales y distintas fiestas
patronales.
Por último, Chávez Molotla
recordó que Ruth Lechuga nunca se definió como fotógrafa y menos como artista
visual, “porque para ella sólo se trataba de una herramienta que le permitía
registrar lo que le interesaba y lo que veía en sus viajes. Sin embargo, muchos
no coincidimos con ella en ese sentido, porque su obra es estética y muy
valiosa”.
Si observamos sus fotografías se
aprecia, a simple vista, un trabajo visual interesante, con fotografías bien
capturadas, porque tenía un ojo y una gran sensibilidad que se nota en cada
registro de fiestas, procesos artesanales, talleres, materiales, necesidades de
los artesanos y sus saberes, con lo cual confeccionó un archivo minucioso y de
gran valía”.
Además, “Ruth tenía una mirada
muy antropológica, lo cual le confirió un valor adicional a este registro de las
comunidades indígenas, rituales, espacios y templos que hoy en día no pueden
conocerse ni visitarse, o al menos no con la misma libertad que ella tuvo en su
momento”, concluyó Chávez Molotla.