• Regresará al cuadrilátero en diciembre
Ciudad de México
No hay carga más opresiva que la herencia.
Aquella que se recibe sin posibilidad de rechazo, como el linaje o el nombre, y
que persigue a una persona durante toda su vida como una sombra. Omar Chávez,
el menor de la familia de boxeadores que fundó el ídolo del cuadrilátero Julio
César, ha vivido en el contradictorio sentimiento de saberse privilegiado por
ser hijo de una leyenda y, al mismo tiempo, el terrible anatema del juicio
colectivo y la sentencia de quienes lo consideran indigno de portar eso mismo
que no pidió: ser un Chávez.
A diferencia de su hermano
mayor, Julio César júnior, quien atrajo la atención y las esperanzas de revivir
la gloria de su padre al replicar hasta el nombre, Omar parece más discreto en
la vida pública. Ambos siguieron la carrera del pugilismo, con aspiraciones
similares y resultados diferentes, pero con tropiezos que los hermana más allá
de la sangre.
Omar no elude cada error que
ha cometido. Asume que en el trayecto de estos años ya son considerables. Pero
si algo no piensa agregar, es esconderse tras el escudo de los pretextos,
aunque no deja pasar que su apellido amplifica cada fallida decisión hasta
llegar a grados a veces injustos.
Sí, hemos sido
indisciplinados, pero también ya se nos quedó la mala fama, dice sin ánimo de
negar lo evidente; se vale la crítica, no vamos a ocultar que lo hemos
hecho mal, pero sí pesa más esa mala fama que el mismo apellido.
Nadie sabe lo duro que es
convivir con una presencia que algunos consideran casi sagrada en la historia
del deporte y la cultura popular. Ser hijo de Chávez también significa convivir
con una fuerza impredecible, con un carácter volcánico. Hay innumerables
episodios donde el veterano ex campeón reprende con severidad a sus hijos en
entrenamientos y peleas; les grita al pie del cuadrilátero.
Anécdota
En el libro
biográfico Julio César Chávez. La verdadera historia, hay una anécdota
contada por Rodolfo, hermano del legendario ex boxeador y entrenador de sus
sobrinos.
Omar era el más inquieto y no
recuerdo por qué motivo, pero sin razón suficiente, Julio (padre) le pegó una
cachetada al niño, relata en el libro; él sólo agachó la cabeza sin
recriminarle nada a su papá.
Pese a todo lo complejo, no
deja de admirar a su padre. A estas alturas de su vida como adulto, sin embargo,
se esfuerza por ser como cualquier hombre que trata de vivir de su trabajo, de
llevar sustento a su familia. Contra la herencia, quiere ser un Chávez
independiente.
Uno tiene un nombre por
herencia, pero trato de no pensar en eso, que soy un Chávez, reflexiona; al
final soy un hombre que quiere trabajar y tiene su oficio, una carrera bonita u
horrible, eso ya lo dirán los demás, pero es mía. Tengo derecho de ganarme la
vida como cualquier persona.
Por eso también defiende con
genuino ardor a su hermano Julio César, quien en años recientes se ha
convertido en un personaje polémico en redes sociales. Aparece contando fajos
de billetes de dólares después de una más de sus derrotas, comete pifias
hilarantes, baila calzado en tacones; parece más un comediante que un peleador
que aspira a recuperar un campeonato.
Lo insultan, le dicen ridículo
y que sólo le interesa el dinero, ataja Omar; pero que yo sepa, nadie le
paga por hacer esos videos. A lo mejor sí es un loco, pero no le hace daño a
nadie.
Este viernes, Julio César
padre hará su tercera pelea de exhibición benéfica ante
Jorge Travieso Arce. Para esta versión, reaparecerá sobre el
cuadrilátero el Júnior.
El menor de los Chávez admite
que hubiera querido estar en el cartel, pero no estaba en condiciones tras un
año difícil desde su último combate y seis meses inactivo por la pandemia. No
podía arriesgarse a fallar en una noche como esa.
Omar regresará el próximo
diciembre. Tiene como antecedente una derrota en junio de 2019. En un año
crítico para la humanidad por la pandemia de coronavirus, y mientras habla de
su regreso, ni siquiera le pasa por la mente pensar en sus ganancias ante la
disminución de los sueldos en el boxeo.
En un año tan jodido como
este, con tanto sufrimiento, no podemos ponernos a pensar en el dinero,
afirma; lo importante hoy es tener trabajo; me preocupa lo mismo que a
cualquier persona en este país.