• Para los investigadores del INAH, el descubrimiento es de singular relevancia ya que el casco habla de un pasado ominoso
Mérida. A dos millas náuticas (3.7
kilómetros) del puerto yucateco de Sisal, municipio de Hunucmá, investigadores
del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) identificaron el vapor
“La Unión”, el primer barco que fue usado para el tráfico de esclavos mayas.
Para los investigadores de la Subdirección de
Arqueología Subacuática (SAS) del INAH, el descubrimiento es de singular
relevancia ya que, más allá de lo complejo que es identificar “con nombre y
apellido”, este caso habla de un pasado ominoso para México, el cual debe
reconocerse y estudiarse en función de su contexto y época.
De acuerdo con un comunicado del INAH, el
descubrimiento adquiere mayor sentido al evocar que, si bien la esclavitud
estaba prohibida desde la Independencia, y no obstante que el 6 de mayo de
1861, el presidente Benito Juárez emitió un decreto para impedir la extracción
forzada de cualquier individuo maya, el incendio que el 19 septiembre de ese
mismo año causó el hundimiento del vapor en su camino a Cuba, demostró que la
esclavitud continuaba sin obedecer ley alguna.
En el marco de la campaña “Contigo en la
Distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, la arqueóloga
subacuática Helena Barba Meinecke, responsable de la oficina Península de
Yucatán de la SAS, comentó que esta investigación, desarrollada con apoyo del
director del Centro INAH Yucatán, Eduardo López Calzada, y del subdirector de
Arqueología Subacuática del INAH, Roberto Junco Sánchez, es de relevancia
internacional dado que hasta hoy no se había documentado una embarcación que
traficara personas mayas.
En los últimos años, señaló, se han
descubierto otros naufragios esclavistas: las naves “Clotilda” y “Henrietta
Marie”, en Alabama y Florida (Estados Unidos), respectivamente; “El Trovador”,
en República Dominicana; y el “San José”, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica; pero
todos eran lo que se conocía como ‘barcos negreros’, aquellos que por más de
400 años sustrajeron personas de África para venderlas en el continente
americano.
El vapor “La Unión” se localizó
arqueológicamente en 2017, en el marco del Proyecto Integral para la
Protección, Conservación, Investigación y Difusión del Patrimonio Cultural
Subacuático de la SAS, en coordinación con el Centro INAH Yucatán y los
habitantes de la región; ese año, se ubicaron los remanentes de un barco
inicialmente nombrado “Adalio”, en homenaje al abuelo del pescador Juan Diego
Esquivel, quien guió a los arqueólogos al sitio.
Se observó que correspondía a un vapor
fechado entre 1837 y 1860, cuando esos barcos eran impulsados con un sistema de
calderas, máquinas con balancín y ruedas de paleta “tipo Mississippi”. Pese a
que las calderas estallaron y la embarcación se incendió, la sentina —parte
inferior del casco, en la zona más baja de la sala de máquinas y justo por
encima de los doblefondos— descendió siete metros desde la superficie hasta el
fondo de las aguas someras.
Al cubrirse de arena, la madera del fondo del
casco se conservó hasta ahora, lo mismo que elementos aún reconocibles, como
las ruedas de paleta, calderas, compartimentos y objetos para la sujeción como
pernos de cobre; además se identificaron artefactos relacionados con la vida
cotidiana a bordo, entre ellos, fragmentos de vidrio de botellas y cerámica e,
incluso, ocho cubiertos de latón que eran utilizados por los pasajeros de
primera clase.
Tras esa primera temporada de campo, el
equipo de la SAS comenzó a indagar en los archivos provinciales de Yucatán y
Baja California Sur, así como en los nacionales de México, Cuba y España. Luego
de un proceso de tres años, se logró reunir la información suficiente para
corroborar que el “Adalio” es, en realidad, el vapor “La Unión”.
Barba explicó que los elementos de
coincidencia fueron, por ejemplo, que las calderas se encontraron estalladas y
la madera presentaba evidencia de un incendio; la sintonía entre la tecnología
vista en campo y la descrita en los planos del barco; así como la propia
ubicación del pecio, similar a la que manejaron los informes privados y las
notas de prensa de la época.
El vapor “La Unión” perteneció a la empresa
española Zangroniz Hermanos y Compañía, establecida en 1854 en La Habana, la
cual, un año después, fue autorizada para comerciar en México, realizando
travesías entre Sisal, Campeche, Veracruz y Tampico.
Usualmente llevaba a Cuba pasajeros de
primera, segunda y tercera clase, junto con mercancía, como fibras de henequén,
cueros curtidos, palo de tinte y pieles de venado. No obstante, sus mandos
también estaban en contubernio con los esclavistas, quienes introducían en pequeños
e insalubres espacios a los mayas que capturaban o engañaban.
Un año antes de su hundimiento, en octubre de
1860, el vapor había sido sorprendido en Campeche cargando 29 mayas, entre
ellos niños y niñas de 7 y 10 años, pero el escarnio no acabó con el contrabando
de “La Unión”.
Fue hasta después de aquel trágico 19 de
septiembre, en cuyo naufragio falleció la mitad de los 80 tripulantes y 60
pasajeros, que el gobierno mexicano puso mayor atención en los cateos en los
puertos, a fin de impedir el tráfico de personas en las rutas hacia Cuba. Cabe
subrayar que las cifras anteriores no cuentan a los esclavos mayas, pues estos
no eran considerados personas sino mercancías.