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Hoy es sábado, 23 de noviembre de 2024

En privado

AMLO errores-aciertos Dionicio Lara




Es mucho pedir, pero lo ideal para un país sería tener un gobernante perfecto. Un estadista que no cometa fallas, ni faltas de ninguna índole. Ni siquiera en la selección de gente para que integre su gabinete. Y por ende, que esa gente piense y actúe como él. Entonces ese país marcharía vertiginosamente hacia el progreso.


Pero es indiscutible que sobre la faz de la tierra solamente existió un ser perfecto. Aquel que al paso del tiempo –con plena justicia-- le habrían de llamar El Redentor.


Hago esta introducción no con la insana intención de hacer comparaciones --lo que me parece impropio y hasta insultante--, sino para esbozar una constructiva crítica respecto a los errores que en este corto tiempo, en su calidad de Presidente de la republica a cometido Andrés Manuel López Obrador. 


Aunque al mismo tiempo –y que quede muy claro--  también lo hago para reconocer sus aciertos. Porque de no ser así estaría yo pecando de parcial. Y eso, --como periodista de hace más de cuatro décadas-- no es ni ha sido mi fuerte.


Iniciaré pues, diciendo que si tomamos como punto de partida el trabajo que AMLO ha realizado hasta hoy, no necesita sacar ni ventajas, ni tajadas, ni mucho menos procurar acciones oportunistas aprovechando su alta investidura. Es decir, como lo ha venido haciendo insistentemente para satisfacer sus deseos de  sacar adelante su ya famosa Revocación de Mandato. 


Como también aquí he de criticar las tan llevadas y traídas encuestas o consultas populares con insulsas preguntas a que tiene acostumbrado al pueblo. Ya que eso solamente causa gastos infructuosos al erario público, y con ello no solo contradice su intención de evitar la realización de  gastos inútiles, sino que alimenta las críticas de sus adversarios.


Además decir que tampoco debe seguir perdiendo su tiempo en atacar a los que ha dado en llamar Conservadores. Y mucho menos a los “García Luna“ como lo ha venido haciendo, Porque debe saber que se trata de un apellido que como todos, merecen total respeto, toda vez que en cuanto a esos apellidos en general, los hay muchos “Lunas y Garcías” por todo el país, que seguramente se sienten ofendidos. Y muchos de los cuales –inclusive-- pudieran ser del todo inocentes. 


Lo sabemos, y no creo que el presidente lo ignore, ese tipo de acciones solo le ocasiona desgastes innecesarios no únicamente a él,  sino a su administración. Aparte de que, quizás sin darse cuenta, al recurrir a estas expresiones insultantes, su investidura se desliza hacia un nivel más bajo. Lo que por supuesto no es aconsejable.


Y es que se puede ser cordial, amable y sencillo, e inclusive dicharachero, como tal vez lo es el caso del actual Presidente de México.  Pero se puede ser sin provocar discordias, conflictos, enemistades. Porque en caso contrario se corre el riesgo de caer en el ridículo. Y por tato, muchas veces sin darse cuenta, como es el caso, sin haber necesidad se coloca en el banquillo de los señalamientos.


Claro que es de reconocerse la gran preocupación del presidente por extirpar ese cáncer maldito de la corrupción que va de la mano de la impunidad. Ese mal al que prestaron oídos sordos y que a pesar de tener el remedio en sus manos, no quisieron curar tantos otros  presidentes. Y cuyo mal aquellos otros presidentes optaron por tapar con su dejadez, con su importamadrismo, con su cobardía, convirtiéndose en cómplices.


Luego entonces, con justificada razón allí estriba el aplauso generalizado del pueblo mexicano, y no solamente se puede basar el reconocimiento que pudieran otorgarle los integrantes de esa larga fila de liberales.


Por tanto, en lo personal reconozco que con la reducción de sueldos a sus funcionarios, con reducir y evitar gastos onerosos, con la venta de “los lujosos sobrantes” además de atacar la corrupción como lo está haciendo, tan solo con ello Andrés Manuel López Obrador está haciendo justamente lo que se necesita hacer para que un país alcance su prosperidad aun cuando sea a largo plazo.


Y aquí hay que decirlo. Lamentablemente para el gobierno que hoy dirige López Obrador, esta terrible Pandemia tocó a las puertas de su administración. Pero pudiéramos decir que quizá fue una fortuna para el pueblo en general, y más aún para las familias más humildes. Y le diré porque. Porque si la Pandemia hubiese tocado a las puertas de otras administraciones anteriores, las desgracias quizás fueran mayores, y posiblemente el número de muertos por Coronavirus fuera muy superior. 


Con eso digo mucho.


Por tanto sale sobrando que sea el propio presidente quien se vanaglorie adjudicándose personalmente la expresión de ser “el mejor presidente”. Porque es a los mexicanos a quienes  nos asiste el derecho de calificarlo. Y la calificación deberá ser una vez que pase las pruebas finales.


Y es que, México, sin temor a equivocarnos, lleva rumbo. Eso es innegable. Pero alguien debe decirle al presidente que sobre su escritorio aún existen varios oficios con sendos errores. Y también decirle que hay formas de corregirlos antes de que sea demasiado tarde.


Y sobre todo, pedirle que recurra a la mayor de sus sensibilidades. Esto último lo digo respecto a los Niños con Cáncer. Porque si en realidad la vida,-- para él--, es lo más importante, allí debe poner atención especial e intervenir con energía para que los responsables de entregar los paliativos de vida a esos seres inocentes, lo hagan sin cortapisas y sobre todo que los entreguen con puntualidad.


Incluso, de acuerdo a los críticos expertos, el presidente ha demostrado muy  poca sensibilidad al hablar de temas o estrategias político-electorales por encima del hambre y la pobreza. Peor aún, por encima de  la epidemia de coronavirus por la que atraviesa el país. 


Muy bien señor presidente. Pero aún hay cosas que debe hacer –repito--antes que sea demasiado tarde.                Cuestión