• En Residuos, el autor mexicano narra el encuentro con su madre biológica hace más de una década
CIUDAD DE MÉXICO.
Hace
11 años, David
Miklos (1970) hizo contacto con su madre biológica, Jean
Elizabeth. El escritor, nacido en San Antonio, Texas (EU), quien siempre ha
vivido en México, ya sabía que era adoptado; pero el encuentro físico con su
progenitora, con el “útero”, como escribe en la dedicatoria de su nuevo libro,
cambió su vida e, incluso, su forma de escribir, por lo que decidió
reconstruirse como narrador.
Tuve una relación bastante breve
con ella, porque la encontré en 2009, nos empezamos a escribir, la conocí en
2012 y murió en 2017, hace tres años”, comenta en entrevista.
Por esta razón, el novelista
retomó su idea de convertir en una sola historia, “diferente”, lo que llama la
trilogía del origen, integrada por sus tres primeras novelas, La piel muerta (2005), La gente extraña (2006)
y La
hermana falsa (2008).
Miklos define a su título más
reciente, Residuos (Dharma
Books), como un redivivo y a la vez un muerto viviente.
Es una especie de gran obituario,
pero ya con cara y conocimiento de causa. Cuando escribí estos libros tenía
documentos, sabía parcialmente de dónde venía, cuál era mi historia
socio-médica; pero conocer a mi madre biológica terminó de redondear esto. Para
hacerlos, me había basado en una fantasía que de pronto se volvió una
realidad”.
Explica que cuando terminó la trilogía se
dio cuenta que “siempre la pensé como un solo libro y a veces hasta me
arrepentía de haberla publicado de manera separada. Pero cuando se lanzó la
primera novela, no sabía que existiría la tercera.
Ahora sé que funciona como una
sola historia. Cuando escribo un texto, lo imprimo, lo vuelvo a escribir, le
doy muchos tratamientos antes de entregar la versión final. Fue como hacer la
versión final de la versión final, todo un plus. Pasados 15 años, uno lee muy
distinto lo que escribió y la distancia es tanta que se puede trabajar de
manera desapegada”, agrega.
El egresado de Relaciones
Internacionales de la Universidad Iberoamericana cuenta que, en
esta revisión de sus primeras novelas, descubrió que “todo origen acaba siendo
una ficción, es algo que nos cuentan y luego nos contamos a nosotros mismos”.
Añade que lo femenino siempre ha
sido el punto de partida de su propuesta literaria.
La capacidad de la mujer de
generar vida, a pesar de los giros que tome la existencia. Comprendí que la
sangre tiene un peso relativo en las construcciones familiares, uno hereda algo
mucho más grande que un mero código genético”.
Quien trabaja en la Dirección de Historia del
Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) desde
hace 16 años exploró la memoria, en la que también encuentra ficción. “La
memoria es orgánica, germina y va teniendo ramificaciones; luego, algunas de
las ramas se pierden, pero se generan nuevas; es un vínculo dúctil, maleable.
Al ser dicha, la memoria es una ficción, porque la estamos diciendo en un momento
cuando lo que recordamos ya no está ahí”.
Residuos se publica en la colección Combate a
10, de Dharma Books, que propone el enfrentamiento de los escritores con su
propia obra, “en un boxeo de sombra”.