• Estoy muy contenta porque son especialistas los que me distinguen, afirmó en entrevista quien fue alumna de Ennio Morricone
Ciudad de México. Para la
compositora Lucía Álvarez, el Ariel de Oro será el séptimo galardón que recibe
de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (Amacc), pero en
esta ocasión le fue conferido por la excelencia de sus aportaciones a la
industria fílmica.
Álvarez ha creado la música de
películas como El imperio de la fortuna (1987), Principio y
fin (1993), La reina de la noche (1994), El callejón de los
milagros (1995), Cuentos de hadas para dormir
cocodrilos (2002), Mezcal (2006) y El atentado (2010);
además, ha compuesto para alrededor de 35 obras de teatro.
Será en la edición 62 de la
ceremonia de entrega de los premios Ariel, la cual será transmitida en formato
virtual el próximo 20 de septiembre, donde la compositora y pianista recibirá
la estatuilla que reconoce y valora el trabajo de una vida.
Estoy emocionada y muy
contenta, porque son los especialistas en cine que integran la Amacc quienes
otorgan el premio; esto no es cualquier cosa y tampoco al azar, expresó la
compositora en entrevista con este diario.
Lucía Álvarez nunca dudó de su
vocación, la cual sería su forma de vida y pasión: La música es todo para
mí, la amo. Empecé desde que tenía cuatro o cinco años, y no la he dejado
nunca, ni un solo día; de ella vivo, es mi gran amante y tan bueno es, que
hasta me mantiene, y muy bien.
Incluso, mi labor como
maestra en la Facultad de Música, de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), la disfruto muchísimo; me encanta trabajar con los muchachos, constatar
sus deseos de aprender, las ideas que tienen, además de su frescura; he tenido
alumnos muy brillantes que andan por ahí dando lata.
Recordando a Arturo Ripstein
Entre las anécdotas que
Álvarez rememora de su prolífica trayectoria, contó cuando conoció al director
Arturo Ripstein y cómo fue que empezó a trabajar con él. Es una historia
muy larga, precisó.
Luego de haberse conocido pasó
un tiempo y fue el cineasta quien la buscó y citó en su casa. “Iba muy
nerviosa; subí a su departamento y me dijo: ‘eres la mejor, la mejor para la
música de cine’. Le respondí: ‘señor, no sé si sea la mejor, pero me gusta
mucho hacerlo’. ‘Ah, pues si no eres la mejor –contestó–, no me importa’, y me
cerró la puerta en la nariz.
“Bajé hasta la planta baja y
salí del elevador, pero pensé: ‘yo sí quiero hacer la música de esta cinta’;
entonces volví a subir; abrió Arturo de nuevo la puerta y le dije: ‘señor, soy
la mejor’. ‘Entonces, puedes pasar’, reviró Ripstein”.
Desde ese momento comenzó una
mancuerna de trabajo que Lucía Álvarez agradece, porque fueron cinco películas;
el comienzo fue El imperio de la fortuna. Me gustaría que hubiera una
sexta, confesó la compositora.
Después, también colaboró con
Juan Ibáñez con quien hizo teatro; además de Héctor Azar, Alberto Isaac, Juan
Manuel Montoro, Jorge Fons, Javier Patrón, Ignacio Ortiz, Max Ferrá, Héctor del
Puerto y Raúl Zermeño, entre otros.
Algo en su voz, con leve toque
melancólica, se escuchó: Así va uno, hasta que vienen otras generaciones
con nuevas ideas, tanto de directores como de músicos, y de repente, uno como
que cierra la página de esa actividad. Es decir, aclaró, “no es porque uno no
quiera hacer más películas, sino porque –no me gusta decirlo– pero como que uno
pasa de moda; y no me gusta comentarlo, porque por ejemplo, Ennio Morricone,
con quien estudié un tiempo, estuvo activo hasta casi su muerte”.
La música, sostuvo Lucía
Álvarez, es una invitada más en el cine; es como una parte del elenco; ahí
depende del director, en cómo piensa su trazo, él es la autoridad; pero si me
invitan a colaborar en una cinta, claro que me gusta porque es un trabajo en
equipo; lo contrario sucede cuando escribo una obra para concierto, porque nada
más está mi papel y yo; aquí hago lo que yo quiero y de la extensión que deseo.
Además de los Arieles, la
compositora, encantada y feliz con su profesión, ha recibido el
premio Coatlicue, otorgado por la Coordinadora Internacional de Mujeres en el
Arte y el Colectivo Mujeres en la Música, así como la Medalla Sor Juana Inés de
la Cruz, que le entregó la UNAM, entre otras distinciones.