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Hoy es jueves, 21 de noviembre de 2024

En privado

• Los ancianos y su Bienestar


Obligar a las personas de la tercera edad (ancianas y ancianos) a que hagan largas colas bajo el rayo del sol o ante una amenazadora lluvia de tiempos torrenciales como los actuales, no es correcto de parte del sector oficial, ni mucho menos es lo más recomendable por parte de los profesionales de la medicina.

 

Pero lo hicieron por espacio de algunos días de parte de las autoridades de la Secretaria de Bienestar. A pesar de que –incluso—no había ninguna necesidad de hacerlo. Lo que por ende, explicaré más adelante.

 

Sin embargo, lo cierto es que las viejitas y los viejitos allí debieron estar obligadamente. Y por tanto, así lo hicieron aquellas pobres mujeres de arrugados rostros y largas enaguas, y aquellos hombres famélicos, enguarachados,  tosijientos, humildes… en ayunas.

 

Las mujeres, --algunas—cubriéndose bajo su viejo paraguas, con raídas pañoletas atadas a su cabeza, haciendo alarde del mitote. Los hombres con paliacate y sombrero. Con semblante adusto. Serios. Muy serios.

 

Guardando su sana distancia y todos cubriendo su boca con un trozo de tela, allí debieron estar para cumplir con ese obligado compromiso en un afán de no perder la poca, pero buena ayuda que les dan.

 

Y allí estuvieron, no solamente aguatando las inclemencias del tiempo, sino soportando el dolor del hambre, de la soledad, de la enfermedad, de la vejez.  

 

Allí estuvieron formados, avanzando con esa lentitud que les permiten sus frágiles piernas. Unos apoyados de su andadera, otros postrados en su silla de ruedas. Pero todos, asidos a esa escasa vida que aún les queda.

 

Formando esas largas colas en las banquetas de la Colosio haciendo escuadra con la  Carretera a Las Garzas allí estuvieron. Solo para cumplir con el compromiso de demostrar que el Coronavirus les ha hecho lo que el viento a Juárez, lo que justamente es lo que querían saber la gente que trabaja allí donde despacha el profe Víctor Castro Cosió.

 

En efecto. Presuntamente esas interminables filas de hombres y mujeres, serian únicamente para dejar en claro que aún están vivos. Porque solamente así podrán  seguir recibiendo ese apoyo, que obviamente para ellos es sumamente importante, y que les es otorgado a través del programa 68 y Más.

 

Es cierto, el clima lluvioso del lunes anterior, --todos lo sabíamos-- estaba amenazador. Y así estuvo desde días antes. Pero la convocatoria oficial para que todas esas personas de la tercera edad presentaran sus documentos de supervivencia, era explicita y si se quiere insensible. Por lo tanto, todos estaban obligados a comprobar que aún seguían vivos.

 

Sin embargo, alguien por allí comentó que los documentos bien podían ser llevados por alguna otra persona allegada al beneficiario, y no necesariamente que acudiera este. Aunque hay muchos de estos ancianos y ancianas que están obligados a acudir personalmente porque no cuentan con otra persona que les haga el favor. Y si estos tienen hijos o nietos, el viejo, --al fin viejo--, les vale un comino.

 

Y aquí precisamente está el error que cometen las autoridades de la Secretaría de Bienestar. Porque con el hecho de que los beneficiarios del programa envíen  los documentos, no existe ninguna certeza de demostrar que el beneficiario sigue vivo. De ninguna manera.

 

Luego entonces, todo este tipo de  molestias que a los ancianos y ancianas les están causando desde el sector oficial, salen sobrando. ¿Por qué? Porque la solución la tienen fácilmente en las oficinas del Registro Civil de cada entidad.

 

Así es, porque lo único que deben hacer las autoridades de la Secretaría Bienestar es solicitar mediante oficio ante las oficinas del Registro Civil de cada estado la información diaria sobre las actas de defunción de las personas mayores de 68 años. Y con esa documentación en poder la Secretaría de Bienestar, enseguida ya pueden dar de baja a los beneficiaron que hayan fallecido. Así de fácil.

 

Entonces, yo pregunto: ¿qué está pasando? O más bien, ¿qué es lo que ahora se está planeando desde esa flamante Secretaría…?

 

La verdad lo desconocemos. Sin embargo, el beneficio de la duda habrá de quedar flotando en el ambiente. Ya que todo esto  nos deja la única lectura que nos deja, es que más bien podría tratarse de una nueva estratagema política. Más aun cuando los tiempos de procesos electorales ya están a la vuelta de la esquina. Y más todavía cuando se afirma que –ahora--,  hasta el número telefónico del beneficiario están solicitando.

 

Pero bueno, tal vez les asista la razón a los de la Secretaría de Bienestar, pues como lo dijo otra persona de allí mismo: “a la mejor están solicitando el número telefónico para llamar y en su caso para tal vez hacer esta pregunta: ¿Oiga, le llamo para que me informe si todavía sigue vivo o si ya se murió fulano de tal…?”.

 

En fin, aparte de penoso, como usted lector ya se ha dado cuenta, el tema es escabroso. Pero claro que también es certero. Porque --incluso-- debo asegurar que hasta el IMSS, --en favor de todos los pensionados--, desde hace tiempo ya eliminó esa parte de la Comprobación de Supervivencia Presencial.

 

Pero ni modo, quizás  como dijo alguien por allí: “se trata de que se abran también de parte de la Secretaría de Bienestar. Pues no olvidemos que Andrés Manuel López Obrador no quiere nada oculto”.

 

Luego entonces, habremos de pensar  que lo que están haciendo en estos momentos es evitar que los muertos cobren y voten como lo hacían antes.

 

Y eso es equitativo, comprensivo  y justo.

 

¡Feliz Día del Abuelo! … Y, Cuestión de tiempo.