• AMLO—Empresarios
Si tomamos como principio que
México es el segundo país con más millonarios en América Latina sólo detrás de
Brasil, que cuenta con al menos medio centenar de personas con más de 500
millones de dólares, que se contabilizan cerca de 4 mil personas entre las más
millonarias del planeta y que de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (INEGI) en nuestro país existen 5 millones 53 mil 130 negocios,
habríamos de coincidir en que esa ríspida relación que existía entre las
cúpulas empresariales y el actual presidente de México, demandaba de un
acercamiento desde hace tiempo.
Aceptamos que efectivamente,
desde aquellos procesos de campañas electorales Andrés Manuel López Obrador
pudo recibir agravios y descalificaciones. Cuyos ataques, tal vez provenían de
magnates. Pero ya después, una vez ungido con la banda presidencial, AMLO
debió inmediatamente tomar en cuenta que una de las tareas más ambiciosas que
se veía venir para su gobierno, era precisamente conciliar con los ricos. Más
aún porque el hacerlo, seria por el bien del país y del pueblo.
Es decir, escuchar el canto de
las sirenas que le revoloteaban por encima de su cabeza, nunca fueron buenos
cantos ni para el presidente ni para los mexicanos. Mucho menos en aquellos
tiempos en que AMLO se refirió al sector empresarial como una “minoría rapaz”.
Y que supuestamente para él, los empresarios “sólo tienen como objetivo la
obtención de utilidades”.
Lo cual no es correcto.
Porque, de cualquier manera, tal como lo esgrimen los Jóvenes Empresarios por
México integrantes de la JEMAC, (es una asociación civil sin fines de lucro que
nació como una iniciativa de empresarios jóvenes), sobre el particular, Andrés
Rodríguez, director ejecutivo de JEMAC explica, "Nuestra misión es crear
empresas y generar empleos para jóvenes mexicanos en lo que son MIPyME”.
Luego entonces, si a ese
distanciamiento Gobierno-Empresarios, le sumamos hoy el grave problema del
Covid 19, después del gran terremoto que ha representado la transición en
México, habríamos de observar una economía paralizante y si se quiere,
agonizante. Y con ello la cultura emprendedora llegaría a una cruel extinción,
con resultados muy dolorosos para todos los mexicanos.
Por eso, para el bien del país
y de todos los mexicanos, era ya urgente un proceso de cambio en la mentalidad
del presidente. Y dejar de lado los denuestos, las descalificaciones, los
enconos, para dar paso a los acuerdos y a la reconciliación con los hombres del
dinero.
Y no era para menos, cuando
--por su gran peso específico-- las cúpulas empresariales son actores
importantes del debate político en México, y serán siempre pilares
fundamentales de la economía nacional. Por ende no dejaran de ser motores
indispensables para impulsar el desarrollo en nuestro país.
Por tanto, era necesario e
indispensable dejar atrás los descalificativos, la desconfianza y el
antagonismo, --de ambas partes-- y a cambio de ello dar una muestra de voluntad
política. Más aun ante las condiciones de pandemia por la que atravesamos y
cuando la gran mayoría transitamos sin rumbo, sin certeza y una venda en
los ojos que no nos permite ver la luz al otro lado del túnel.
Hoy, con esa –histórica--
reunión sostenida por el presidente con los hombres de negocios en México, nos
deja una visión más clara sobre la apertura de un nuevo panorama dentro de un
ambiente de mayor certeza y confianza dentro de la agenda nacional para iniciar
una nueva proyección financiera con diversificación de mercados, con impacto
regional y mayor inversión.
Sin embargo, será sumamente
fundamental que el gobierno de México, tras contar con el respaldo de los
grandes empresarios no olvide a los más jodidos en estos momentos. Los Micro,
las PYMES, los negocios familiares, los ciudadanos emprendedores; pues son
ellos quienes por décadas también han contribuido a la generación de empleos y
el fortalecimiento de los mercados.
Porque los pequeños
empresarios son quienes necesitan del apoyo gubernamental. Porque son ahora
ellos quienes conducen sus embarcaciones por aguas turbulentas y navegan sin
rumbo seguro. Y ellos también constituyen una preocupación dentro de esa agenda
de Transformación.
Fue el 28 julio la fecha de
esa reunión histórica a la que hago referencia donde el presidente Andrés
Manuel López Obrador dio a conocer que se reunió en Palacio Nacional, con un
grupo de empresarios, encabezados por Antonio del Valle, presidente del Consejo
Mexicano de Negocios.
A través de su cuenta de
Twitter, el mandatario subió una foto de la reunión, en la cual aseveró que
intercambió opiniones sobre la crisis económica propiciada por el coronavirus
con ellos, además de señalar que hay voluntad para sumar esfuerzos, recursos y
salir adelante: “Intercambié opiniones sobre la crisis económica precipitada y
el #COVID19 con un grupo de empresarios encabezado por Antonio del Valle. Hay
voluntad para sumar esfuerzos, recursos y salir adelante”, escribió el 29 julio
2020.
En la foto se observa la
presencia de Carlos Slim Dommit, presidente del Consejo de Administración de
Telmex e hijo de Carlos Slim; la de Alejandro Ramírez, CEO de Cinépolis;
Eduardo Tricio, presidente del Consejo de Administración de Grupo Lala, Blanca
Treviño, CEO de Softtek y actual vicepresidenta del CMN, entre otros 10 empresarios.
Luego entonces, no es tarde.
Y qué bien, porque
apenas en abril pasado, el Consejo Mexicano de Negocios se vio envuelto en una
polémica con el presidente López Obrador tras la firma de un acuerdo por 12,000
millones de dólares con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con el
cual se otorgarían créditos a pequeñas y medianas empresas. En ese entonces,
AMLO afirmó que en dicho trato veía un riesgo de corrupción, además de advertir
que esos créditos, si no se pagan, pueden pasar a ser deuda pública.
Es pues el inicio de una
franca reconciliación. Porque el binomio gobierno-empresarios es detonante de
beneficios mutuos. Los empresarios necesitan del gobierno y el gobierno de los
empresarios, por lo que ambos son factores importantes en las políticas
públicas que habrán de transformarse en acciones de gobierno.
Cuestión de tiempo.