• A 80 años de su asesinato en Ciudad de México, la historiadora considera que se ha escrito mucho sobre él, pero es “importante seguir hablando del personaje y de su postura”
Ciudad de México
Se
le conoció como “Operación Pato”: toda una estrategia instrumentada por los
servicios secretos de la Unión Soviética de José Stalin para deshacerse de uno
de sus enemigos más claros: León Trotsky, en donde el nombre de Ramón Mercader
del Río aparecía como el as bajo la manga, si acaso fallaba el primer plan,
encabezado por David Alfaro Siqueiros, como recuerda la historiadora Olivia
Gall.
“Los
archivos de la KGB no se han abierto y será difícil que los abran, de los que
seguramente tendríamos detalles más finos de muchas cosas. Pero no hay lugar a
la interpretación: Mercader fue una de las cartas que la KGB tenía bajo la
manga por si fallaba el atentado de Siqueiros contra la vida de Trotsky.
Esa
carta fue la que entró en juego”, cuenta la investigadora, a 80 años del
asesinato de León Trotsky. Si bien ya transcurrieron ocho décadas, la figura de
Trotsky aún despierta miradas múltiples. Además de ser uno de los dos
principales dirigentes de la más grande revolución de tipo socialista del siglo
XX, la Revolución de Octubre en Rusia, para Olivia Gall fue un intelectual
bastante importante, que escribió sobre temas muy distintos, no siempre asuntos
de política, sino también de humanismo, de filosofía, de arte.
“Fue
un hombre de una cultura muy grande, que leía en varios idiomas, incluso
dictaba en varios idiomas. Tenía mucho rigor en lo que estudiaba y cómo luego
lo convertía en pensamiento. Una figura no solo política, sino cultural e
intelectual bastante connotada en el siglo XX. Eso, en gran parte provoca que
sigue siendo debatida su figura”.
La
doctora en historia política reconoció en entrevista con M2 que una figura como
la de Trotsky sigue siendo importante no solo por haber sido el principal
opositor al régimen de Stalin, sino porque aún hay quienes se preguntan cómo
hacer para que las revoluciones que quieren un mundo mejor “no terminen en un
desastre que va en sentido contrario”.
“Muchos
historiadores han escrito sobre Trotsky: algunos de acuerdo con su figura,
otros en contra; algunos son muy serios en su investigación y análisis, y otros
son tan ideologizados que nada más no logran ser buenos historiadores. Creo que
se ha escrito mucho sobre él, no sabría decir qué falta, pero sí es importante
seguir hablando del personaje y de su postura, porque en muchos contextos no se
le trata con justeza; por ejemplo, en la Rusia de hoy no se le ha
rehabilitado”, a decir de Olivia Gall.
Hay
polémicas muy fuertes en torno al personaje, que siguen vigentes de muchas
maneras y lo definen como una de las grandes figuras de ese momento histórico
tan fuerte. En la actualidad hay corrientes políticas que son absolutamente
contrarias al marxismo y que lo van a criticar, generalmente, por sus posturas
teóricas y políticas.
“También
hay corrientes dentro del marxismo que no están de acuerdo con la forma en que
Trotsky teorizó o condujo su corriente política, como las corrientes comunistas
tradicionales, que siguen apoyando el experimento de Stalin en el gobierno, a
pesar de la represión”, advierte la autora del libro Trotsky en México: y la
vida política en el periodo de Cárdenas, 1937-1940.
En
torno a la figura de Ramón Mercader del Río, el asesino de León Trotsky, Olivia
Gall considera que ya hay muy poco que encontrar sobre él: aunque durante
10 años no se supo su identidad, porque tenía varios alias, gracias a un
trabajo de la policía mexicana junto con la europea, se pudo determinar su
nombre y que era catalán.
“Era
un agente de los servicios secretos policiacos soviéticos, no hay duda de eso.
La historia de cómo se fue acercando a la Casa Trotsky, Leonardo Padura la
retrata muy bien en la novela El hombre que amaba a los perros. Tampoco hay
dudas en el hecho de que estuvo en las cárceles mexicanas 20 años y después
Cuba le dio refugio. Es algo que ya está comprobado”.
UNA
MIRADA DISTINTA
Del
otro lado está una mirada como la de Alberto Ruy Sánchez, quien en la novela
Los sueños de la serpiente se dio a la tarea de reconstruir una parte de esa
historia desde la perspectiva de la literatura, sin dejar de lado los
documentos históricos. El autor se muestra convencido de que lo sucedido con
Trotsky es parte de todo esquema de los gobiernos autoritarios.
“Un
grupo revolucionario, que es totalitario, siempre ajusticia primero a sus
compañeros: los califica como una enfermedad, los nombra adversarios, los
persigue y los mata. Ese es un esquema natural de todo gobierno autoritario.
El
tema sigue siendo importante, porque el mismo mecanismo que llevó al asesinato
de Trotsky se da en toda persecución de la crítica, de los miembros de una
sociedad que critiquen al poder totalitario. Está analizado por Hanna Arendt en
Orígenes del totalitarismo, un libro fundamental para entender lo que está
viviendo el mundo”.
La
propuesta de Alberto Ruy Sánchez está en ver la parte oscura de León Trotsky:
está demostrado que se peleó con la hegemonía de la revolución rusa, pero la
gente que quiere creer piensa que fue otro bolchevique, “otro tipo de tirano
que no llegó al poder, porque lo mataron, hubiera sido mejor tirano que el
otro, pero es la ilusión de la servidumbre voluntaria.
“Contra todas las rebeliones a las que
llamaban los ejércitos, Trotsky tuvo un momento en que en una semana mató a mil
800 personas y eso está demostrado, pero sigue siendo un síntoma de la
servidumbre voluntaria, de procesos que vemos aún en la actualidad, de Trump a
Bolsonaro”.
Se
ha escrito mucho alrededor de la figura de León Trotsky, ya sea en libros de
historia como en novelas; hay hasta relatos de sus amores con Frida Kahlo, pero
se mantiene como una figura para la que los matices no alcanzan a ser
suficientes. Hay muy pocos grises, lo que se refleja ocho décadas después de
que Ramón Mercader descargara un piolet contra la cabeza de Trotsky.