• El Premio Nobel de Literatura, considera que la pandemia nos tiene en guerra contra nosotros mismos
CIUDAD DE MÉXICO.
Vivimos un tiempo de angustia y de alienación que nadie había imaginado
vivir en nuestro mundo de perfección técnica y ambición social”, afirmó ayer el
escritor francés Jean-Marie Gustave Le Clézio (Francia, 1940), Premio Nobel de
Literatura 2008, en el marco de la serie Imagina el Mundo, organizado por el
Hay Festival 2020, donde leyó un mensaje que dedicó a su nieta Itzi (agua en
lengua purépecha), mientras el mundo enfrenta los estragos del covid-19.
Yo lo viví en mi niñez,
puesto que nací en 1940, en tiempo de guerra, cuando estuvimos todos confinados
en la casa sin mucho que comer, y con miedo de los bombardeos. La diferencia es
que sí, ahora estamos en guerra, en una guerra contra nosotros mismos y no
contra un enemigo exterior; es una guerra contra nuestras fallas, nuestra
indiferencia a la naturaleza, nuestro vanidoso egoísmo”, apuntó el autor de La
música del hambre, La cuarentena y El pez dorado.
La cuestión no es de saber
si sobreviviremos a esta epidemia, dijo Le Clézio, porque “la raza humana es
dura y sobrevivió a situaciones sanitarias en el pasado, durante el tiempo de
pestes en Europa, la última epidemia del siglo XVII, en 1610, que costó la vida
a millones, descrita de manera muy fiel con algo de sarcasmo por el novelista
inglés Daniel Defoe, el autor de Robinson Crusoe”.
Y recordó que en el pasado
se han superado muchas enfermedades. “Quizá la peor ocurrió en América del
siglo XVI, con la llegada de los españoles y fue la causa del perdimiento
terrible de la población indígena, por la viruela, la gripe y la rubeola,
reduciendo a la población en su sexta parte, ya que pudo causar entre 20 y 120
millones de muertos en menos de un siglo”.
¿Cuál es el significado de
esta pandemia de covid-19 y cómo estaremos viviendo en el futuro?, se cuestionó
el autor de El diluvio y El libro de las huidas. “El futuro es tuyo y tendrás
20 años en el 2040 y, si todo pasa bien, conocerás el siglo XXII. Pero somos
nosotros quienes estamos construyendo tu porvenir. Ojalá no nos echaras la
culpa por todas nuestras inequidades e incapacidades. Lo mereceríamos: hemos
vivido desde la guerra hasta ahora, como si mañana no fuera a existir”.
Lo cierto es que “hemos
gastado la naturaleza, hemos sentido orgullo de la dominación de una minoría
sobre una mayoría de los habitantes del planeta, hemos tenido como normal la
injusticia social, la disparidad entre los sexos, la inequidad entre los países
pobres y los ricos en cuanto a la mortalidad de los niños y la esperanza de
vida de los adultos”.
Para Le Clézio, sí existe
una enseñanza en el padecimiento que ha azotado a este 2020: “Después del paro
de las actividades debido al confinamiento, hemos podido ver el mundo alrededor
mejorarse. No fue de manera lenta o escondida, fue casi de inmediato. Un cielo
increíblemente más azul, un mar limpio, una atmosfera más pacífica, gozando de
silencio, de calma y bienestar. Puede parecer algo egoísta este cambio…
(aunque) hasta hoy no se sabe cómo va a resultar esta crisis”.
Sin embargo, es cierto que
son las poblaciones más débiles económicamente las que van a padecer más la
disminución del comercio y la industria, dijo. Pero, en estos días lo que
sobresale es el gozo de la naturaleza, su respiración, su alivio. “La cuestión
no es de saber si nos salvaremos de esta catástrofe; tengo confianza en las
proezas de la ciencia y en la dedicación de los médicos.2
Por último, reconoció que
las sociedades superdesarrolladas encontrarán seguramente la solución a la
crisis, una medicina, una vacuna o una resistencia al virus, pero la cuestión
es saber si el momento que golpea al mundo entero habrá cambiado algo en
nuestra mentalidad y habrá procurado una enseñanza a los sobrevivientes.
Desgraciadamente podemos
dudarlo, (porque) la última guerra costó millones de vidas, condenó a la muerte
a inocentes niños, desplazó familias en campos de concentración como en
inconcebibles zoológicos. De verdad, no sé cómo vivirás en estos años del
futuro. Nadie puede predecirlo. (Y) lo único que puede hacer es imaginar un
mundo nuevo, lleno de invenciones y fantasías. Para imaginarlo no necesito
fábulas ni ciencia ficción. Necesito memoria”.