• José de San Martín y Agustín de Iturbide compartían el ideal de instaurar una monarquía, “un gobierno fuerte y vigoroso”, en los países hispanoamericanos recién liberados
CIUDAD DE MÉXICO.
José de San Martín (1778-1850), libertador de las Provincias
Unidas de Río de la Plata (Argentina, Chile y Perú), y Agustín de Iturbide
(1783-1824), quien logró con “un pacto proverbial” que todos los sectores
aceptaran la independencia de México, compartían el ideal de instaurar una
monarquía, “un gobierno fuerte y vigoroso”, en los países hispanoamericanos
recién liberados.
Éste fue, probablemente, el tema
central de la conversación que durante dos horas sostuvieron estos destacados
militares y políticos el 10 de mayo de 1824 en el Royal Coffee de Londres, “un
hecho histórico prácticamente desconocido” que José Manuel Villalpando (1957)
recrea, basado en documentos reales, en su nueva novela, Los libertadores toman café (Grijalbo).
Lo llamativo es que estos
libertadores se hayan encontrado, hecho que está muy bien documentado, registrado,
a partir de los informes que los espías que los seguían entregaron a sus
respectivos gobiernos. Esto sucedió en la víspera de que Iturbide regresara a
México, donde sería fusilado, y San Martín se quedó en Europa y vivió en el
exilio hasta los 72 años de edad”, explica Villalpando en entrevista.
El divulgador de la historia
afirma que este encuentro fue “real, totalmente auténtico y verificable” y que
lo que se ignora, más que por las suposiciones de los espías, es de lo que
hablaron estos personajes.
La coincidencia asombrosa es que
ambos espías informan que, a lo mejor, San Martín intentó disuadir a Iturbide
de volver a México; y que, por otra parte, quizás estuvieron planteando sus
respectivos proyectos monárquicos para una restauración.
Esto es lo novedoso para los
mexicanos, porque desconocemos muchísimo la historia de Sudamérica, a pesar de
que es una historia hermana. Hemos oído hablar de Bolívar, de San Martín, pero
no hemos profundizado en qué hicieron y cómo fueron los episodios de sus
independencias de la misma madre patria y muy paralelas”, indica.
El catedrático y secretario
académico de la Escuela Libre de Derecho destaca que este libro es un intento
de historia continental. “Nació a partir de la presunción de que ambos eran
libertadores, militares, que habían servido al rey, que cambiaron de bando para
hacer sus independencias y que planteaban como la única manera de gobernar la
mano dura, un gobierno vigoroso, la monarquía.
Proponían, igualmente, un
gobierno con príncipes extranjeros, en su versión original en México, en el
Plan de Iguala, que luego Iturbide modificó en el Tratado de Córdoba; pero, en
el caso de San Martín, la idea era traer a un emperador o a un rey del
extranjero, sólo que él no alcanzó a proponer su propia coronación, es más,
decía que le repugnaba”, agrega.
El autor de más de 40 libros
narra que San Martín e Iturbide, además de charlar sobre sus proyectos, sus
vidas familiares y problemas económicos, “llegan a la conclusión de que la
principal oposición a sus proyectos, tanto en México como en Perú, no viene de
Estados Unidos, sino de la Gran Colombia de Simón Bolívar, que es el tercer
personaje ausente en el libro, pero presente por la constante evocación.
Los enviados diplomáticos de
Bolívar a ambos países, consta en documentos, llevaban las mismas instrucciones
de poner obstáculos a los proyectos monárquicos; haciendo el mismo tipo de
acciones, conspiraciones, y publicando textos en los que se aseguraba que la
República es la mejor forma de gobierno”, señala.
Villalpando aclara que los
diálogos entre Iturbide y San Martín, y lo que dice Bolívar, todo está tomado
de sus propios documentos; es decir, que reconstruye desde la ficción el
episodio “con el cuidado, metódico y preciso, de poner en las propias palabras
de sus personajes ideas expresadas en fuentes primarias”.
Detalla que “Los libertadores
toman café” es una pequeña novela dialogada. “Es una historia en la que no hay
acción ni movimiento; todo ocurre en un café, durante dos horas, y lo único que
hay son palabras y sentimientos. Por eso seguí el camino fijado por Benito
Pérez Galdós, el maestro de las novelas dialogadas, para retratar la plática
entre estos personajes”.
El relato se complementa con la conversación paralela entre
Mariano Michelena y Carlos María Alvear, dos espías masones que acuden al mismo
café, a prudente distancia, para intentar captar la información que cruzan los
libertadores. “Para desgracia de Iturbide, son los únicos que conocen la
conjura que culminará en su fusilamiento, apenas unos días después de pisar
tierras mexicanas”.
El ensayista admite que es más
grande la talla
histórica de San Martín. “Se ve engrandecida por dos
elementos fundamentales: fue un gran capitán, uno de los mejores del mundo, por
su campaña de liberación de Chile, sobre todo cuando cruza los Andes con su
ejército; era en héroe abnegado, humilde, por eso se retiró.
Iturbide no tuvo esa actividad
militar destacada; pero su mérito es que logró la independencia de manera
pacífica. Fue ambicioso y el emperador quedó por encima del libertador, pero
tenía amor por la patria”.
El investigador adelanta que
durante la cuarentena terminó otro libro, Postales de París, que espera publicar a principios de
2021.
Es una especie de instantáneas
fotográficas de un centenar de mexicanos que anduvieron en París entre 1803 y
1957 por distintos motivos; algunos fueron a morir, otros a enamorarse, otros
de trabajo, embajadores, poetas, exiliados, desde Fray Servando Teresa de Mier
y Jaime Torres Bodet hasta Antonieta Rivas Mercado y el matrimonio Mier y
Pesado; es una galería amplia de 150 años”.