• Marco Barrera Bassols, coordinador de Vinculación Internacional de la editorial, indicó que ocho de las nueve subsidiarias en Latinoamérica, Estados Unidos y España son empresas privadas
CIUDAD DE MÉXICO.
Ocho
de las nueve subsidiarias que el Fondo de Cultura Económica (FCE) tiene
en diversos países de Latinoamérica, Estados Unidos y España son empresas
privadas, sólo la de Ecuador es una fundación. Éste es uno de los primeros datos
que arrojó la radiografía sobre la constitución legal de las filiales, que el
sello del gobierno mexicano realiza con el fin de trabajar con ellas de una
manera más fluida.
Es un asunto muy complejo que nos
ha obligado a llevar a cabo un trabajo de limpieza, reordenamiento, de repensar
funcionamientos y estructuras”, comenta Marco Barrera Bassols en entrevista
con Excélsior.
El coordinador de Vinculación
Internacional de la editorial afirma que están viendo esta reestructuración con
los directores, los abogados y las asambleas de las subsidiarias.
Son empresas legalmente
constituidas en cada uno de los países, que responden a la legislación local.
Por esto, la instrucción de una institución pública mexicana no se pueda llevar
a cabo de manera automática en una empresa privada de otro país. Es decir, no
podemos trasladar mecánicamente una ley de austeridad que opera aquí a otra
nación”, agrega.
El egresado de la Escuela
Nacional de Antropología e Historia detalla que la radiografía también mostró
que no existen lineamientos legalmente ratificados en las filiales. “No están
en las bases de ninguna de nuestras empresas. Retomamos los ordenamientos que
había, los reeditamos, algunos tenían problemas de derechos humanos; los
estamos actualizando y debemos someterlos a un proceso que cada una debe
ratificar y asumir”.
Admite que esta revisión de la
forma en que trabajan las subsidiarias ha sido útil para entender lo sucedido
en Colombia; en cuya filial se presentaron una serie de irregularidades debido
a que su gerente, Nahum Montt, contrató a tres empresas de las que su hijo,
Germán Montt, era accionista; y, además, fue acusado de haberse autorizado un
préstamo personal y realizar gastos personales con cargo al FCE, por 5 mil
dólares mensuales. (Excélsior, 31/05/2020).
Paco Ignacio Taibo II, director
del sello paraestatal, dijo en su momento que el problema estaba resuelto, que
los contratos con las empresas se suspendieron en enero pasado, que Montt
pagaría lo que se gastó y aceptó su renuncia. Pero no pudieron fincar
responsabilidades jurídicas.
Hace un año, Barrera Bassols
denunció que había recibido a las subsidiarias con un pasivo de tres millones
de libros, es decir, tanto los que estaban a la venta como en bodega. “De
éstos, se lograron vender 500 mil volúmenes. Quedan aún dos millones y medio,
pero seguimos moviéndolos de un país a otro, viendo dónde tienen más
posibilidades
de salir”.
Agrega que varias de las filiales
ya no están en números rojos y que se eliminó la deuda que tenían con la casa
matriz. “Eso permitió comenzar a sanear las finanzas. Chile es una de las que
ya está en números negros, ha alcanzado un punto de equilibrio. Hay buenas
cifras, lástima que la pandemia nos vino a dar un buen trancazo a todos”.
El historiador destaca que
también han analizado y revisado el papel de las subsidiarias en términos de
venta. “El primer trimestre de 2020, antes de la pandemia, las ventas de
nuestras filiales representaron 46.62 por ciento de las ventas totales del
Fondo. Aquí vemos su importancia”.
Dice que, a pesar de la
contingencia sanitaria, las nueve subsidiarias están trabajando bien, “desde
casa, pues las sedes están cerradas, pero activas”.
El FCE comenzó su actividad
internacional con la inauguración de su filial en Argentina en 1945.
Posteriormente, se abrieron las de Chile (1954), Perú (1961), España (1963),
Venezuela (1974), Colombia (1975), Estados Unidos (1990), Brasil (1991) --cuyo
cierre oficial está en trámite--, Guatemala (1995) y Ecuador (2015).
El también museólogo aclara que
“lo que realmente nos importa es que, editorial y culturalmente, nuestras
empresas puedan tener un impacto mayor, relacionarse unas con otras, para que
motiven que el Fondo vuelva a ser lo que fue, la gran influencia que tuvo en
varias generaciones, su huella fue muy profunda y puede seguirlo siendo”.
Añade que están, en medio de la
pandemia, buscando estrategias para fortalecer las líneas de producción y de
comercialización online en los distintos países, ya que no existían. “Todo se
hacía desde México o desde Estados Unidos, donde tenemos tres plataformas de
venta virtual, de libros electrónicos, sobre todo”.
El promotor cultural indica que
trabajan también “en la perspectiva que nuestras subsidiarias puedan hacer un
uso benéfico de los materiales virtuales. Eso no estaba plenamente regulado.
Son dinámicas distintas en cada país. Ahora, la venta en internet representa el
0.57 por ciento de las ventas totales”.
Señala que están ampliando los
mercados. “Por ejemplo, en Perú llegó a haber tres librerías en el mismo
barrio, en Miraflores. Ahora, tras un convenio, se tendrán 60 puntos de venta
en el país”.
Destaca que elaboran líneas
editoriales que perfilen una presencia distinta. “Ya no obligamos a las
filiales a vender libros que nadie va a comprar. Buscamos garantizar que el
título tenga un interés latinoamericano”.
Finalmente, destaca que sigue en
pie el plan de abrir otra filial en La Habana, Cuba.
La pandemia nos ha servido para
pensar a futuro, cómo vamos a reaccionar después del confinamiento, qué viene
para el libro físico y virtual y cuál es el papel que el FCE debe jugar”,
concluye.