“No hay permisos, no hay vacaciones, pero no lo cambiaría, mi pasión son los cuidados” dijo el trabajador de la salud
La Paz, Baja California Sur.- “Al lugar le llamamos covitario y pues nosotros somos los coviteros”, así se hacen llamar los enfermeros que, día a día se juegan la vida propia para salvar la ajena. A 120 días del primer caso de COVID-19 en Baja California Sur (BCS), Diario El Independiente buscó a los especialistas de la salud para retratar al ser humano detrás del cubrebocas. Esta es la historia de Stavros Ayala Alonso, jefe de servicio de cuidados intensivos en un hospital de Baja California Sur.
En marzo pasado, cuando comenzaron a identificarse los primeros casos en La Paz, los directivos de los dos hospitales donde trabaja le ofrecieron a Stavros la opción de entrar a participar en la atención de los pacientes que requieren cuidados especiales.
En uno de ellos es jefe servicio, y tuvo que animar a sus compañeros a entrar a covitario.
“Les dije allí adentro estás protegido, tienes tu equipo de protección entonces o va a pasar nada si no rompes los protocoles, lo pensaron y dijeron vamos, se animaron y entramos todos juntos, mi equipo” Stavros coordina un equipo de 5 enfermeras y enfermeros en el área de cuidados intensivos.
A casi cuatro meses de trabajar en los covitarios ni Stavros, ni sus 5 compañeros de equipo, hasta ahorita, se han contagiado “es una fortuna porque sé que otros sí les ha pasado”, dijo al recordar que apenas una semana atrás murió un médico que trataba a los pacientes críticos.
De hecho, consideró que entre el personal de enfermería es menos común el contagio por que hay habilidades que ya se tienen desde antes de la llegada de los pacientes con COVID-19.
“Enfermería siempre está con el paciente, el trato es permanente, y estamos más acostumbrados a usar técnicas de aislamiento de acuerdo a la patología, y creo que estamos un poquito mejor protegidos, las estadísticas dicen que los médicos son los más contagiados cuando los enfermeros somos el 60% del personal de un hospital” indicó.
Según el experto, para ser un buen covitero la clave es el método, por ejemplo, identifica que en la pericia para realizar los procedimientos se encuentran claves para evitar los riesgos más altos de contagio.
Todos los días se pone y quita 3 trajes protectores, 2 cubrebocas, 3 guantes, quitarse o ponerse el traje le toma hasta media hora. Si juntamos todo el tiempo que le ha tomado evitar contaminarse, para entrar a trabajar, en 120 días de COVID-19 Stavros lleva 5 días vistiendo y desvistiéndose para entrar o salid del hospital.
Por ejemplo, se sabe que intubar a un paciente grave es uno de los momentos de mayor riesgo debido a que el aire que emite el tubo del respirador aeroliza las partículas de saliva del paciente.
A la hora de la intubación “el indicado es el médico de guardia, y si tiene mucho que ver porque no es lo mismo un cirujano que uno de medicina interna, un médico internista está más acostumbrado a intubar pacientes entonces hay más práctica y tienen más habilidad, por eso tiene que ver con quién intuba y quien hace los procedimientos bien”.
Stavros nombre quiere es un nombre que en griego quiere decir “La Cruz”, el sacrificio. La historia de nuestro covitero comienza antes de su nacimiento, lleva el cuidado en la sangre. Tanto su madre que lo trajo de pequeño de Culiacán a La Paz, como su abuela fueron enfermeras.
“Crecí en ese ambiente y desde muy chico quise ser como ellas”, estudió enfermería desde la preparatoria y luego de la licenciatura se especializó tanto en cuidados intensivos como administración de servicios de enfermería.
Con más de 20 años de experiencia hospitalaria, Stavros y estaba preparado para el COVID-19 antes de que la enfermedad se comenzara a manifestar entre los sudcalifornianos.
Pero a cuatro meses de trabajo intensivo, mientras los insumos se compran, el equipo se abastece, el verdadero sistema de soporte de los hospitales es su limitado capital humano especializado.
De acuerdo con las autoridades, la saturación hospitalaria en Baja California Sur no supera el 20% pero para Stavros la realidad es muy diferente.
No hay permisos, no hay vacaciones, no hay días económicos, conseguir cinco días de descanso en la última rotación fue un verdadero logro sindical para sus él y compañeros de servició, “descansé como si no hubiera descansado en 2 años” expresó a este matutino.
Su novia también es enfermera covitera, y admitió que pueden ver como ellos y sus compañeros de servicio “nos estamos cansando física y emocionalmente”.
“Estas últimas dos semanas se incrementó un 100% el ingreso de pacientes antes era raro pasar de los 12 pacientes hoy en día tenemos en un solo hospital tenemos como mínimo 16 al mismo tiempo, en la otra institución donde trabajo tenemos 10, y ahorita tenemos 35” agregó.
“Esto nos incrementa la carga de trabajo y prácticamente con el mismo personal”, advirtió.
Al principio, admitió, le daba un poco temor estar dentro en el área de cuidados intensivos, pero conforme se fue acostumbrando a ser covitero, ahora lo que más teme es contagiarse donde la gente no tiene ninguna precaución: el mundo exterior.
Aunque sale solo a lo básico, y con todas las medidas precautorias, dice que le da coraje la negligencia de sus paisanos. “Me da mucho coraje, si veo a alguien de mi familia los regaño, me enojo con ellos, con mi familia, ahora imagínate ver como abarrotaron playas, los expendios”, confesó.
“Desde mi punto de vista es necesaria la conciencia de la gente, no veo tanto el exterior porque no he dejado de ir a trabajar, no sé cómo se siente la gente encerrada, que no tiene trabajo, pero sí es importante ver que esto es diferente y se está muriendo gente joven, aparentemente sana, no solamente ancianos, no solamente diabéticos, he visto niños afectados, y me da poquito de coraje”, continuó.
“Nadie sabe todo lo que hace un enfermero, es mucho trabajo, pero es lo que más me gusta” dijo que si bien no es un héroe considera muy gratificante cuando la gente que ha cuidado reconoce su trabajo.
Stavros cree que la forma en que se conduce en su trabajo nunca regresará a ser como antes, en adelante será su normalidad “esto no va cambiar, vamos a tener que cambiar nosotros, nuestra forma de vivir, hasta que no haya una vacuna ya no va a ser lo mismo considero que no, pero no lo dejaría de hacerlo” finalizó.