• Beatriz Gutiérrez Müller recordó a Fernández de Lizardi, fundador de la primera sala de consulta de libros y periódicos
CIUDAD DE MÉXICO.
La primera biblioteca pública de Latinoamérica, el
primer local secular de lectura abierto en nuestro país, la primera sociedad
literaria del México independiente. Así fue denominada ayer la Sociedad Pública
de Lectura, que el escritor novohispano José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827)
fundó hace 200 años.
En uno de los patios de la Biblioteca de México,
ubicada en La Ciudadela, en una breve ceremonia presencial de 20 minutos, la
escritora Beatriz Gutiérrez Müller (1969), esposa del Presidente Andrés Manuel
López Obrador, la subsecretaria de Cultura federal, Natalia Toledo; la jefa de
Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum y el secretario de Cultura
capitalino José Alfonso Suárez del Real rememoraron el proyecto que arrancó el
23 de julio de 1820 en una accesoria de la calle de la Cadena (hoy Venustiano
Carranza), letra A.
En esta sala, cuyo lema era “Ser útiles a nuestros
semejantes, prefiriendo el bien público al privado”, los habitantes de la
capital podían consultar por un real todos los periódicos del día y algunos libros.
El proyecto del llamado El Pensador Mexicano fue la primera biblioteca y
hemeroteca pública del país, ya que los servicios que ofrecía son el
antecedente de los que se brindan actualmente.
Fernández de Lizardi, autor de la primera novela de
América, El Periquillo Sarniento (1816), explicó en su momento
que el objetivo de la Sociedad era facilitar la lectura y la ilustración del
pueblo. “De nada sirve la libertad de imprenta a quien no lee, y muchos no leen
no porque no saben o no quieren, sino porque no tienen proporción de comprar
cuanto papel sale en el día, con cuya falta carecen de mil noticias útiles y de
la instrucción que facilita la comunicación de ideas”.
La sala estaba regida por un reglamento de seis
puntos: cada visitante pagaba un real antes de entrar, sólo se daba un “papel”
a cada persona, se vendía papel a quien quisiera escribir o copiar algún texto,
se podía solicitar otro papel hasta que se entregara el primero, el último
papel se entregaba directamente en mano del cuidador y se admitían suscriptores
de lectura por tres pesos mensuales, y por todo el día, para quien no pudiera
pagar los 31 reales mensuales.
También se podían llevar a domicilio, por el mismo
precio, los periódicos del día anterior. Desgraciadamente, esta sociedad no prosperó
y desapareció poco tiempo después.
En su calidad de presidenta del consejo honorario
de Memoria Histórica y Cultural de México, Gutiérrez Müller evocó que México
estaba a un año de obtener el acta de Independencia, que nos liberaría de un
largo periodo colonial.
Las sociedades literarias fueron muy importantes en
el siglo XIX, porque se concibieron como un espacio de lectura colectiva, por
lo común en voz alta. Hoy que conmemoramos el nacimiento de esta primera
sociedad literaria del México independiente es una excelente ocasión para
recordar el valor que tiene la lectura en la sociedad.
Es uno de los mejores hábitos que podemos llevar a
cabo en nuestra vida cotidiana. El que lee se enfrenta siempre a retos, a
preguntas, a campos imaginarios. Nunca será tarde para agradecer a los libros
su existencia”, indicó la poeta.
Y, en el marco de esta efeméride, invitó a los
jóvenes acercarse a los libros. “Mi exhorto, mi recomendación, mi consejo
cariñoso es que por favor lean; leer no da coronavirus. Estoy segura que esta
pandemia acercó a mucha gente a los libros.
Esperamos que pronto permita que quien anhela leer pueda regresar a las
bibliotecas”.
La también comunicóloga dijo que “el libro, el gran
objeto que ha acompañado a la historia de la humanidad, está en recintos como
esta biblioteca, pero no para que estén guardados. Los libros están para ser
leídos”.
DEL
FRACASO AL ÉXITO
Por su parte, el coordinador de
Memoria Histórica y Cultural, Eduardo Villegas, detalló que “hemos venido para
honrar el recuerdo de lo que podía denominarse el primer local secular
de lectura abierto en nuestro país. El gusto en realidad le duró muy poco, pues
fracasó rotundamente.
Quizás no era el lugar, no era el
tiempo, no era el modo. Sin embargo, la empresa no fue en vano, pues poco
después empezaron a surgir los gabinetes de lectura y todo un movimiento. El
espíritu que animó a Fernández de Lizardi sigue vivo”, señaló.
El funcionario añadió que la
Sociedad fue un ensayo frustrado. “Pero es nuestra obligación convertir aquel
fracaso por promover la democratización del conocimiento en éxito, y qué mejor
manera de hacerlo que exaltando la memoria de este hecho notable, pero también
continuando el legado de preocupación por instruir, orientar y ofrecer a cada
quien los medios para obtener su bienestar”.
La jefa de Gobierno de la Ciudad
de México, Claudia Sheinbaum, explicó, al cerrar el acto conmemorativo, que,
“inspirados en la Sociedad y en las ideas liberales de Lizardi, hemos iniciado
una intensa acción pública en la ciudad a favor del fomento a la lectura.
Refrendamos nuestro respeto y convicción en los valores pedagógicos de la
lectura, y el compromiso del gobierno de la ciudad por impulsar y garantizar el
derecho a la educación y el derecho a la lectura”.
Y aprovechó para anunciar que el
próximo 23 de agosto se honrará la memoria de la heroína Leona Vicario en el
Paseo de la Reforma, develando su estatua y otra que evoca a las de las
mexicanas anónimas forjadoras de la República.
Con esto se concreta esta acción
igualitaria. El proyecto contempla la colocación de 14 estatuas de mexicanas
ilustres entre la Columna de la Independencia y la Puerta de los Leones”,
concluyó.