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Hoy es viernes, 22 de noviembre de 2024

“Esta es mi nueva normalidad”: 120 días de lucha

Una doctora nos cuenta cómo ha cambiado mi vida desde el primer caso de COVID-19 en BCS

“Esta es mi nueva normalidad”: 120 días de lucha

La Paz, Baja California Sur.-  En el contexto de 120 días del primer caso de COVID-19 en Baja California Sur Diario El Independiente buscó entrevistar especialistas para conocer la forma en que han vivido su lucha contra la pandemia en la línea cítrica de atención: las “áreas covid”, donde decenas de especialistas asisten a los enfermos graves en su lucha por recobrar la salud. Esta es la historia de la doctora Cinthia Jannet González Flores. 


21 de marzo: los primeros casos 

Desde el primer día y siete días a la semana, una semana sí y una no, Cinthia se aplica un parche coloidal en la nariz y uno en la ceja para evitar que le incomode el equipo que va a portar por el resto de su turno, a veces de seis horas a veces de 12 horas. 


Se pone dos cubrebocas, un protector para la cabeza, una bata quirúrgica, se pega el primer par de guantes con tela adhesiva a su bata, para luego ponerse otra bata y un segundo par de guantes. 


“Ahora le pongo jabón líquido a los googles para poder ver, porque los primeros días se me empañaban” era muy incómodo leer o trabajar así”. 


“Hay una persona que nos está vigilando cómo nos ponemos y quitamos el equipo que es uno de los momentos en donde puede haber riesgo de contaminación”, expresó. 


“Traer el equipo de protección personal hace que el momento sea pesado”, continué e “influye muchísimo el factor estrés”, la tensión está a la orden del día en los pabellones del ‘área covid’. 


Pero la doctora González no es ninguna improvisada, estudió medicina general en la Universidad Autónoma de Baja California y cuando realizaba la especialidad en medicina interna en la Universidad Nacional Autónoma de México cuando tuvo su primera experiencia con una epidemia: la de influenza H1N1, que provocó cientos de muertes en México. 


Cinthia llevaba tiempo documentándose sobre el coronavirus cuando llegó la necesidad de atender los primeros casos que se registraron en La Paz. 


“No recuerdo exactamente la fecha, fue a finales de marzo, al inicio era una enfermedad que apenas estábamos conociendo, cuando aquí comenzó solo teníamos los antecedentes de otros países”. 


Su preocupación tenía que ver más como con el estado del sistema de salud de nuestro país: “Se veían noticias alarmantes, que preocupaban porque desgraciadamente en México tenemos bastantes carencias en el área de la salud”. 


Por ello, “desde que supe que iba a entrar al área covid sentí miedo, miedo a lo desconocido, a una enfermedad que estamos intentando de conocer, de documentarnos para atender”, pero el miedo al desempeño venía sumado el reconocimiento de la vulnerabilidad de su situación como ser humano: “también, teníamos miedo a contagiarnos”. 


“Nuestro mayor temor es llevar lo que podíamos contagiar a nuestros hogares y causar un daño a lo que más queremos”, después de cada jornada a Cinthia le espera una niña pequeña en su casa. 

La principal preocupación de Cinthia fue contar con la protección adecuada para realizar su trabajo lo mejor que podía. 


“Esta es mi nueva normalidad”: 120 días de lucha


“Las instituciones han intentado equiparnos dentro de lo que establecen las normas a nivel nacional” han intentado, dijo porque el consumismo ha llevado que algunos insumos de protección personal sean difíciles de adquirir: “los cubrebocas por ejemplo” dijo “los N95 que necesito para estar en el área COVID, son muy difícil de adquirirlos en este momento”. 


“Se han tratado de sustituir por otros tipos de cubrebocas” admitió, por lo que para asegurar su propia protección y tranquilidad “la mayoría del área médica hemos tratado de comprar nuestro equipo de protección”. “Hemos invertido la mayoría de los médicos, sobre todo para protegernos y sentirnos más seguros y evitar el contagio”, expresó. 


“A veces es tenso, hay miedo entre el personal, pero hay más miedo entre los pacientes”, confesó dijo que los pacientes “están solitos, no ven a sus familiares” por ello además de vigilar todos los parámetros de su salud “tratamos de que mantengan contacto con su familia, pero como están sin poder platicar con la gente con su familiar”, el factor emocional inevitablemente, entra en juego entre los pacientes. 


Su experiencia en el tratamiento le permite decir que “es una enfermedad que, cuando se presenta en forma grave sí afecta mucho al paciente”, expresó. 


Además de los efectos físicos “los pacientes se deprimen muchísimo, por eso tenemos un teléfono adentro que permite que se puedan comunicar para que los escuchen y que disminuya el estrés que tiene el paciente”. 


120 Días después, julio: somos cada vez menos

“Creo que ahorita estamos en el momento que más hemos tenido pacientes en las instituciones públicas”, expresó. De acuerdo con las estadísticas solo el sábado pasado, murieron 8 personas. 


“Ahorita estamos viendo muchos pacientes, se abren más áreas, para poder hospitalizarlos” y están “disminuyendo las áreas de atención para los pacientes no covid”. 


De sus compañeros dijo que “somos los mismos y cada vez menos” porque no hay remplazos y “varios de mis compañeros están incapacitados por esta situación, la semana pasada perdimos a un compañero”, lamentó. 


“Ha habido un cambio en todos nosotros”, admitió. Dijo ya que cada vez son más hábiles para protegerse, cada vez saben más sobre la enfermedad “sobre tratamiento sobre manejo, nos sentimos más seguros en el manejo del paciente”. 


Pero mientras se supera la curva de aprendizaje, ahora las prioridades comienzan a ser nuevas: “Van cuatro meses de que empezó todo esto y sigue el miedo”, admitió “Hemos tenido amigos y compañeros contagiados, todos conocemos gente que ha tenido contagio, hemos perdido compañeros que se han contagiado y han perdido la batalla”. 


“Ya sabemos a lo que vamos”, dijo, pero ahí sigue “el riesgo de contagiarnos en los procedimientos de alto riesgo y al reiterarse de protección”. 


“Tengo años que no voy a un restaurante, bueno no años”, le dio risa al darse cuenta que no notaba el paso del tiempo. “Pero así me siento así, siento que son años y solo van solo cuatro meses”, dijo con sorpresa. 


“Mis salidas de mi casa son para a trabajar nada más”, expresó “Me he limitado a salidas con amigos, con familia para poder cuidarme y cuidar a mi hija también”. 


“El sentir de todos los que entramos sabemos lo que vamos ahí y por fuera, no sabemos que hay por fuera” es que “se siente frustración, ver un paciente perder la vida, causa una sensación diferente” dijo, “Tratamos todos como equipo de apoyar a cada paciente y es una sensación fea, sobre todo cuando son jóvenes”. 


“Una vez salí a comprar un kilo de tortillas” y no me pude quitar el traje quirúrgico que uso, (aunque ya se había bañado antes de salir del hospital). 


“Cuando salí sentí que me vieron feo, sentí un poquito de incomodidad, no me tocado discriminación y tampoco quiero aplausos” dijo 


¿Esto va a ser para siempre? 

“Yo espero que en algún momento salga alguna vacuna, cuando salió la vacuna de influenza disminuyeron los casos, pero no se terminó. Creo que, por ser más contagioso, que el virus de influenza, vamos a tener que aprender a vivir con muchos cambios para podernos cuidar”. 


“Tal vez una vacuna ayude, yo también lo espero, lo deseo muchísimo, pero no creo que se vaya a acabar por el momento”.