• El Maestro Palacios Avilés
---Oye maestro, ¿y por qué
surgió ese pleito entre los diputados? –le pregunté en esa ocasión cuando en el
Salón de Sesiones del Congreso del Estado, un par de legisladores casi se
liaban a goles después de haber recurrido a las palabras altisonantes.
---Porque cuando los
argumentas se agotan, inicia la violencia—me respondió sabia y secamente el
profesor Gil Palacios Avilés.
Originarios de Santa Rosa,
(hoy Los Cabos), entre los Palacios Avilés, también estaban su hermana Ema, una
dama muy preparada quien dominaba perfectamente el idioma inglés. Además de
Héctor, que fue el primer presidente municipal de Los Cabos, y el MC, Ingeniero
Raúl Palacios Avilés un hombre que ostentó diversos cargos de gran
responsabilidad. Es decir una familia muy destacada.
De quizás 50 años de edad (en
ese entonces), Gil Palacios era un hombre prudente, parco, circunspecto,
mesurado, aunque en ocasiones gustaba bromear.
Pero pecaba de ser totalmente
imparcial, objetivo, neutral, equitativo y justo. Y sumamente recto. De tal manera
que fue al único diputado a quien en varias ocasiones escuché brotar de sus
labios esta expresión: “Gil Palacios Avilés, en contra”. Esto, a pesar de
que en ese tiempo, (cuando solo había 7 distritos) todos pertenecían al PRI,
menos uno.
En efecto, Gil Palacios Avilés
perteneció a la Primera Legislatura del Congreso del Estado en el periodo del
20 de Marzo de 1975 al 30 de Marzo 1978, junto a Gilberto Márquez Fisher I
Distrito. Teresa Delgado de Varela II Distrito. Manuel Salgado Calderón III Distrito.
Gil Palacios Avilés IV Distrito. Clemente Pérez Octaviano V distrito. Antonio
Álvarez Rico VI distrito (que tras su muerte trágica, entraría Gloria
Davis de Bezinger su suplente), Juventino Hernández Rubino VII distrito. Todos
del PRI. Y Francisco Higuera Martínez, (denominados Diputado de Partido) por el
PPS.
En aquellos mis primeros años
de Reportero, del maestro Gil Palacios, --aquel hombre sagaz e inteligente--,
aprendí muchas cosas. Recuerdo un día cuando dialogando con él, sonriendo un
tanto irónico y apuntando discretamente con su dedo índice por debajo de su
curul al resto de legisladores, me dijo:
---Mira muchacho, la mayoría
de esos diputados “vienen de arriar vacas por la cola”; y han llegado aquí “a
la buena de Dios”. Por eso no les pasa por su cabeza que la sede del Poder
Legislativo es cuna de la democracia, de la soberanía y de la libertad.
Entonces nuestra responsabilidad va mucho más allá de ser unos arrieros.
Luego me puntualizó:
---Justamente para eso estamos
nosotros los diputados. Para velar que se cumplan esos tres sagrados principios
en que debe sustentarse la garantía de un Estado.
Esa vez, finalmente me
expresó:
---Y para que con conocimiento
de causa podamos gritar a todo el mundo que desde el Poder Legislativo emana el
Estado de Derecho, justamente aquí debe tener cabida el pluralismo y la
tolerancia. Por tanto debemos actuar con parcialidad. Y para lograr los
objetivos, los diputados debemos tener suficientes argumentos para debatir,
para deliberar y no caer las provocaciones.
Poco después, en cierta
ocasión, en otra de sus críticas me dijo:
---Es una lástima que esos
diputados no alcancen a ver más allá de sus narices. Debemos tomar en cuenta
que nuestra entidad es como un niño que acaba de nacer, por la que hay mucho
por hacer y a quien debemos cuidar y engrandecer.
Y nada menos en estos momentos
cuando los actuales diputados y diputadas de la XV legislatura han convertido
al congreso del estado en el reducto del desaseo, de la aberración y la
vergüenza, vinieron a mi mente esas palabras sabias del maestro.
En efecto, porque la actuación
de las actuales disputadas y diputados nos deja en claro que esta legislatura
es la más aberrante, por el descaro, el cinismo y el atrevimiento con que ellas
y ellos han actuado.
Porque allí en el Congreso del
Estado, ya solo se habla de suspensiones, de madruguetes, de ilegalidad, de
transgresión de leyes…
Porque las actuales diputadas
y diputados, con su indignidad, su presunción y soberbia, han deshonrado y han
mancillado el Salón de Sesiones.
Y no es para menos cuando las
actuales diputadas y diputados solo se han dedicado a profanar la honorabilidad
del sagrado recinto de la legalidad.
No es para menos cuando los
insultos, las mordidas, los denuestos y las riñas entre ellos y ellas, no han
estado ausentes. Así como los gritos y los jaloneos han estado presentes.
No es para menos cuando el
desorden, las denuncias y los Juicios políticos, han sido parte del Orden del
Día.
No es para menos cuando al
interior del Congreso ya solo se habla de turbios manejos, de supuestos actos
de corrupción, y de conflictos de intereses.
No es para menos cuando ---en
plenos tiempos de hambre y pandemia---, desde esos oscuros laberintos se tejen
las tenebrosas redes del despilfarro, la desviación de recursos, el dispendio y
el derroche.
¡Maldita sea!, pero yo
pregunto:
¿Acaso han convertido ese
honorable recinto en un nido de impunidad para proteger a malhechores y
maleantes?
¿Acaso han convertido ese
sagrado recinto en cueva de vividores y malandrines?
Si es así, otra vez
diré: ¡maldita sea!...
Cuestión de tiempo.