• Fue escritor, político, intelectual, educador, y primer SEP, impulsó la educación y aportó a la Universidad Nacional su escudo y el lema 'Por mi raza hablará el espíritu'
CIUDAD DE MÉXICO.
Hoy se conmemora el 61 aniversario del fallecimiento de José
Vasconcelos, un mexicano que profundizó en la cultura y a quien se deben
legados tan importantes como la creación de la Secretaría de Educación
Pública.
Fue escritor,
político, intelectual, educador, y primer SEP, impulsó la educación y
aportó a la Universidad Nacional su escudo y el lema “Por mi raza hablará el
espíritu”.
En 2015 Excélsior publicó
este trabajo, que retrata en cuerpo y alma al personaje inolvidable que dio
lustre a la historia de México.
Con el propósito de “salvar
a los niños, educar a los jóvenes, redimir a los indios, ilustrar a todos y
difundir una cultura generosa y enaltecedora, ya no de una casta, sino de todos
los hombres”, José Vasconcelos planteó la creación de una institución que
atendiera la educación, las bibliotecas públicas y la cultura en el país.
La presentación de una
iniciativa ante la Cámara de Diputados durante la Presidencia de Álvaro
Obregón, hoy hace 95 años, se convirtió en el origen de la Secretaría de Educación
Pública (SEP), proyectada para llevar la instrucción a todo el país.
Enviada de manera oficial a
los legisladores por José Inocente Lugo, subsecretario de la Secretaría de
Gobernación, el 22 de octubre de 1920, la propuesta para crear la SEP incluía
una exposición de motivos escrita por Vasconcelos, entonces director del
Departamento Universitario y de Bellas Artes.
En su escrito, Vasconcelos,
quien un año después se convertiría en el primer secretario de Educación
Pública, señalaba la necesidad de establecer una dependencia federal cuyas
“funciones civilizadoras” llegaran “no sólo a una porción privilegiada del
territorio, no sólo al Distrito Federal, sino a toda la República, necesitada,
de un extremo a otro, de la acción del poder público y de la luz de las ideas
modernas”.
La visión de Vasconcelos
iba más allá de la construcción de centros educativos; su ideal era que,
mediante la instrucción, la literatura y las bellas artes, los mexicanos
enaltecieran su esencia, como lo afirma el lema de la UNAM, del cual es autor:
“Por mi raza hablará el espíritu”.
HECHOS E IDEALES
Nacido en Oaxaca en 1882,
José Vasconcelos desdeñó la visión positivista del Porfiriato, así como el
afrancesamiento en el que habían caído los mexicanos educados, y abrazó el
romanticismo.
De acuerdo con Arturo
Torres Barreto, doctor en Historia por la UNAM, el proyecto educativo de
Vasconcelos derivó de su romanticismo y la influencia del filósofo griego
Plotino, que lo empujaban a una tendencia centralizadora.
En los planes de estudio
que implementó hay también un componente socialista, cuyo origen fue el
análisis de obras como las de Nadezhda Krúpskaya, esposa de Lenin, y de Anatoli
Lunacharski, expone Torres Barreto.
En su propuesta enviada al
Congreso, José Vasconcelos habla de la educación como una forma de aumentar la
capacidad productiva, dotar a los campesinos de herramientas y métodos para
multiplicar su producción para que, derivado el desarrollo económico, pudiera
florecer la cultura.
Por ello, planta la
creación de escuelas indígenas donde se enseñara español, “con rudimentos de
higiene y de economía, lecciones de cultivo y de aplicación de máquinas a la
agricultura”. Todo ello para que el trabajo se hiciera más eficaz, lo que
motivaría el aumento de su pago “y una mayor posibilidad de que la raza se
eleve rápidamente”. Sin embargo, hace hincapié en que la dependencia no debía
centrar sus esfuerzos en aumentar el número de centros educativos en el país.
Aterriza su ideología
planteando para la SEP tres departamentos: el Escolar, el de Bibliotecas y el
de Bellas Artes para complementar las tareas de la educación.
OBSTÁCULOS
En su labor para crear la
SEP, uno de los primeros retos que enfrentó el posterior secretario de
Educación fue convencer a los poderes políticos locales de que la acción de una
dependencia federal no menoscabaría sus facultades, escribe Claude Fell en su
libro José Vasconcelos: los años del águila, 1920-1925: educación, cultura e
iberoamericanismo en el México postrevolucionario.
Por ello, realizó giras a
las ciudades principales y también localidades alejadas en todo el país,
difundiendo la importancia de federalizar la educación y, al mismo tiempo,
tomando nota de las necesidades de las escuelas rurales y la situación social,
económica y estado de salud de los niños en edad de asistir a la escuela.
Una vez persuadido el
Congreso, los estados y los municipios sobre la necesidad de crear la
secretaría y que ésta se fundara, Vasconcelos se enfrentó a un problema más
acuciante aún: la falta de recursos.
Los estragos en las vías
férreas causados por la Revolución, la reconstrucción de los caminos y la deuda
contraída por la destrucción de propiedades de estadunidenses tras los
conflictos armados tuvieron un gran peso sobre la economía mexicana y los
recursos que se destinaron a la educación, indica el historiador Arturo Torres
Barreto. Agrega que la rebelión de Adolfo de la Huerta, iniciada en 1923 y
originada por el respaldo de Álvaro Obregón a Plutarco Elías Calles como su
sucesor en la Presidencia, también mermó el financiamiento que se requería para
llevar la labor alfabetizadora a todos los rincones del país.
“El principal impedimento
para que Vasconcelos continuara con sus planes fueron los recursos”, asevera.
VISIÓN ARISTÓCRATA
Una de las principales críticas
hacia José Vasconcelos es que la suya fue una “educación aristocratizante”, que
se enfocó en abrir paso a la identidad nacional mediante las bellas artes, lo
que se refleja, por ejemplo, en su apoyo a los muralistas mexicanos, lo que
chocaba con el pragmatismo estadunidense imperante durante el gobierno de
Plutarco Elías Calles, señala Torres Barreto.
No obstante, admite que las
campañas culturales comenzadas por el oaxaqueño fueron el origen de las que se
implementaron desde el gobierno de Calles hasta el de Lázaro Cárdenas. “A
Vasconcelos le debemos las campañas de alfabetización, la creación de la
Secretaría de Educación Pública, y, además, le debemos el inicio de las
misiones culturales, que es una parte fundamental de la escuela rural mexicana,
pero, en lo particular, él no estaba muy interesado en la escuela rural”,
concluye.