San José del Cabo, Baja California Sur. - Si bien, unas de las medidas para prevenir contagios de COVID-19 que implementan cientos de ciudadanos es el uso de cubrebocas, incluso su utilización recientemente fue aprobada como obligatoria en el destino turístico, sin embargo, el mal manejo de estas mascarillas de protección al momento de ser desechadas comienza a ser cada vez más visible. 

Lo anterior ha estado desarrollando un nuevo elemento de contaminación, pues sin dudarlo dos veces muchos ciudadanos abonan a la falta de cultura ambiental y suelen arrojar los cubrebocas principalmente a las calles e incluso en espacios públicos. 

El mal manejo en la disposición final de estos residuos sanitarios además provoca un riesgo a la salud de las personas, sobre todo al momento de ser retirados, pues generalmente los cubrebocas que son arrojados a la calle han estado en contacto con fluidos corporales, entre ellos saliva y mucosa nasal, derivando peligro de infección. 

La presencia cada vez más notoria de cubrebocas tirados en la vía pública, también puede desencadenar una contaminación en los mares, pues hay que recordar que precisamente durante la temporada de lluvias los fuertes escurrimientos terminan por arrastrar numerosos residuos urbanos que terminan en las playas. 

Generalmente las mascarillas de protección de un solo uso (desechables) están fabricadas con polipropileno, uno de los materiales más utilizados por la industria plástica, y cuya descomposición se caracteriza por ser de lento proceso. 

Recientemente, autoridades municipales y estatales iniciaron una campaña de dotación y uso de cubrebocas en el destino turístico, sin embargo, esa intención por reforzar la cultura de autocuidado ante el escenario epidemiológico pareciera que carece de un plan de manejo para el tratamiento de este tipo de residuos catalogados como peligrosos.