• El miércoles, en la víspera del torneo y frente al peor de los panoramas, se reunieron los dueños y decidieron que terminó el compás de espera
Ciudad de México
El miércoles, en la víspera del torneo y
frente al peor de los panoramas, se reunieron los dueños y decidieron que
terminó el compás de espera. Lanzaron al ruedo a los jugadores en pleno pico de
la pandemia y dieron luz verde al torneo llamado Guardianes. Arrancó maltrecho,
con apuro económico y salpicado de casos de contagio del Covid-19. Horas antes
del inicio se suspendió el partido inaugural. El calendario luce caótico y
promete empeorar.
Dijeron que el nombre es en
homenaje al personal de salud. Más bien será el torneo de los vigías, ¡pero de
sus inversiones!, porque la llamada industria del futbol se tambalea
y amenaza con desplomarse como castillo de naipes. Con la eliminación del
descenso está claro que sólo cuidan los intereses de los dueños, los únicos
asociados que cuentan, valen y pesan para la dirigencia de la federación.
Pase lo que pase, lo último
que se puede perder es el sentido del humor. No faltan episodios chuscos.
Cuando Antonio Turco Mohamed jugaba en Toros Neza hacía una furtiva
escala en el trayecto del entrenamiento hacia su casa para comer pizzas,
hamburguesas y malteadas. El público se divertía gritándole Mojamón o Lonjamed.
A Javier Chofis López hoy, desde las redes sociales, lo llaman
la Fofis o Chonchis. José Luis Chelís Sánchez Solá,
irónico, justificó: tiene huesos gruesos.
Algunos jugadores y árbitros
son más propensos a acumular kilos extra, lo saben, pero no se cuidaron con
rigor durante la cuarentena, y la reactivación exhibió su penoso desempeño en
las canchas. Otra falta de profesionalismo: mientras unos se contagian del
virus extremando precauciones, otros son adictos a hacer vida social y la presumen
en las rutas cibernéticas, como el rojiblanco Uriel Antuna, quien dio positivo
y el contagio invadió a toda su familia.
La nota gris para la afición
chiva es que casi todos los partidos irán por sistema de pago, sólo dos por
televisión abierta. Que la gente los vea por donde pueda, mejor dicho, que
pague. El Rebaño se volvió un producto de lujo. El colmo fue que en
el partido contra León cobraron 300 pesos a aquellos fanáticos que quisieron
poner su póster en el graderío; para algunos resultó más caro que ir en
persona.
Al equipo de Ciudad Juárez le
quitó lo bravo un brote múltiple que incluyó al directivo Guillermo Cantú, y
pospusieron su visita al Atlético San Luis. Llueve sobre mojado, pues a los
imponderables se sumó el huracán Hanna para mover el choque
Monterrey-Toluca… Sin embargo, con antelación y nitidez hay favoritos al cetro.
Cruz Azul tiene la mesa puesta, pero falta lo que digan León, América, Tigres y
Rayados, ubicados en primera fila.
Aunque predominó la austeridad
a la hora de armar plantillas, desde los torneos anteriores se veía un
desbalance, una polarización entre los equipos poderosos y los pobres, misma
que se hizo más evidente. Al San Luis el Atlético de Madrid le cortó el cordón
umbilical, por ejemplo, y en general, los de abajo intentan maximizar recursos,
aferrados a la creencia de que los milagros existen… Y al cabo que no hay
descenso.
Los silbantes acentuaron su
dependencia del videoarbitraje y olvidaron pedir a los jugadores respetar la
sana distancia. En el choque Cruz Azul contra Santos pitó el VAR. Xolos jugó
con ventaja; de dos equipos hizo uno, desplumó a los Gallos y presumió un
triunfo ante Atlas. El partido Pumas ante Querétaro lucía para la depresión,
pero sorprendieron: le pusieron una pizca de sal y pimienta a la fecha de
inicio.
Miguel González arrojó la
toalla, de cara al debut, el vestidor era una olla exprés con la directiva
encima, pujando para bajar salarios a uno de los planteles ubicados entre los
peor remunerados. Se fue Míchel y se pactó que no habrá reducción
de sueldos, sólo un diferimiento. Es decir, nada que celebrar. El mensaje es
categórico: no hay dinero, y esa posposición de pagos puede esfumarse sin que
nadie dé la cara, como en el caso del Veracruz.
Juan Manuel Iturbe, en pleito
con el técnico ibérico, saltó al campo dispuesto a lavar su honor e influyó
para el triunfo sobre Gallos. Alan Mozo, a quien Míchel zarandeó por
tener sobrepeso, también jugó con pundonor… Cómo será de adictivo el oficio de
estratega que muchos se apuntan para tener el privilegio de dirigir a los
auriazules, hasta cobrando con vales. En primera fila, Ricardo La Volpe.