• 'Sin ella' parte de una contrapedagogía de la masculinidad propuesta por la antropóloga Rita Segato. La novela se repartirá en cuatro alcaldía
Ciudad de México. En México, la literatura escrita por mujeres cada día se
consolida como un brillante faro que muestra la ruta a más narradoras que se
alejan del canon patriarcal y comparten historias que, ante todo,
ofrecen a los lectores una amplia gama de visiones y voces femeninas.
Con ese impulso, aparece en
escena Sin ella, primera novela de Margarita Martínez Duarte (Ciudad
de México, 1970), publicada por la editorial Escritoras Mexicanas.
Se trata de un relato íntimo,
con un dejo de autobiografía, sobre la esquizofrenia, que además plantea la
complejidad de las relaciones familiares y la muerte de una mujer, sin que
sea un feminicidio, por decisión propia.
En entrevista con La
Jornada, la autora explica que su obra parte de una teoría lanzada por la
antropóloga argentina Rita Segato, quien critica la existencia de
una pedagogía de la crueldad a propósito de la violencia contra las
mujeres que sucede en el país, en particular por los feminicidios en Ciudad
Juárez.
“Segato argumenta que el
patriarcado tiene una pedagogía de la masculinidad –explica Margarita–, la cual
se ha transformado en una pedagogía de la crueldad; es decir, se enseña la
crueldad y ello normaliza la violencia a través de la exhibición pública de
cuerpos desmembrados de mujeres, con lujo de detalles.
Por eso, la antropóloga
propone una contrapedagogía, que ayudaría a salir de este mar de destrucción,
violencia y aniquilamiento, sobre todo de mujeres, niños y niñas. A partir de
ahí escribí el relato de la muerte de una mujer, sin asomo de crueldades, lo
cual significa abonarar a la contrapedagogía propuesta por Segato.
Descalificación de lo femenino
Martínez Duarte, quien también
es cantante y sicoterapeuta, cuenta que se inició en la literatura como poeta.
Asegura que le costó trabajo pasar de un género a otro, sobre todo porque su
nuevo libro no es estrictamente una novela tradicional, sino un híbrido
entre la narrativa y la poesía, que tiene como personajes a una madre, una
hija, un ex amante acusado de acoso sexual y la locura.
Me llevó tiempo apropiarme de
mi voz literaria, pues al principio no encontré mucho eco, pero después recibí
mucha retroalimentación de la comunidad de escritoras; si no hubiera sido por
ellas, a lo mejor me habría rendido, señala al describir los obstáculos que
muchas colegas de su generación enfrentaron en talleres literarios impartidos
por hombres.
En esos espacios, recuerda,
“la mayor parte, si no es que todas las lecturas, eran escritos de hombres, y
si escribías de ciertos temas la primera crítica era que eso era demasiado
privado o demasiado íntimo. La clásica recomendación para culminar era que
todas debíamos escribir como Jorge Luis Borges, hablar de los grandes temas: el
tiempo, el espacio, lo cual está bien, pero hay todo un mundo de experiencias
en la literatura femenina, completamente anulada en esos talleres.
“Se descalificaban no sólo
temáticas, sino el estilo o la forma ‘femenina’ de entender los géneros
literarios; decían que era incorrecta, menor o poco valiosa, porque había un
canon, masculino y absolutamente patriarcal, de cómo enseñar la literatura y
cómo vivir la escritura.”
Buena acogida
“Dolorosamente, me formé en
esa época; lo digo porque tengo clarísimo el recuerdo del primer taller
literario al que asistí en la adolescencia, en el que, para empezar, fui la
única mujer y se me consideró que no era ‘suficientemente inteligente’ para
pertenecer al taller, pues había leído otras cosas que ellos no; entonces,
consideraron que mi bagaje era menor e insuficiente, y en aquel momento la
inteligencia era lo que fuera que esos hombres dijeran.”
Ahora, Margarita disfruta la
buena acogida que su novela ha tenido, “después de tantos años de trabajo un
poco en las sombras, hay retroalimentación con los lectores que están haciendo
suyo el relato, me mandan fotos, audios leyéndolo y muchos comentarios.
“Poco a poco, a través de la
socialización de la obra, me siento plena y satisfecha de que la novela tenga
algo que decirle a las personas; me hace sentir muy segura en mi identidad como
escritora, pues todo se engloba en este momento brillante del feminismo en
general.
Las mujeres estamos
capitalizando una lucha que lleva décadas, es un movimiento que no empezó ayer.
Incluso, ahora los colegas escritores, en pláticas en confianza, nos preguntan
qué temas tratar y cómo. Algunos con los que he conversado se están sintiendo
fuera de la jugada, una sensación terrible, lo he vivido al ser mujer y sentir
la opresión del sistema; pero ahora son ellos, los amigos escritores, los que
se sienten sorprendidos por quedarse un poco sin palabras, concluye la autora.
El 27 de junio, la editorial
Escritoras Mexicanas llevará a domicilio ejemplares de la novela Sin
ella en las alcaldías de Benito Juárez, Cuauhtémoc, Coyoacán y Álvaro
Obregón. Informes en el correo escritorasmx@gmail.com.