• Juan Villoro, Elena Poniatowska y José Ramón Ruisánchez hablan del autor y su obra, a diez años de su muerte
CIUDAD DE MÉXICO.
Días
de guardar, el primer volumen de crónicas
que el escritor mexicano Carlos Monsiváis (1938-2010) publicó hace 50 años, es
un "título versátil que se ocupa de distintas zonas de la realidad
contemporánea" y ocupa "el lugar fundante de la colección inaugural,
pues el autor le será fiel a esta forma, tanto al nivel crónica como
al nivel libro", comentan respectivamente los escritores Juan Villoro y
José Ramón Ruisánchez.
Editada por el sello Era en 1970,
el título reúne 33 textos sobre la Ciudad de México, su cultura popular, y la
identidad citadina. "Es el primer libro en el que Carlos ejerció su
vocación de periodista y de crítico social. Con él nació el gran cronista de
México que fue, pues creó toda una escuela en este género", afirma por su
parte la escritora Elena Poniatowska.
Amiga de Monsiváis durante
décadas, "hicimos muchas crónicas juntos", la autora de La noche de Tlatelolco (1971)
considera que Días de guardar es una especie de hermano gemelo
de su crónica basada en la matanza estudiantil de 1968, "porque los mueve
el mismo espíritu", dice.
En el décimo aniversario de la
muerte del ensayista analista político, que se conmemora hoy, los
entrevistados analizan la vigencia y la importancia de este título que escribió
cuando tenía 32 años.
"Ya era Monsiváis. Su
incontrolable consumo cultural había ya encontrado forma en la falta de forma.
Nunca sería un escritor tan intensamente pulido como José Emilio Pacheco. Nunca
se apegaría de manera tan feliz al habla como José Agustín. Pero su forma
resultó necesaria para la heterogeneidad de lo real. Por suerte nunca se
traicionó", destaca Ruisánchez.
Villoro explica que Días de guardar habla
de ceremonias, manifestaciones y mitologías populares. "Todo eso sigue
vivo en nuestra sociedad, aunque de distinto modo. Por desgracia, la 'nota
roja' ha dejado de ser la crónica de sucesos individuales para transformarse en
la estadística de lo colectivo. Historias como la de la Autoviuda, o incluso la
Mataviejitas, se difuminan en un país que se ha transformado en una inmensa necrópolis.
"En este libro, las
manifestaciones políticas son aún la aventura de ganar la calle contra un
gobierno autoritario. Una de las mejores piezas de Monsiváis es la que se
refiere a la manifestación del silencio, en la que comienza participando como testigo,
el cronista de los hechos, y termina convertido en militante, encendiendo
un periódico (símbolo de su oficio) como una antorcha", agrega.
El tambien cronista añade que las
"exploraciones de la mitología del sentimiento (de Monsiváis)
siguen teniendo vigencia, entre otras cosas porque no hemos dejado de oír
a Agustín Lara".
Dice que en las crónicas de
Monsiváis "hay dos voces fundamentales: una narra los sucesos, otra los
comenta. Esa duplicicdad, la del cronista-editorialista, dio lugar a lo que llamó
el 'género Monsiváis'. Carlos fue un fenómeno de la precocidad. Su capacidad de
absorción era enorme".
Para Ruisánchez, en Días de guardar,
Monsiváis "había comprendido que la crónica es un género sumamente
robusto, que además del flujo de las urgencias del presente, se presta para la
conversación con el pasado".
Detalla que la forma misma del
libro --"que es cíclica, porque recorre los 'Días de guardar' (los
feriados religiosoas, paganos y cívicos) regados en el año; pero que salta
entre 1968 y 1970-- muestra la concepción del género que tenía Monsiváis.
"De este modo, lo que
importa no es solo lo que se ha desplazado, sino como cierta repetición muestra
no un rito o un tritual, sino la hondura de una ritualidad y la inventiva de
sus avatares. Creo que eso es la contribución de los grandes libros de
Monsiváis: la exploración de las potencias de la ritualidad, su potencia en
repetir que no obsta para crear", concluye.
Finalmente, Poniiatowska adelanta
que le gustaría publicar un libro que reuiniera todos sus escritos sobre
Monsiváis. "Encontré un fólder donde había unas diez entrevistas que le
hice en disintos años. Las tengo que corregir. Sería bonito verlas juntas. Es
increíble que ya pasaron diez años de su muerte; hemos hestado sin su critica
política, pero dejó su museo, un legado vital".