• En Tralalario, el autor plantea un ejercicio lúdico y simbólico que explora la parte más juguetona del lenguaje, es decir, la suma de ilustración, poesía, narración jocosa y música, con personajes naturales y fantásticos
CIUDAD DE MÉXICO.
Con Tralalario, el
ilustrador y narrador mexicano Juan Gedovius (Ciudad
de México, 1974) plantea un ejercicio lúdico y simbólico que explora la parte
más juguetona del lenguaje, es decir, la suma de ilustración, poesía, narración
jocosa y música, con personajes naturales y fantásticos, que van desde un
bucanero de papel y una nube en forma de ballena hasta un lobo que le canta a
la luna y un mamut recién descongelado, a partir de los cuales recupera la
poesía de las palabras, creando rimas inéditas y canciones para que cualquier
lector pueda ejercer el acto de tararear.
“El primer acercamiento a este libro fue un pequeño
texto que quise conectar a partir de algunas rimas, porque últimamente me da
mucho coraje que pocos textos rimen, pese a que es muy bella esa cuestión
lúdica del lenguaje y de su divertimento, es tan bonito y lo hemos perdido un
poco”, explica el autor que este año celebra sus 25 años de trabajo con 80
libros publicados.
“En mi caso, me encantan las rimas y al final en
este libro muchas se convirtieron en décimas, para las cuales se necesita ser
un poco intrépido con las palabras, es decir, tienes que hacer un par de
maromas con el lenguaje y, en ese afán, los textos que requirieron de ser
dibujados y de pronto me descubrí cantando y rimando las historias de estos
personajes”, apunta.
¿Cómo definiría este libro?, se le pregunta a Juan
Gedovius, quien es bisnieto del célebre pintor Germán Gedovius (1867-1937).
“Básicamente es una colección de pequeños cuentos y anécdotas con distintas
fuentes de inspiración que, eventualmente, se convirtieron en rimas, en décimas
y posteriormente les puse música, es decir, son ideas que se convirtieron en
textos y después en ilustraciones. Podría decirse que son anécdotas que me
sucedieron, como haber presenciado una invasión extraterrestre (bromea) aunque
en este caso se trataba de un marcianito antojadizo a quien invité a desayunar
y se le olvidó conquistarnos y después fuimos muy buenos amigos”.
¿Cómo se puede acceder a la
música creada para este libro? “Para eso tienes que descargar una app en el
sitio de la editorial Loqueleo, donde usamos las ventajas de las desventajas,
es decir, aproveché el hecho de que todo mundo está pegado a un celular… y
desafortunadamente cada vez más niños y niñas también lo hacen. Entonces, pensé
en sacarle provecho y si bajan esa app pueden leer desde su teléfono las
imágenes y cargar la música que fue compuesta para cada texto”.
¿Cómo logró alejarse de la rima
facilona? “La rima se conecta con el goce, el disfrute y la estética de leer;
es algo que nace del gusto de las palabras. Sin embargo, no creo que rimar sea
especialmente difícil, más bien nos han hecho creer que es algo ajeno a
nosotros. Recordemos que hubo un tiempo en el que todo se cantaba, desde los
arrullos hasta las canciones en el lavadero. Hoy quizá cantamos muchas cosas,
algunas no son las más acertadas, pero hemos dejado de lado el simple instinto
del goce estético del cantar, como cuando uno va caminando por la calle. Pienso
que eso se ha perdido un poco. Pero es cierto, en ningún momento este libro
pretende ser una cosa chabacana o simple, sino apostar por la inteligencia”.
Y añade: “Es común escuchar que
en el quehacer para la infancia existe un miedo a poner o utilizar ciertas
palabras que aparentemente los niños no van a entender o que están fuera de su
contexto. Pero, en mi caso, es justo lo que busco: sacar a los lectores de
contexto y lo que prefiero es utilizar una frase o un texto que llame la
atención, con palabras que aún no conozcan, pero eso no significa que no puedan
conocerlas. La intención es detonar la curiosidad alrededor del mismo lenguaje
que también, cada vez más, hemos perdido. Ése es mi camino para no hacer rimas
facilonas”.