• Considerado uno de los artistas más vitales de nuestro tiempo, falleció la noche del domingo a los 91 años a causa del covid-19
CIUDAD DE MÉXICO.
El
pintor y escultor Manuel Felguérez (1928-2020) afirmaba
que las artes plásticas giran alrededor de las palabras, aunque carezcan de
ellas, y que el arte es un oficio de inventores y no de artesanos que repiten
la misma obra, porque el acto de la creación está ligado a la invención.
El día de ayer, el máximo
representante del arte abstracto falleció a los 91 años por covid-19. La
noticia fue confirmada por la Secretaría de Cultura federal y su
titular, Alejandra Frausto, anunció un homenaje en cuanto concluya el confinamiento.
Felguérez fue un apasionado de la taxidermia que,
en su infancia, quiso ser médico. Sin embargo, a los 19 años viajó a Europa y
al ver la obra de Joseph Mallord William Turner se inclinó por el camino del
arte.
Era 1947, pero la historia del arte
lo convirtió en uno de los principales integrantes de la Generación de la
Ruptura, integrada por figuras como José Luis Cuevas, Vicente Rojo y Günther
Gerzso, entre otros.
Autor de obras emblemáticas como
el Muro
de calaveras del Museo Nacional de Antropología, que fue
pensado para celebrar los 50 años del recinto; El barco México 68, La puerta 1808,
entre otras, adaptó el Museo Felguérez, el primero dedicado al arte abstracto
en México.
Hace sólo seis meses informó que
donaría parte de su archivo y de su obra al Museo Universitario Arte
Contemporáneo (Muac).
Para el escultor Enrique
Carbajal, conocido como Sebastián, Felguérez “fue un amigo profundo que está
muy ligado a la historia de mi vida, porque él me invitó al Salón Independiente,
siempre me aconsejó y me echó la mano”.
Y lo perfiló, en entrevista
con Excélsior,
como uno de los abstractos internacionales de más fuerza, personalidad y
grandeza.
Siento una admiración profunda
por su obra y me duele mucho que se nos haya ido. Me hubiera gustado que le
hicieran un homenaje nacional en vida al gran maestro, pero ya tendremos la
oportunidad de hacerlo, aunque sea póstumo, porque él fue un pilar fundamental
del arte mexicano y de la Ruptura.
Además lo recordó como un artista
muy activo que promovió el Salón Independiente, definido como una de las
iniciativas más importantes que cambiaron las prácticas artísticas en México.
Fue uno de los abstractos
internacionales de más fuerza, personalidad y grandeza, con un lenguaje único, con
una personalidad profunda.
Y, sin duda, fue un gran
escultor, porque aparte de todo lo que pintó, se dio el tiempo para hacer
escultura monumental y también de pequeño formato. Yo lo conocí en 1968 y un
año después me invitó, junto con Hersúa, a participar en el Salón
Independiente.