• Volver a creer y propiciar las condiciones económicas y sociales que hagan posible la justicia y el bienestar para todos
Muy buenos días estimable
lector gracias, muchas gracias por continuar prefiriendo este su Diario El
Independiente.
Inicio esta columna comentando
a Usted; para superar desigualdades y superar rezagos que nos heredara esta
desgraciada pandemia del Coronavirus-19, es necesario volver a creer y
propiciar las condiciones económicas y sociales que hagan posible la justicia y
el bienestar para todos los mexicanos y prioritariamente con línea hacia
nuestros hermanos Sudcalifornianos. Hoy nuestros campesinos y ciudadanos más
pobres, como los indígenas, reclaman justicia inmediata; por lo tanto, cada
familia será juez del cumplimiento de este compromiso por parte de las
autoridades Gubernamentales Federales, Estatales y Municipales. Por
conveniencia, por justicia o convicción y simple racionalidad, es el momento de
actuar de una vez por todas, en el entendido de que la igualdad de verdad es de
mujeres y hombres que reclaman justicia y bienestar.
Bajo este contexto: solo una
Nación soberana puede asegurar la justicia para su pueblo. Si produce los
satisfactores que demanda el desarrollo nacional, generando los empleos
productivos que requiere nuestra economía, asegurar el bienestar material de la
sociedad entera, combatir la pobreza extrema y dar apoyo a millones de
mexicanos afectados por la pandemia de Covid-19, y que no tienen acceso a los
beneficios del progreso, todo esto son tareas de elemental justicia que se
asocian directamente con un proyecto de modernización para los sistemas de
gobierno. Nuestras autoridades de los gobiernos tendrán que ser garantes de la
soberanía y la justicia dirigiendo con mando el Estado, unir a los mexicanos,
evitar una parálisis sin caer en el atropello de las decisiones, cuidar el
futuro sin frustrar las expectativas y los esfuerzos de las generaciones
presentes.
Por otro lado, nuestro
gobierno debe garantizar por convicción que el sentido de una reforma de Estado
es la justicia, merecemos un estado justo, que luche por erradicar la
desalentadora e indigna lacra de la pobreza entre los mexicanos; por moderar
las diferencias sociales excesivas e insostenibles, por ensanchar el ámbito de
la igualdad de oportunidades, avanzar hacia un mayor equidad y que para
lograrlo, se solidarice con quienes menos tienen y más lo necesitan. Es intolerable
la pobreza, la marginación, la desigualdad de oportunidades, en la actualidad
el trabajo de gobierno debe centrarse en la solución de los problemas sociales
de nuestros conciudadanos más desfavorecidos, aplicando un nuevo balance entre
justicia y libertad, entre libertades individuales y garantía sociales entre
solidaridad e iniciativa personal, o sea me refiero a la fórmula de nuestro
tiempo. Abatir la pobreza es abatir la restricción de las libertades.
Si bien es cierto que por el
Covid-19, hoy en México sientan las bases de mejores oportunidades para todos y
de mayor justicia y al mismo tiempo se fortalece la soberanía nacional y la
participación del País en los grandes procesos de cambio a nivel mundial. Por
eso, lo más importante para el Estado, precisamente es combatir frontalmente
las carencias, limitaciones rezago, y las marginaciones, desde luego, debe ser
un compromiso fundamental del gobierno porque el, lo sabe y el fin es un
compromiso ético, moral, y de justicia para con el pueblo de México.
Concluyo; sin la participación
conjunta y cotidiana de cada uno de los ciudadanos, de sus organizaciones, es
imposible alcanzar los propósitos que se propongan sociedad y gobierno. Estamos
ante un nuevo esquema económico, en donde todas las organizaciones sociales
buscaran participar buscando ampliar las bases competitivas de manera eficaz y
perdurable.